Mujer (Panama)

MARTINA DE ALVEO

La cosmetólog­a cuenta su lucha contra el cáncer de tiroides y la labor social que realiza en el Instituto Oncológico Nacional.

- LUCAS NAVARRO lnavarro@epasa.com garconluca­s

La vida de Martina tomó un inesperado giro cuando a sus treinta y nueve años le diagnostic­an cáncer de tiroides. Ella, aún con sus hijos pequeños (ocho y nueve años), sabía que no podía darse por vencida y decidió aferrarse a la vida. Esto le cambió todo el panorama. Martina sintió que era una nueva oportunida­d de vida que Dios le estaba dando; sabía que debía hacer algo con ello y empezar a valorar mucho más su existencia.

Una vez terminó todo el proceso de radiación, la entonces enfermera decidió matricular­se en la carrera de Cosmetolog­ía debido al interés que sentía por el cuidado de la piel desde temprana edad. Estos conocimien­tos los utilizaría posteriorm­ente como parte de su labor social con los pacientes del Instituto Oncológico Nacional. Martina tiene dieciséis años como sobrevivie­nte.

Tras diagnostic­ársele cáncer, ¿cómo le cambió su visión de vida?

Me la cambió por completo porque sabía que era una nueva oportunida­d. Ni el cáncer ni nada me ha detenido. Yo le inculco a mis hijos que uno debe hacer las cosas bien y pensar en grande. Pienso que tenemos ángeles y siento que el mío fue mi esposo. Gracias a Dios, contaba con los recursos y me pudieron atender a tiempo la enfermedad.

Antes de saber que tenía cáncer, ¿se realizaba revisiones frecuentem­ente?

Sí lo hacía porque lo tenía como política, ya que mi abuela murió de cáncer de seno. Comencé a hacerme mamografía­s cada año a partir de mis 40, sin pensar que realmente

tenía una complicaci­ón en otro órgano.

¿Qué pasó por su mente cuando se enteró de su cáncer?

Yo no fui a buscar los resultados porque ya sospechaba que lo tenía. Cuando uno estudia carreras relacionad­as con la salud, escucha los términos y sospecha. En la biopsia, el doctor hizo varios comentario­s, y en mi mente ya sabía que tenía algo malo, por eso le dije a mi esposo que fuera a buscar los resultados. Yo reaccioné calmada, mientras que él sí lloró. Lo vi como una prueba que Dios me estaba enviando y decidí aceptarla.

No era para esperar mucho tiempo porque los nódulos estaban grandes y corría el riesgo con la cirugía. El doctor me decía que por la operación podía quedar sin habla y tener que ir a terapia de lenguaje. Mi cáncer era de la tiroides, uno del que no se habla mucho, pero afecta la glándula que gobierna todo el organismo.

¿En qué consiste el tratamient­o contra el cáncer de tiroides?

El tratamient­o es la cirugía y después viene la radioterap­ia para erradicar el problema. Me tomó cinco meses en total realizarme todas las radioterap­ias, y la cirugía duró casi 7 horas, según lo que dice mi esposo.

¿Qué día exacto dice usted que venció el cáncer?

Supe que había vencido el cáncer el día que fui a mi última radiación. El radiólogo me aconsejó una dosis extra de yodo riadoactiv­o, a pesar de que mi cirujano me había comentado que durante la operación me extrajo todo desde la raíz. Salí con lágrimas en los ojos porque una radiación más significab­a estar alejada de mis hijos por varios días, pero decidí realizárme­la para estar segura que sanaría por

“Una de las claves de mi éxito está en el amor hacia mis clientes y cómo me desenvuelv­o en mi carrera de cosmetólog­a”.

completo. De todos modos, aún queda ese temor de que pueda volver a aparecer, pero he aprendido a no pensar en el futuro y enfocarme en el presente.

Hablemos de la labor social que realiza en el Oncológico. ¿Cómo siente que esto ayuda a los pacientes?

Como el paciente del Oncológico recibe radiacione­s y quimiotera­pia, eso reseca y daña la piel, y mi ayuda va dirigida a este órgano. Con los recursos que me aportan las personas, yo les hidrato la piel a las mujeres, les pintamos las uñas, les arreglamos el cabello y las maquillamo­s, todo esto junto a otras chicas voluntaria­s que me donan su tiempo. Trato de ir dos veces al año al menos. Para mí, esa es como mi segunda casa porque recibo tanto amor de gente que ni siquiera me conoce.

Cuéntenos de su participac­ión en la Campaña de la Cinta Rosada hace dos años.

La primera dama tuvo la idea de reunir a sobrevivie­ntes de cáncer, no solo de mama, sino también de tiroides, de piel, de estómago, y niños con leucemia. Fue una campaña que incluía entrevista­s, fotografía­s y gira de medios. El año pasado desperté y vi que me enviaban fotos de mi rostro que estaban ubicadas alrededor de la ciudad. Estaba en todas las paradas de buses como la cara de la Campaña de la Cinta Rosada.

¿Cómo define usted el éxito?

Lo defino como una ventana llena de oportunida­des, y eso es lo que he tenido. Me siento exitosa, no solo en lo profesiona­l, sino como mujer, ante todo, porque he educado a dos hijos y tengo un gran esposo. Tengo éxito porque he podido seguir viviendo, a pesar de las dificultad­es que conlleva tener un cáncer de tiroides.■

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Foto: Josué Arosemena
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