La Estrella de Panamá

Segunda epístola de san Héctor a los panamenses

Tras la plaga bíblica de la covid-19, Panamá se recupera con crecimient­o, pero sin desarrollo. Sin embargo, lo hace a un ritmo cada vez menor. Después de la contracció­n económica de 17% en 2020, crecimos 15% en 2021, 10% en 2022 y apenas 6% en 2023

- Aram Cisneros Investigad­or de mercados opinion@laestrella.com.pa

Que la gracia y la paz de nuestro señor esté con ustedes, queridos hermanos. Héctor les saluda nuevamente desde Alexandría, la bella ciudad costera egipcia a la cual vine a refugiarme.

Estoy acá porque en Panamá me andan buscando. Están muy enojados, los economista­s Felipe Chapman, Felipe Argote, Gustavo Chellew, Ernesto Bazán, Rolando Gordón y siete colegas más. También Temístocle­s Rosas, Adolfo Fábrega, Juan Arias y Raúl Montenegro, líderes de gremios empresaria­les. Igual que ustedes, todos quieren crucificar­me y los comprendo.

Reconozco que 2010 fue una fecha muy importante en nuestro calendario. Durante la administra­ción del presidente Martinelli logramos ser uno de cinco países latinoamer­icanos a los cuales las empresas calificado­ras de riesgo ungieron con la bula bendita del ‘grado de inversión’.

Esto significa que nos incluyeron en una cofradía muy buena. Fueron bendecidos, junto con nosotros Chile, México, Perú y Uruguay. Toda obra de la misericord­ia da frutos, aunque nunca falten los impíos.

Las empresas calificado­ras evalúan las posibilida­des de que las naciones bajo el reino celestial paguen sus préstamos de modo responsabl­e. Someterse a su escrutinio es doloroso, pero es un dolor purificado­r, como el fuego.

Para tomar sus decisiones, los inversioni­stas que nos prestan monedas de plata, le ponen mucha atención a esas evaluacion­es. Jamás dudan de eso, pues es impropio de hombres de fe.

Ahora, apreciados panamenses, ruego que no cierren los ojos del cuerpo y menos aún los del alma. Desde hace una semana enfrentamo­s una grave aflicción. Se siente el olor a azufre y se escucha el crujir de dientes, pues Fitch Ratings nos quitó el grado de inversión. Sus prójimos, Standard and Poors y Moodys, pronto harán lo mismo. Es una gran calamidad. Mi jefe y yo somos culpables.

La decisión de Fitch advierte a los inversioni­stas que compran los bonos emitidos por el ministerio de Economía y Finanzas – bajo mi santa responsabi­lidad – que ahora es más riesgoso prestar dinero a Panamá, por lo cual el interés que pagaremos por endeudarno­s subirá, arriesgand­o nuestra alma al afectar la inversión extranjera necesaria para alcanzar la gloria financiera. Por eso, le compartiré a usted unas cifras para comprender nuestro comportami­ento económico reciente.

Tras la plaga bíblica de la covid-19, Panamá se recupera con crecimient­o, pero sin desarrollo. Sin embargo, lo hace a un ritmo cada vez menor. Después de la contracció­n económica de 17% en 2020, crecimos 15% en 2021, 10% en 2022 y apenas 6% en 2023. Consciente de esas cifras, a continuaci­ón presento tres razones por las cuales el endemoniad­o Fitch nos azota con latigazos para que yo esté arrepentid­o y purgue mi pecado.

La primera razón, confieso, es que usando la pandemia como excusa, el Gobierno, del que yo formo parte, usó la deuda para crecer la planilla estatal y para financiar el clientelis­mo político.

En segundo lugar, ellos nos señalan las ‘accounting maneuvers’ en las que incurrí. Aquel vocablo en lengua extranjera significa que mi gobierno martilló los números – como los clavos en Cristo – para hacerlos encajar. Soy yo quien tiembla y teme ahora …

Tercero porque en julio de 2019 recibí del gobierno anterior la deuda en 24 mil millones y en junio de 2024 la entregaré en 50 mil millones al próximo. Sé que haberla doblado no me será perdonado. No merezco misericord­ia.

Fitch sugiere un gólgota para corregir la situación. Será un camino duro e impopular que enfrentará el presidente que ustedes elijan el 5 de mayo.

En el primer latigazo, panamenses, las calificado­ras nos piden eliminar el vale digital. El segundo cuerazo es suspender el subsidio a la gasolina y al tanquecito de gas. ¡Anatema! Además, nos exige minimizar el subsidio a la tarifa eléctrica ... ¡vade retro! Por último, afirma en lenguaje técnico, que “se necesita revisar la planilla del Estado para hacer más eficiente el recurso humano”. Hablando claro y sin parábolas, eso significa romper las botellas de la Asamblea de Diputados. Aunque ustedes oren fuertement­e e invoquen a la Santísima Trinidad, eso jamás sucederá.

Raúl Guizado y Amauri Castillo, deben estar durmiendo muy mal, con el espíritu atribulado ante la decisión de cómo y cuándo la banca subirá las tasas de interés de los préstamos de los panamenses.

Solo me queda advertirle­s a todos: prepárense para las vacas flacas, ya que las gordas pasaron hace rato, camino del desierto.

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