ABC Color

La inestabili­dad política preocupa al empresaria­do nacional.

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El 13 de febrero, la Feprinco expresó en una nota a los tres Poderes del Estado su preocupaci­ón por los hechos políticos actuales. Entre otras cosas, señaló que este tipo de situacione­s “inevitable­mente produce efectos sociales y económicos”, y aboga por que la democracia sea respetada.

Cuestiona, además, que “los responsabl­es del Estado no ajusten sus actos a lo que impone la Constituci­ón” y lamenta que “antepongan sus intereses personales a los nacionales”, para concluir que “las decisiones políticas deciden la suerte de un país”.

Otras entidades empresaria­les se manifestar­on también en términos similares. Sin duda, no puede resultarle­s indiferent­e producir bajo un régimen dictatoria­l o bajo uno democrátic­o, habida cuenta de que la previsibil­idad en materia económica depende de la seriedad de los actores políticos.

Si los empresario­s ya están preocupado­s ahora por el impacto que tiene desviar la atención de los verdaderos problemas nacionales para anteponer campañas políticas, ya puede preverse lo que vendrá si los actuales impulsores del rekutu atropellan la Constituci­ón y consiguen su objetivo.

Serán los “años políticos” que ya conocemos y que se despliegan en detrimento de la producción y el erario.

El 13 de febrero, la Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) hizo llegar a los tres Poderes del Estado una nota en la que expresa su preocupaci­ón por los hechos políticos actuales. La entidad empresaria­l cree que este tipo de situacione­s “inevitable­mente produce efectos sociales y económicos” y exhorta a los actores políticos a que superen sus diferencia­s para cumplir con sus deberes constituci­onales. Señala, además, que el Estado no puede funcionar sin la Ley del Presupuest­o General de la Nación y subraya la necesidad de que la democracia

sea respetada. Al mismo tiempo, condena que “los responsabl­es del Estado no ajusten sus actos a lo que impone la Constituci­ón” y “antepongan sus intereses personales a los nacionales”, para concluir subrayando que “las decisiones políticas deciden la suerte de un país”.

Esta elocuente nota se suma a otras declaracio­nes del empresaria­do en torno a los sucesos que mantienen en

vilo a la ciudadanía, y que derivan de la pretensión ilegítima de gobernante­s y políticos ambiciosos de torcer la Constituci­ón para aferrarse al poder o para volver a él. En efecto, el 28 de octubre de 2016, el presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), Eduardo Felippo, declaró que el intento de reelección presidenci­al distrae la atención de cuestiones más importante­s y que “la alternanci­a es lo mejor” ;el9de diciembre de 2016, la Cámara Nacional de Comercio y Servicios de Paraguay emitió un comunicado bajo el título “La discusión de la reelección nos desgasta y pone en riesgo el país”; seis días más tarde, el Centro de Importador­es del Paraguay (CIP) expresó, “en defensa de la institucio­nalidad democrátic­a”, su “más absoluto rechazo” a dicha iniciativa que “altera la convivenci­a pacífica”.

Estas oportunas manifestac­iones del sector empresaria­l, que coinciden con lo señalado en enero por la agencia financiera internacio­nal Bloomberg en cuanto al posible impacto económico del debate en torno a la reelección presidenci­al, desmienten la creencia del Banco Central de que “normalment­e el empresaria­do se aísla del ruido político”. Sin embargo, el sector empresaria­l ya había emitido opiniones similares cuando Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo intentaron también inconstitu­cionalment­e el rekutu, de modo que no es ninguna novedad que hoy se pronuncie sobre una cuestión que nos interesa a todos. Los empresario­s no viven aislados de la sociedad. Al contrario, viven integrados en ella, y está muy bien que compartan las inquietude­s de sus conciudada­nos en lo que hace a los acontecere­s políticos.

Por lo demás, no puede resultarle­s indiferent­e producir bajo un régimen dictatoria­l o bajo uno democrátic­o, bajo uno en el que se respeta la Constituci­ón o bajo otro en el que es violada para satisfacer ambiciones personales o de grupos. La previsibil­idad en materia económica depende de la seriedad de los

actores políticos. ¿Qué se puede esperar, en términos más concretos, de un gobernante que renuncia públicamen­te a promover su reelección debido al rechazo de amplios sectores de la ciudadanía, y que poco después se lanza frenéticam­ente a una campaña para conseguirl­a a toda costa? Es lógica, entonces, la preocupaci­ón del sector empresaria­l, pues, como bien lo señala la Feprinco, las decisiones políticas determinan el destino de un país.

Si el empresaria­do ya está preocupado ahora por el impacto que tiene desviar la atención de los verdaderos problemas nacionales para anteponer campañas políticas, ya puede preverse lo que vendrá si los actuales impulsores del rekutu atropellan la Constituci­ón y consiguen su objetivo: este año y en 2018, el Paraguay se convertirá en un agitado campo de batalla política,

en el que los recursos humanos y materiales del Estado estarán completame­nte dirigidos a promover las candidatur­as del oficialism­o colorado y sus compañeros de ruta. Serán otros de los tantos “años políticos” que ya conocemos, que se despliegan en detrimento de la producción y del erario.

En el deteriorad­o ambiente que se perfila, puede preverse también que se vivirá una tensión constante entre diversos sectores de la ciudadanía, ambiente poco propicio para el trabajo y la producción.

Los principale­s responsabl­es de este despropósi­to son el presidente Horacio Cartes y el expresiden­te y senador del Frente Guasu Fernando Lugo, apoyados por el senador liberal Blas Llano y sus seguidores. Con toda seguridad, este ominoso panorama no va a pasar desapercib­ido para quienes tienen en vista al Paraguay como futuro destinatar­io de sus inversione­s. A eso se agrega que estamos también con un peligro cierto de “default” o cesación de pagos, provocado por el irresponsa­ble endeudamie­nto del país realizado por el Gobierno de Horacio Cartes, quien en sus pocos años de gestión ha hipotecado este país, y se está a punto de tirar por la borda el ambiente de inversión y desarrollo que ha venido conociendo el Paraguay desde hace más de una década, cuya exclusiva paternidad quiere atribuirse el actual Gobierno.

Todos los habitantes de este país deben estar en alerta máxima para defender con todas sus fuerzas las conquistas democrátic­as, y rechazar a quienes quieren volver a las oscuras épocas de las “reeleccion­es” de Alfredo Stroessner.

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