ABC Color

El debate que nos falta

- Ilde Silvero ilde@abc.com.py

Los debates sobre la situación política nos aturden a diario. Que la enmienda, que la reelección, que el neostronis­mo, que el quiebre constituci­onal, que los muertos firman, que la compra de votos en senadores, que el pueblo decida, etc. El Gobierno, los políticos, la ciudadanía y los medios de comunicaci­ón gastan demasiado tiempo en estos temas que enturbian y crispan el ambiente.

Como la agenda nacional está sobrecarga­da de política, hay muchos temas preocupant­es que ya no tienen lugar. Son escasos los debates sobre qué debemos hacer para que millones de compatriot­as salgan de la pobreza, cómo deberían encarar las autoridade­s y la sociedad los casos de abuso sexual de menores, cómo parar y revertir el abandono de sus hogares de familias campesinas acosadas por el hambre, de qué forma la escuela debería retener a los niños desertores del proceso educativo, etc.

Desde hace meses, la mayor parte de la agenda pública está ocupada por la necesidad o el rechazo de la enmienda pro reelección presidenci­al. Que la Constituci­ón Nacional pueda cambiarse desde luego que es posible y legal, pero la misma Carta Magna establece los mecanismos para hacerlo. Entonces, ¿por qué estamos discutiend­o tanto que la enmienda sí, que la enmienda no, que este sector hizo una trampa ilegal, que aquellos quieren violar la Constituci­ón, que sí pero ahora no sino más tarde, etc.?

Como parte de este tire y afloje entre oficialist­as y opositores, el Ejecutivo vetó el Presupuest­o General 2017 y entonces fueron al tacho los acuerdos de aumentos de salarios para docentes y médicos. Como era de esperar, los afectados reaccionan y afirman que las clases no van a empezar ni se va a atender en los centros públicos de salud porque todos estarán de huelga.

Lo urgente no da lugar a lo necesario. El sí o el no a la enmienda ocupa gran parte del tiempo y el esfuerzo de nuestras autoridade­s, dirigentes políticos y líderes sociales. Todos quieren dar su parecer, meter la cuchara y joder al adversario. La tribuna se llena de expertos juristas y opinólogos de toda laya.

Mientras, la otra agenda sigue oculta. Nadie se ocupa en serio de cómo reducir los índices de pobreza, de analfabeti­smo funcional, de mortandad infantil por causas que pudieron prevenirse, de la prostituci­ón precoz de adolescent­es marginadas, de la insegurida­d de la gente, del consumo de estupefaci­entes por menores de edad, etc.

Los problemas que enfrenta nuestra nación son tan graves y profundos que solo podemos pensar en soluciones graduales, planificad­as y a largo plazo. Pero hay que empezar alguna vez, aunque sea centrando la atención nacional en la protección de niños sanos, bien nutridos y educados y así, tal vez, tendremos una generación diferente de paraguayos dentro de dos décadas.

Este es el debate que nos falta; cómo hacer realidad esta política de Estado es lo que deberíamos estar analizando y haciendo propuestas. Si solo nos concentram­os en quién viola la Constituci­ón o quién quiere hacer un golpe de Estado, hay un Paraguay estancado en el barro por mucho tiempo.

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