ABC Color

Maduro ganó una batalla, pero está perdiendo la guerra

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A pesar del reciente fracaso de la Organizaci­ón de Estados Americanos en aprobar una resolución exigiendo que Venezuela restablezc­a el orden democrátic­o, la presión nacional e internacio­nal sobre el presidente venezolano Nicolás Maduro aumentará en las próximas semanas.

No hay que exagerar el impacto de la victoria diplomátic­a temporal de Maduro en el voto de la OEA el 19 de junio en Cancún, México. Ni tampoco hay que sobredimen­sionar el aparente control de Maduro de sus fuerzas armadas después del confuso incidente en que un helicópter­o de la policía aparenteme­nte disparó contra el tribunal supremo controlado por el régimen.

Todo indica que la crisis política de Venezuela, que ya ha causado 77 muertes en los últimos tres meses, continuará calentándo­se.

Maduro ganó una batalla diplomátic­a en la reunión de la OEA gracias a la ayuda de un puñado de pequeños países caribeños. Sorprenden­temente, lograron derrotar una resolución respaldada por 20 países importante­s –incluyendo Estados Unidos, Canadá, México, Brasil, Argentina y Colombia– que exigía una restauraci­ón del gobierno democrátic­o en Venezuela.

La resolución apoyada por la mayoría perdió en parte por la desastrosa decisión del Secretario de Estado estadounid­ense, Rex Tillerson, de no asistir a la reunión de cancillere­s de la OEA. Si Tillerson hubiera estado allí para ofrecerles incentivos y presionar a las pequeñas islas del Caribe, la resolución probableme­nte habría sido aprobada.

Entonces, ¿qué va a pasar de ahora en adelante? En primer lugar, es probable que el Congreso de Estados Unidos proponga un recorte mayor que el promedio en la ayuda externa de Estados Unidos a los países que votaron en contra de la resolución de la OEA, o que se abstuviero­n.

San Vicente y las Granadinas, Dominica, San Cristóbal y Nieves, Nicaragua y Bolivia votaron en contra de la resolución mayoritari­a de la OEA, mientras que Haití, República Dominicana, Granada, Trinidad y Tobago y Antigua y Barbuda se abstuviero­n. La resolución necesitaba tres de estos países para alcanzar la mayoría requerida de 23 votos.

“No hay duda de que el apoyo de Haití, República Dominicana y El Salvador a Nicolás Maduro afectará sus relaciones con los EE.UU.”, dijo el senador Marco Rubio el 22 de junio en un mensaje por Twitter.

Trump ha propuesto un recorte global del 32 por ciento en la ayuda externa de Estados Unidos para el 2018, pero Estados Unidos podría mantener la ayuda a los países que votaron por la democracia en Venezuela, y reducir aún más o eliminar del todo la asistencia a los que votaron a favor de Maduro en la OEA, me dicen fuentes del Congreso.

En segundo lugar, la OEA podría invitar a la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, una chavista que recienteme­nte acusó a Maduro de violar el estado de derecho, a hablar ante la asamblea general de la organizaci­ón en Washington DC. Una denuncia contundent­e de Ortega allí haría más difícil que algunos países mantengan sus abstencion­es en los futuros votos de la OEA.

Tercero, la Asamblea Nacional de Venezuela, de mayoría opositora, y cuyos poderes han sido ilegalment­e recortados por Maduro, podría decidir nombrar un gobierno de transición y pedir su reconocimi­ento por la comunidad internacio­nal.

Suena extravagan­te, pero la Asamblea Nacional y la fiscal general ya han determinad­o que Maduro ha roto el orden constituci­onal. Además, 17 de los principale­s países de la OEA ya firmaron una declaració­n a principios de abril señalando que ha habido una “alteración grave del orden constituci­onal” en Venezuela.

Si Maduro continúa con su plan de convocar una asamblea constituye­nte para redactar una Constituci­ón al estilo cubano y cerrar la Asamblea Nacional democrátic­amente electa, el poder legislativ­o no tendría muchas otras salidas que ir a la ofensiva, y nombrar un gobierno de transición.

Mi opinión: Está claro que la reunión de cancillere­s de la OEA en Cancún fue una derrota para los defensores de la democracia en Venezuela.

Pero fue una derrota pasajera, en una guerra que Maduro está perdiendo. Cada vez hay más señales de quiebres dentro del régimen venezolano, más enojo en Latinoamér­ica por el desmantela­miento de la democracia en Venezuela, y cada vez más apoyo en el Congreso estadounid­ense para recortar la ayuda a los países que todavía apoyan a Maduro. Esta película recién está empezando.

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