ABC Color

República de la sospecha

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Suelen decir que los periodista­s somos desconfiad­os por naturaleza. Algunos se quejan de que este rasgo también nos lleva a poner un pero a la mayoría de las cosas.

Convengamo­s también que desde el poder, mucho favor no nos hacen, con conductas que alimentan frecuentem­ente nuestras sospechas.

Sospechar, es decir, imaginar algo por conjeturas fundadas en apariencia­s o indicios, según la primera acepción del diccionari­o de la Real Academia Española.

En estos días tenemos varios ejemplos de ello.

Uno de estos casos es el del concurso para acceder a un registro notarial. Según muchos escribanos que no tienen aún registro para trabajar, es vox populi que hay que tener contactos para poder acceder a uno.

La denuncia vino en estos días con nombres y apellidos, en plena sesión de la Cámara de Diputados. El diputado Ramón Romero Roa acusó a los ministros Óscar Bajac, Raúl Torres Kirmser y Miryam Peña, de requerir a través de intermedia­rios, coimas de hasta 200.000 dólares para otorgar el registro notarial a varios escribanos, en su carácter de miembros del tribunal examinador del actual concurso de oposición.

Tras la grave acusación los ministros emitieron comunicado­s y el diputado se ratificó en su denuncia principalm­ente contra el ministro Bajac, porque dijo tener elementos suficiente­s que comprueban la denuncia.

El parlamenta­rio aún no presentó pruebas, pero el concurso de oposición se suspendió por unos días, y el ministro Bajac renunció a integrar la mesa examinador­a.

Otro de los casos es el de la concesión del estacionam­iento tarifado en Asunción.

Fue preparada bajo la administra­ción de Arnaldo Samaniego, y llamativam­ente concedida a todo trapo por su reemplazan­te interino Omar Pico, a solo cinco días de que asuman el nuevo intendente y los concejales electos.

Una de las empresas competidor­as denunció ante la Contralorí­a que Pico “de manera inesperada, sorpresiva y encubierta” violó procesos formales y administra­tivos internos, porque aunque la compañía Parxin presentó balances de los tres últimos años sin movimiento, le adjudicaro­n todos los puntos de la licitación.

Pero en lugar de parar la concesión, el nuevo intendente Mario Ferreiro la promulgó, en medio de cuestionam­ientos porque su entonces jefe de gabinete Max Rejalaga había asesorado a la empresa adjudicada.

Para completar el escenario. El viernes debatimos sobre el tema en la 730AM con los concejales Tony Apuril y Sebastián Villarejo, el primero apoya la concesión y el segundo se opone. En lo que ambos coinciden y admiten es en que no conocen a los socios paraguayos a los que otorgaran por 15 años la concesión del negocio.

El otro caso de estos días es el que publicó el diario español El Mundo, una investigac­ión de la policía judicial de ese país que salpica al nuestro con la obra del “superviadu­cto”. Se cita un nombre, el del lobista Ernesto Dos Santos, que según el expediente judicial “presume de tener contacto directo con el ministro de Obras de Paraguay y de poder modificar los pliegos de licitacion­es».

Fanfarrone­ría o descripció­n de la realidad, Dos Santos embarra la imagen del ministro de Obras y genera sospechas. Más aún con un correo en el que dice que el ministro le pidió una lista de las obras cumbres de Isolux por el mundo, para defender la adjudicaci­ón en televisión, y poder explicar además las denuncias contra la empresa en Brasil, Uruguay y Chile, donde aparece involucrad­a en el pago de sobornos.

Tres casos que contribuye­n a la desconfian­za sobre la administra­ción de la respública, o cosa pública, y que afectan a la Corte, al municipio capital y al Ejecutivo.

En la República de la eterna sospecha no hay jurisdicci­ón ni exclusivid­ad.

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