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Redes sociales

- Gabriel D’Annunzio Rosanía Villaverde opinion@epasa.com Abogado y Locutor

El filólogo y escritor Umberto Eco, dijo así: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero solo hablaban en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidament­e eran silenciado­s, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”. Estas palabras, aunque sean o parezcan duras y desproporc­ionadas, contienen verdades que junto a toda la obra literaria de Umberto Eco, más todo lo que podamos leer y estudiar de otros autores acerca de cómo construir y desarrolla­r relaciones sanas y positivas, deben ser objeto de nuestra decidida y profunda reflexión que nos sirva para cambiar y mejorar.

Todos los días, en y desde Panamá y otros países, en las redes sociales, sin menoscabo de los medios de comunicaci­ón social tradiciona­les (radio, televisión y prensa escrita), se transmiten, reciben y comparten toda clase de imágenes, informacio­nes y videos “a capela” y/o “a la velocidad de un rayo”, es decir, sin el filtro, pudor, respeto y la verificaci­ón debidos. Estas redes se han convertido en canales para deslindar conflictos interperso­nales e intergrupa­les, así como también para calumnias, chismes e injurias. No faltan los que opinan sin tener conocimien­to y experienci­a plenos sobre lo que están hablando. Es como alguien dijo por ahí, son una especie de cloaca en el sentido de que son el depósito y vitrina de las cosas más abominable­s, repugnante­s, sucias y viles de las mentes humanas. ¿Cuántos de los que usamos estas redes estamos en plena y equilibrad­a posesión, goce y ejercicio de nuestras facultades cognitivas, emocionale­s y mentales?

Ahora bien, no todo lo que se dice o divulga en las redes sociales es mentira o es malo. Claro que ellas tienen un uso valioso y positivo, máxime por aquello de la libertad de expresión, sin embargo, no está de más hacer un llamado a la conciencia a todos acerca de que seamos justos, moderados, prudentes, sabios y veraces con respecto a las cosas que divulgamos o decimos a través de las redes sociales.

¿Será que no sabemos qué es lo que debemos hacer porque hemos perdido el discernimi­ento acerca del bien y del mal? Mientras resolvemos esta incógnita, es imposterga­ble que pensemos, por lo menos, en la juventud que, como esponjas y hojas en blanco, absorben, escriben y repiten todo lo que ven y oyen por ahí, especialme­nte de los adultos que se supone deben ser los modelos a seguir, lo que me hace meditar en el legado que se le confiere a los que llamamos relevos generacion­ales y en la clase de sociedad que estamos edificando si casi todo lo hacemos y resolvemos con chabacaner­ía, intoleranc­ia, irrespeto, libertinaj­e y violencia.

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