Observaciones puntuales sobre periodismo y literatura
Hoy somos menos los escritores que en Panamá ejercemos el periodismo en un sentido cabal, aunque unos pocos continuamos escribiendo ocasionalmente artículos de opinión o entrevistas
El periodista y el escritor tienen en común una similar fascinación con el lenguaje, una curiosidad innata frente a los nuevos acontecimientos de interés que van dándose en su lugar de trabajo, así como en otros lares, y sobre todo aman sobremanera su trabajo, ya se trate de informar acerca de las novedades en el caso del primero, o de crear situaciones y personajes que pretenden ser originales con un manejo lo más artístico posible del lenguaje.
Grandes periodistas fueron, entre otros, los norteamericanos Ernest Hemingway, John Steinbeck (ambos serían después Premio Nobel de Literatura), Norman Mailer, Sinclair Lewis, Tuman Capote, John Updike y Susan Sontag (celebrada como una de las mujeres más inteligentes de su momento en los Estados Unidos por sus escritos sobre “el oficio de pensar”).
Así mismo, iniciaron su carrera escritural en periódicos de su país nada menos que el colombiano Gabriel García Márquez, y en el Perú Mario Vargas Llosa (ambos merecedores del Premio Nobel de Literatura en su momento).
Por su parte, en México ejercieron el periodismo los escritores Amado Nervo, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Monsivais, Rosario Castellanos, Juan Villoro y Cristina Pacheco, entre muchos otros; y en Argentina Osvaldo Soriano, Tomás Eloy Martínez, Leila Guerriero, Ricardo Walsh y Martín Caparrós, entre otros. Además, la chilena Isabel Allende y los españoles Arturo Pérez Reverte y Francisco Umbral.
Y en el Uruguay, tanto Mario Benedetti como Juan Carlos Onetti ejercieron el periodismo en sus inicios laborales.
En Panamá sobresalieron en ambas carreras Gil Blas Tejeira; Tristán Solarte, seudónimo de Guillermo Sánchez Borbón; Joaquín Beleño; Mario Augusto Rodríguez;
Herasto Reyes, José Franco, Beatriz Valdés y Gaspar O. Hernández (excelente joven poeta quien fuera jefe de redacción de La Estrella de Panamá, sitio en donde falleció sobre su máquina de escribir en noviembre de 1918), entre otros.
Cabe mencionar que la muy reconocida periodista y escritora italiana Oriana Falleci es considerada la corresponsal más intrépida del siglo xx. Su fama, por la audacia de sus crónicas y reportajes, captaron la atención del mundo entero en su momento; y todavía hoy se le recuerda con especial respeto.
Lo que busco destacar es la estrecha relación que ha existido siempre entre periodismo y literatura, a través de algunas de sus plumas más señeras, tanto desde el punto de vista del aprendizaje reporteril, como en cuanto a una importante observación que alguna vez nos hizo a sus alumnos becarios el gran escritor mexicano Juan Rulfo en su taller literario del Centro Mexicano de
Escritores (en 1971). En aquella ocasión el célebre autor de solo dos libros (El llano en llamas, cuentos; y Pedro Páramo, novela) exclamó: “Hay que castigar al lenguaje”; se refería por supuesto a la necesidad de no irnos por las ramas al redactar, ya fuera una noticia real o una ficción sacada de nuestra imaginación. Es decir, no hay por qué disfrazar al lenguaje, vestirlo de gala; y mucho menos irnos por las ramas, so pretexto de querer ser inventivo frente a una escena particularmente cruda.
Hoy somos menos los escritores que en Panamá ejercemos el periodismo en un sentido cabal, aunque unos pocos continuamos escribiendo ocasionalmente artículos de opinión o entrevistas que nos parecen de interés general a colegas destacados del oficio literario, por más que no se nos pague por ello, como sí ocurre en otros países.
A parte de mantenernos vigentes pese a tener que regalar nuestro trabajo intelectual, nos sirve para no perder contacto con la realidad y, de paso, no renunciar al ejercicio de la imaginación creadora.