Plutocracia criolla
Si algo tenemos que agradecerle a Rubén Rodríguez en sus fugaces 72 horas de paso por la política paraguaya, es la sinceridad con la que describió el modelo que tenemos.
Es bueno que en medio de tantas mentiras y cinismo político, Rubén haya descrito tan claramente cómo se compran y venden las candidaturas, para que se queden sin argumentos quienes intentaban desacreditar la descripción de esta realidad.
El lunes, antes de anunciar por la noche su fugaz postulación, decía que aún le faltaban definir tres puntos con el Presidente, todos ellos económicos, ya que había hecho unos numeritos con su familia y aún había algo que estaba faltando acordar.
“El empresario es el que pone el dinero… en el ámbito deportivo es un fichaje… me voy a un club que desea obtener un título que no tuvo nunca… Necesitamos ganar un campeonato y adquirieron mi pase, y eso naturalmente cuesta una cantidad de dinero. Si me ofrecen algo diferente a lo que estoy haciendo, eso tiene que tener un costo. ¿Cómo lo que la gente no entiende eso?”, declaraba con un tono de molestia en la 730 AM, donde también comentó que fue el presidente Cartes quien le pidió personalmente que se candidate al cargo, pese a que, lo admitió, sabía muy poco sobre el trabajo de gobernador.
La transparencia de Rubén, sobre algo que muchos otros ocultan, permitió que el penalista José Casañas Levi advirtiera que esta es una práctica claramente ilegal, ya que nadie que trabaje para el Estado puede recibir dinero alguno, ni siquiera ofertas, de otra persona que no sea el Estado. Si se incurre en ello, se comete un delito; quien da, cae en el soborno, y quien recibe, en el cohecho pasivo.
Así, al concepto tradicional de plutocracia u oligarquía de los miembros más ricos que gobiernan a una sociedad, le agregamos el alquiler de candidaturas muy populares, para seguir controlando a las instituciones, bajo la apariencia de la renovación.
No hay que confundir a estas candidaturas con las de los outsiders. Estos no solo tienen autonomía y provienen de fuera del sistema político, sino que apuestan a transformarlo, a ir contra el stablishment, e incluso en su faceta más osada, a cambiar las reglas de juego.
Rubén descabalgó rápidamente, y más allá de que no comparta ni sus motivaciones ni su falta de autocrítica, no puedo dejar de agradecerle su claridad y sinceridad para describir exactamente las cosas tal cual son.
Hoy, nuestra democracia no permite que valiosas personas que no poseen muchos recursos económicos puedan aspirar a convertirse en servidoras públicas.
Hay dos herramientas que son fundamentales para abrir un poco más esta posibilidad. Y esas son las herramientas que precisamente la élite política dominante no permite modificar hasta el momento.
Una es la reforma a la ley de financiamiento político, que tiene la intención de permitir entrar al corazón de las internas de los partidos políticos, para rastrear el origen de la financiación de las candidaturas. Es fundamental saber quiénes financian estas campañas, y qué compromisos atan a los candidatos que salen de estas internas.
La otra es el desbloqueo de las listas electorales, o listas sábana. Que permitirá flexibilizar un poco un sistema electoral demasiado rígido para partidos políticos convertidos hoy en cáscaras de símbolos que camuflan la realidad de ser solo grandes maquinarias electorales.
A no engañarnos, el desbloqueo no es la solución mágica a nuestros problemas de representación, pero es una herramienta que otorga más poder directo al ciudadano para otorgar un premio o un castigo.