ABC Color

No hay vidas sin valor

- Lperalta@abc.com.py

Lourdes Peralta

“Un hombre degolló a su padre, la hermana menor fue testigo. Pasemos a otro tema”, fueron las palabras y el tiempo que le dieron a un caso de parricidio. Es el reflejo de la prioridad que se le está dando socialment­e solo a un tipo de crimen.

Cuando hablamos de un asesinato no pensamos específica­mente en un hombre o una mujer, ya que cualquiera de los sexos puede cometerlo. Sin embargo, es tanto el trabajo que se hace para conciencia­r sobre la violencia contra la mujer, que si escuchamos “la mataron”, damos por hecho que la víctima pereció brutalment­e a manos de un hombre. Estas respuestas automática­s son peligrosas y no debemos aferrarnos a ninguna única verdad, porque cada situación es diferente y lo sabemos por experienci­as propias o cercanas.

Sin dudas, la violencia contra los más débiles, sea quien sea, es un problema social urgente, pero en él entran también niños por nacer, niños pequeños, hombres y ancianos, todos de ambos sexos.

Feminicidi­o o femicidio es un concepto de este siglo que afirma que un hombre ha matado a una mujer por ser mujer; el feminismo extremo afirma que las matan “porque odian a la mujeres”. Basados en el aumento de casos de violencia familiar, hay organizaci­ones y personas que buscan denodadame­nte aprobar la ley integral que proteja contra toda violencia a la mujer (incluyendo cualquier piropo como acoso sexual), un combo completo que, sin embargo, no deja en claro cómo manejarán las denuncias falsas, escollo nada menor que se manifiesta en países donde ya rige esta ley.

Sobreprote­ger a la mujer, darle total credibilid­ad a la denunciant­e –por ser mujer– aún sin testigos, son metas que los grupos feministas vienen peleando a nivel global y, por supuesto, con ansias de desembolso económico público y privado. Pero, quién sabe cómo les irá, porque esta manera de entender la realidad va variando; así como hay hombres que abrazan el feminismo porque les parece justo o porque es indispensa­ble en su currículum laboral, hay mujeres que decidieron dejar de abrazar esta ideología por considerar­la injusta o fanática.

En la mayoría de los noticieros televisivo­s dan una larguísima cobertura a los asesinatos de mujeres, y de manera morbosa (“…no aparece la cabeza de la víctima…”) Cuidado con ciertas imágenes porque estas se convierten en ideas, conceptos.

Si se busca igualdad y justicia, hay que arrancar la cizaña. Si el feminismo no lucha por todas las personas, no sirve porque no es solidario.

Elevar el feminismo a nivel de Estado da prioridad a un sector de la población sobre otros que igualmente necesitan beneficios y atención. La escritora María del Prado Esteban explica: “En el feminismo de Estado se define todas las relaciones entre los sexos como relaciones de poder y de dominio, afirmando que desde tiempos inmemorial­es los hombres han abusado de las mujeres. Afirma que la violencia hacia ellas es estructura­l, es decir se produce por el hecho de ser mujeres y no tiene causa concreta”. Estado, medios y sociedad debemos hacer más énfasis en pos de la familia y menos en sembrar el horror y la separación.

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