La Estrella de Panamá

Fueron figuras de nuestro boxeo en los años ‘30

- Nicolás Espinosa Serrano colaborado­res@laestrella.com.pa

El boxeo panameño está rico en historias, las cuales fluyeron espontánea­mente, sin necesidad de las herramient­as tan sofisticad­as de la actualidad.

Los primeros sesenta años de vida republican­a tuvieron grandes momentos, increíbles diría yo, que mostraron al mundo la clase de gladiadore­s que nacían por estos lares. Algún fanático es posible que salga y afirme, que “el boxeo istmeño resalta a partir de los años setenta”, con el boom de los cuatro campeones mundiales que tuvimos simultánea­mente.

La respuesta inmediata sería: Es cierto, en parte.

La llegada de los cuatro campeones mundiales en esos años, fue el producto de todo lo trabajado antes, cuando el boxeo era el pan de cada día de muchísima gente, a pesar de que solo se ganaban cuatro chavos.

Muy pocas cosas nacen en forma espontánea y el boxeo no es una de ellas. Parafrasea­ndo al líder inglés Winston Churchill, “hubo mucho de sangre, sudor y lágrimas” en el ínterin, entre uno y otros hechos.

Es más, mucho de los que despuntaro­n esos primeros años de los 70, en el caso de los campeones Alfonso Frazer, Roberto Durán, Enrique Pinder y Ernesto Marcel, y de otros como Antonio Amaya y Orlando Amores, iniciaron sus carreras en los años 60.

Sin embargo, el tema al que me voy a referir en esta oportunida­d no es de ninguna de estas dos décadas, sino la de los 30, cuando surgieron figuras que también fueron orgullo de la actividad istmeña.

En un artículo anterior mencioné a algunas figuras del mundo de fistiana que, junto al ‘ Flaco Explosivo’ istmeño, Panamá Al Brown, marcaron el despegue internacio­nal de nuestro boxeo.

Fue el caso del ‘ Chato’ Lombardo y de los colonenses ‘King Salomón’ y Santiago Zorrilla, quienes fueron igualmente monarcas del Istmo en los pesados y gallos, respectiva­mente.

Todos ellos animaron, junto a Brown - quien empató en su pelea por el título nacional mosca- esa tercera década de actividad en Panamá, si tomamos en cuenta que, a partir de 1906, hubo trompadas por doquier en nuestro país.

Ensayo y error

Efectivame­nte, los años 30 fue de intensa actividad, que permitió la llegada de unos, la consagraci­ón de otros y la despedida de unos cuantos.

Es a partir de esta década, cuando las aguas van tomando el nivel adecuado y, quizás podría decirse, se van formalizan­do las cosas en una actividad tan dura y en ocasiones tan ruin, como la del boxeo.

Panamá cuenta con comisiones de boxeo a partir de la segunda parte de la década del 10, cuando las alcaldías, toman ‘al toro por los cachos’ y, por ley, son los encargados de nombrar a sus miembros, quienes deben velar por el bienestar de todos los que interviene­n en la actividad.

Sin embargo, como sucede en la mayoría de los casos, estas asociacion­es, si bien copiaron al máximo las reglamenta­ciones de países más desarrolla­dos en el tema, también actuaron por “ensayo y error”.

Actuaron así porque una realidad en un país no es la misma que en otro y, porque al final de cuentas, quienes manejan estas entidades son humanos y, en el camino, tienden a errar y, Panamá, no fue la excepción.

Es así como después de algunos años de aprendizaj­e, es que se oficializa­n las reglas de juego y la actividad está muchísima más formal, aunque aún fluyen resabios de los años pasados, tomando en cuenta que la mayor parte de los protagonis­tas surgen de esas épocas.

Forjadores de los 30

Así llegan los nombres de dos combatient­es que puedo afirmar son casi que desconocid­os por el común de los panameños, principalm­ente por estos tiempos, donde sus conocimien­tos son a partir de Roberto Durán.

Me refiero a los capitalino­s David Abad, el ‘acorazado de bolsillo’, y Carlos ‘Indian’ Quintana, quienes pelearon abundantem­ente en Estados Unidos, sobre todo el primero, e inclusive por títulos del mundo.

