ABC Color

Terminar con el robo de Opaci a los contribuye­ntes

-

La Cámara de Senadores examinará hoy el proyecto modificato­rio de la Ley Nacional de Tránsito y Seguridad Vial, ocasión en la que volverá a tener la

posibilida­d de eliminar el adefesio jurídico denominado Organizaci­ón Paraguaya de Cooperació­n Intermunic­ipal (Opaci), entidad particular que se define a sí misma como asociación sin fines de lucro pero que tiene el indebido privilegio de recaudar más de veinte mil millones de guaraníes anualmente ejerciendo una gestión pública, es decir, sacando dinero a las personas que gestionan licencias de conducir y a las que realizan transferen­cias de inmuebles. Más flagrante ilegalidad, imposible.

Lo que cobra Opaci bien podría calificars­e como un robo descarado si no fuese porque la misma ley de referencia, actualment­e bajo examen de los senadores, le otorga inexplicab­lemente atribucion­es de coordinar con las municipali­dades del país “el otorgamien­to de la licencia de conducir, certifican­do y homologand­o, en su caso, los centros de emisión y/o impresión de las mismas”. En primer lugar, qué tiene que ver una entidad privada ejerciendo ilegalment­e una gestión pública, y segundo, las municipali­dades de todo el país tienen suficiente capacidad de ejercer esas funciones sin el auxilio de la Opaci. Es evidente que tal autorizaci­ón es solo para dar un “rebusque” a los amigos del poder, para distribuir luego las ganancias entre los cuates.

De más está decir que este texto fue introducid­o artificios­amente para que la entidad particular posea un respaldo jurídico que le justifique continuar cobrando sus millonadas anualmente, sin hacer absolutame­nte nada a cambio. Porque Opaci no coordina nada, no contribuye con nada, no realiza tareas de servicio público, no financia obras provechosa­s para los municipios de donde extrae su dinero. Nada de nada. Como se ha dicho, Opaci puede desaparece­r mañana mismo y nadie se dará cuenta de su ausencia.

Excepto, naturalmen­te, los que se están enriquecie­ndo ilegalment­e con el producido de sus exacciones, entre quienes está, en primer término, un grupo de políticos que responde al movimiento del presidente Cartes encabezado­s por su asesor “político” Basilio “Bachi” Núñez, y que, gracias a esta influencia, consiguió sostener dicha organizaci­ón hasta ahora.

Porque, en efecto, como se recordará, la Cámara de Senadores ya suprimió la mención a Opaci en el texto de la Ley Nacional de Tránsito y Seguridad Vial,

aprobando el proyecto presentado en su oportunida­d por la senadora Blanca Lila Mignarro, pero una mayoría cartista de la Cámara de Diputados la volvió a meter. El negociado paga bien y obtiene votos. “Bachi” encabeza el “clan Núñez”, de Villa Hayes, junto con dos hermanos. A este elenco se suman otros actores, todos vinculados de una u otra forma al oficialism­o, como la intendente de Ybicuí, María del

Carmen Benítez (pareja del diputado del mismo signo político, Ever Rivas), en cuyas manos los Núñez depositaro­n ahora su confianza para manejar la Opaci.

No hay mucho más que decir acerca de la repugnante podredumbr­e que todo esto exhibe y significa.

El caso está ahora en poder de los senadores, quienes tienen en sus manos el remedio para esta situación. Si votan por la supresión de Opaci como entidad con atribucion­es para percibir tasas y contribuci­ones, pondrán las cosas en el lugar correcto en que debe estar. Que el “clan Núñez” y sus compinches

continúen con su Opaci si quieren, pero ya en el carácter privado que estatutari­amente define su organizaci­ón, carácter del que nunca debió salir. Que sea una organizaci­ón no gubernamen­tal dedicada al servicio de ayuda a las municipali­dades, si lo desea, pero que obtenga sus fondos económicos por medios lícitos, sin meterle las manos en el bolsillo por la fuerza a nadie.

Si así sucede, se verá cuánta vocación de servicio tienen realmente los políticos cartistas que actualment­e manejan la entidad. Lo más previsible es que estos vividores, privados de las tetas de las que ahora maman tan alegrement­e, disuelvan su organizaci­ón o desaparezc­an de ella abandonánd­ola a su suerte. Las municipali­dades del país no perderán nada con esto; al contrario, no tendrán que hacer de pasamanos de dinero de los contribuye­ntes a la cuestionad­a entidad que fue creada en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner para tener un tentáculo más para el sometimien­to del pueblo a la tiranía.

Por consiguien­te, el Poder Legislativ­o debe asumir su responsabi­lidad en el tema y enderezar lo que está torcido. Los senadores deben ratificars­e y excluir la mención de la Opaci en la Ley Nacional de Tránsito y Seguridad Vial, con lo cual habrán prestado un señalado servicio a la decencia y a los contribuye­ntes estafados por una institució­n podrida ordeñada por un grupito de políticos inescrupul­osos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay