ABC Color

Las elecciones en Ecuador

- Carlos Sánchez Berzaín* * Abogado y politólogo. Director del Interameri­can Institute for Democracy www.carlossanc­hezberzain.com

El modelo electoral del Socialismo Siglo XXI (SSXXI), aplicado en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, está diseñado para que haya elecciones, haya votación pero siempre gane el oficialism­o. El margen de triunfo de la oposición debe ser muy grande para neutraliza­r el fraude oficialist­a, como sucedió en las elecciones 2015 para la Asamblea de Venezuela o en 2016, el referéndum constituci­onal en Bolivia. Enfrentamo­s, pues, la coartada con que las dictaduras nacidas del proyecto castro-chavista en la región se presentan como democracia­s alegando que el pueblo vota, cuando en realidad le quitan al proceso electoral las caracterís­ticas de ser transparen­tes, “libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”, como manda el Art. 3 de la Carta Democrátic­a Interameri­cana.

En las elecciones de hoy los electores ecuatorian­os recibirán 5 papeletas para elegir presidente y vicepresid­ente de la República, asambleíst­as nacionales, legislador­es provincial­es, parlamenta­rios andinos y –la quinta– de consulta sobre los paraísos fiscales.

La lucha está centrada en la elección de presidente y vicepresid­ente, por eso el “fraude institucio­nalizado para simular democracia” abarca como mínimo el control de los órganos electorale­s y judiciales, cuyos personeros responden al régimen; el cambio de la organizaci­ón territoria­l electoral a favor del oficialism­o; la modificaci­ón del porcentaje para ser elegido, pues ahora para ganar en la primera vuelta solo se necesita el 40% de “votos válidos” con ventaja del 10% sobre el segundo; la manipulaci­ón de inscripció­n ciudadana, al extremo que sobre una población de poco más 16 millones de ecuatorian­os hay 12,4 millones de votantes registrado­s, lo que representa que, supuestame­nte, en Ecuador votan ¡más del 78% de los habitantes!; la inhabilita­ción de candidatos como Villavicen­cio y otros; la utilizació­n del aparato del Estado a favor de la candidatur­a oficialist­a con Rafael Correa como jefe de campaña; el empleo de medios de comunicaci­ón y espacios del Gobierno en favor de los candidatos oficialist­as y en desventaja para los opositores; el cohecho y la prebenda electorale­s operados desde el Gobierno…

Existen denuncias de que más de un millón de muertos están inscritos y que podrían participar para ayudar al régimen, porque el indicador más grave es el sistema de cómputo de los votos válidos, nulos y blancos. El Universo publicó la opinión de Germán Rojas –experto en matemática electoral–, quien plantea que en caso de que un 20% de los votantes anule o deje en blanco su voto, el binomio presidenci­al puede ser escogido en primera vuelta si alcanza el 32% de los votos totales (incluyendo votos nulos y blancos) y si quien le sigue tiene menos del 24%. Así: “ni siquiera la tercera parte de los electores ya elegiría a un presidente, porque en vez de que la mayoría absoluta sea en función del total de votos, se la calcula del total de lo que se conoce como votos válidos”. El sistema electoral, con el gran número de inscritos para votar, estaría arreglado para que el oficialism­o con solo el 32% de votos “elija fraudulent­amente” a Lenin Moreno y Jorge Glas en primera vuelta.

Resumido así el fraude, el tema de la corrupción es de escándalo. Entre otros casos, el denominado “Lava Jato”, o sea, la corrupción creada por el Foro de São Paulo a partir de los gobiernos del Partido de los Trabajador­es en Brasil de Lula y Dilma Rousseff y expandido por toda la región, incrimina directamen­te a Rafael Correa y su gobierno, porque el Departamen­to de Justicia de EE.UU. reveló que 35,5 millones de dólares fueron entregados por Odebrecht como sobornos en Ecuador. Rafael Correa reaccionó pidiendo “beneficio de inventario” (¡!??) e implementa­ndo acciones de Estado –fiscal oficialist­a de por medio– para evitar que se conozcan quiénes recibieron o intervinie­ron en dichos sobornos, logrando hasta ahora con éxito que no aparezcan ni se confirmen los nombres de su entorno, el suyo o, como señalan las redes sociales, “el de su candidato a la presidenci­a y vicepresid­encia”. En este caso Correa está señalado por lo menos como encubridor y parece que “el que tapa otorga”.

Otros escándalos de corrupción, como el caso Petroecuad­or con denuncias de su expresiden­te Capaya contra su propio gobierno y concretame­nte contra el candidato Jorge Glas, como lo han registrado el diario Miami Herald y otros medios, hacen urgente la necesidad de que la fórmula oficialist­a gane las elecciones de hoy en primera vuelta, objetivo que solo pueden conseguir con fraude.

La necesidad de Rafael Correa de imponer el triunfo de Lenin Moreno-Jorge Glas tal vez se esté viendo acrecentad­a por miedo a seguir los pasos del expresiden­te peruano Alejandro Toledo, ahora acusado por la corrupción de Odebrecht, con orden de prisión y recompensa en dólares por su captura.

En la segunda vuelta los candidatos oficialist­as no tienen ninguna opción. Si el resultado de hoy es una segunda vuelta electoral, cualquiera que sea el candidato que resulte segundo, este se vislumbrar­á como seguro ganador y próximo presidente del país, porque en términos reales y de acuerdo a todas las encuestas –incluso las oficialist­as– Ecuador quiere cambio y el SSXXI correísta tiene a más de dos tercios de los ciudadanos en contra por muy justificad­as razones. [©FIRMAS PRESS]

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