Es cierto que surgieron otros de grandes talentos, como Rafael Hurtado, campeón nacional gallo; y Manuel Herrera, campeón pluma y súperpluma; pero los antes citados son referencia­s por sus faenas en el exterior.

Abad se inició en la actividad a principios de los años 20, cuando apenas era un chávalo de 15 años, mientras que Quintana lo hizo casi rayando las doce de la noche de 1921.

Hablaremos primero de David (Davey) Abad (79-3618), conocido como ‘Kid Toneta’ o ‘Midget Toneta’, quien, como señalé, peleó en dos ocasiones por un título del mundo en 130 libras, y en su carrera enfrentó a doce o trece contrarios que llegaron a serlo.

Hizo frente entre los años 20 y 30 a púgiles como ‘Panamá Al’ Brown, Tony Canzoneri, Al Singer, Eddie ‘Cannoball’ Martin, Benny Bass, Andre Routis, ‘Kid Chocolate’, Shaw, Henry Armstrong, ‘Midget’ Wolgast y Peter Sarron, quienes obtuvieron un título del mundo.

Su primer choque titular fue ante Benny Bass, el 3 de febrero en 1930, ante quien perdió nocaut técnico en cuatro asaltos. Un detalle de este pleito es que fue pactado a diez asaltos.

Volvieron a enfrentars­e en 1933, logrando el panameño un triunfo por descalific­ación, pero en esa oportunida­d no estaba en juego ningún título.

Después llegó el encuentro frente al cubano Eligio Sardiñas, el ‘Kid Chocolate’, el 10 de abril de 1932, que se celebró en la Arena Polar de La Habana, y que se llevó el caribeño por decisión en 15 asaltos.

Para esta pelea hay dos versiones, que se celebró en medio de una huelga de transporti­stas. La primera, de los diarios e historiado­res cubanos, habla de que ‘Chocolate’ ganó sin mayores problemas; y la segunda, de las agencias internacio­nales, que afirman que el panameño se impuso al ‘mañoso’ monarca.

Un aspecto interesant­e en la carrera de Abad, fue que peleó en tres ocasiones con el estadounid­ense Henry Armstrong (1934 y 1935) y, si bien solo ganó un pleito, se cuenta que la idea de enfrentarl­os, fue para que el istmeño le enseñara a desplazars­e en el ring.

En cuanto a Carlos Quintana (69-16-2), quien batalló con los motes de ‘Baby’ e ‘Indian’, obtuvo el título nacional vacante de las 112 libras, al vencer a ‘Kid Juan

La llegada de los cuatro campeones mundiales een esos años, fue el producto de todoto lo trabajado antes

cito’ por decisión en 15 vueltas, tras una “sensaciona­l pelea”, en el capitalino Gimnasio Nacional.

El ‘Baby’ Quintana defendió con éxito en cuatro ocasiones el cinturón nacional, entre 1931 y 1932, y estuvo realizando pleitos en el exterior hasta que se radicó en Estados Unidos en junio de 1935.

Mantenía un muy buen récord de 9-3 en tierras americanas, cuando llegó la pelea y el triunfo por decisión ante el boricua Sixto Escobar en julio de 1936 en Long Island.

Escobar era el campeón gallo de la National Boxing Associatio­n (NBA), luego de que ‘ Panamá Al’ Brown fuera despojado en 1934, por no pelear con el mexicano Rodolfo ‘ Baby’ Casanova.

Quintana y Escobar volvieron a verse cuatro meses después por el cetro, pero la historia fue diferente. El boricua fue determinan­te y tras un furioso intercambi­o en la primera vuelta, sacó su derecha y puso fuera de combate al retador.

El panameño siguió boxeando por un par de años más, pero nunca volvió a hacerlo por un título del mundo.

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Cedida David Abad fue uno de los más grandes exponentes del boxeo panameño, peleando con más de treinta monarcas mundiales.
 ?? ?? ‘Baby’ Quintana sorprendió al mundo al vencer al campeón boricua Sixto Escobar, pero no pudo repetir la historia en la revancha.
‘Baby’ Quintana sorprendió al mundo al vencer al campeón boricua Sixto Escobar, pero no pudo repetir la historia en la revancha.
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