Miserable servicio
Los casos de bebés prematuros que durante horas deben luchar por su vida, mientras se busca una cama de terapia intensiva en algún hospital público y privado, es una constante. Es algo que desnuda el miserable estado en que se encuentra la salud en el país.
A nivel país el Estado solo cuenta con 266 camas de terapia intensiva, siendo completamente insuficientes para los requerimientos. Para pacientes pediátricos –29 días de vida a 18 años de edad– se disponen de 55 camas de terapia intensiva. En cuanto a terapia neonatológica –de 0 a 28 días de vida– se tienen 70 camas, y para adultos 141 camas, según datos del Ministerio de Salud Pública.
En el Hospital Regional de Caacupé (HRC), considerado de referencia por la gran cantidad de pacientes que atiende, se registra un promedio de 250 nacimientos en forma mensual, muchos de ellos prematuros que necesitan ser ingresados a una Unidad de Terapia Intensiva (UTI). En lo que va de este año 11 bebés fallecieron por complicaciones referentes a nacimientos de prematuros extremos, según informes del Departamento de Estadística del HRC.
Pese a su importancia, el HRC no tiene UTI neonatal, por lo que los pequeños pacientes deben ser derivados de forma urgente a otros centros que tienen dicho servicio.
Los hospitales públicos y los cuatro sanatorios que tienen convenios con el Ministerio de Salud permanentemente tienen saturados sus servicios de UTI. Ante esa situación se tiene que recurrir a una orden judicial para que los bebés recién nacidos sean ingresados en sanatorios privados que no tienen acuerdos firmados con la cartera de Estado.
El presidente Cartes debe colocar a la salud pública en el centro de sus prioridades y encarar en forma decidida la ampliación de la red de terapia intensiva en todo el país y dejarse de hacer campañas proselitistas. La misma recomendación va para el ministro de Salud, Antonio Barrios, cuya labor últimamente se limita a hacer hurras en cuanto mitin de HC que se realiza a nivel país.
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