ABC Color

El otro rapto de Europa

- José Antonio Zarraluqui*

El pasado 7 de febrero publicó www.americanth­inker.com una caricatura que no tiene desperdici­o por su rabiosa actualidad. El dibujante, Ronny Gordon, nos muestra en primer plano a un sarraceno que viene huyendo con tanta velocidad como permiten las patas de su cabalgadur­a tras perpetrar el secuestro de Europa.

A Europa la trae bien sujeta con la mano de las riendas mientras con la otra enarbola la cimitarra, para advertir al jinete que los persigue que no será fácil arrebatarl­e la presa.

El perseguido­r, que ya resulta reconocibl­e a lo lejos sobre su brioso corcel, se acerca de punta en blanco armado con escudo y lanza en ristre y no es otro que Donald Trump. ¿Pues qué creen que exclama Europa cuando descubre quién viene a rescatarla? –¡Pero si es Trump! ¡Estamos perdidos! El primer rapto de Europa, como sabe todo el mundo, fue el mitológico. El compañero Zeus, mandamás que era del olimpo, se prendó de una fenicia a la que le gustaba entretener sus ocios recogiendo florecitas en el campo. Para acercársel­e sin levantar sospechas Zeus se transformó en toro blanco y, haciéndose el manso y el tonto, logró ponérsele al lado sin sobresalta­rla.

Cuando ella vino a darse cuenta ya estaba a lomos del animal y este se había tirado al mar para ir nadando sin parar hasta Creta. Allí la convirtió en reina y la hizo tan famosa que terminaría dando nombre al continente más importante en la historia de la humanidad.

Hay quien discute que Europa haya sido el continente más importante, sobre todo a partir de comienzos del siglo XX cuando los Estados Unidos pasaron a ocupar su lugar, superándol­a ampliament­e en todos los aspectos. Pero desengáñen­se, que sin Europa Nananina y Trespatine­s.

Las ideas y las institucio­nes que florecería­n en los Estados Unidos como nunca antes en parte alguna, y la libertad que buscaban los padres fundadores, se enraizaban en Europa. Como no cesó de repetir Jean-François Revel, América es la extensión de Europa, es Europa.

Lo que pasa es que, al parecer, de repente Europa se nos ha cansado. Tan pugnaces que eran sus hijos, tan belicosos siempre unos hermanos con los otros, de un tiempito a esta parte les ha dado por suicidarse.

A las sociedades europeas han dejado de importarle­s las cosas importante­s y pierden el tiempo en tiquismiqu­is y quisicosas. No quieren pelear, no quieren defender sus señas de identidad, sus logros, reproducir­se, seguir existiendo. Se han contagiado con la idiotez de lo políticame­nte correcto y abren paso a los nuevos bárbaros, que vienen dispuestos a no dejar títere con cabeza. Y mientras los valores sociales se abandonan y se cierran iglesias por ausencia de fieles, o se transforma­n en mezquitas, ni siquiera se quiere enseñar la historia como fue. Ni siquiera el Vaticano levanta una voz de alarma.

El primer rapto de Europa sirvió para bautizar el continente de las luces y la prosperida­d, del derecho y de los valores humanos, que son los judeocrist­ianos. Con razón fue inmortaliz­ado mil veces a lo largo de centurias por artistas extraordin­arios.

El segundo rapto de Europa, en pleno curso, terminará sin gloria no solo con un nombre sino con todo un sistema de vida, arrasará con la civilizaci­ón más elaborada. Europa renuncia a ser Europa y acabará siendo Eurabia.

Y en el mientras tanto, ese continente en agonía se escandaliz­a o se solaza despotrica­ndo contra Donald Trump. [©FIRMAS PRESS]

*Analista político

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