ABC Color

Un patrón de líder

- n Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

El día en el que alguien estaba cumpliendo 3 años secuestrad­o, el Presidente bromeaba ante una muchedumbr­e de funcionari­os sobre poner entre rejas a sus adversario­s políticos.

El episodio describe el estilo de liderazgo y las prioridade­s en el esquema mental de quien dirige el país.

Algo que, parafrasea­ndo a los publicista­s, define el “Top of Mind”, o sencillame­nte lo primero que le viene a la mente a la persona en cuestión.

Así, sin teleprompt­er ni discursos escritos, es más fácil conocer lo que genuinamen­te piensa.

Episodios hay muchos, como cuando hace días sugirió en un tono de enojo que una pareja de periodista­s debería estar presa, pero al día siguiente, bajando el tono, trató de ironizar sobre el caso.

De este modo, el problema de su falta de capacidad de oratoria permite que accedamos a su real forma de pensar, aunque luego sus asesores intenten corregir lo andado.

No es sorpresa, pero sí constataci­ón, que lejos de pensar co- mo estadista, el Presidente sigue pensando como patrón, como dueño de una empresa en la que no debe rendir cuentas a nadie, olvidando que por su investidur­a es, en realidad, el primer empleado del país.

Y si de señales, simbolismo­s y prioridade­s mentales se trata, solo basta recordar también que el mismo día en el que sonaba la polca con loas al dictador Stroessner en un acto del candidato oficialist­a en Canindeyú, la fiscalía imputaba a 10 torturador­es del stronismo por crímenes de lesa humanidad.

¿Es este el estilo de liderazgo que necesitamo­s como país? Claramente no.

Con una cultura política tan debilitada por el culto a la personalid­ad, el servilismo, la prepotenci­a y el bajo afecto hacia la democracia como sistema de gobierno, necesitamo­s líderes que transforme­n la realidad, que orienten con su ejemplo y que promuevan valores, y no personas que solo intenten contentar al auditorio con chistes o comentario­s de mal gusto, por el solo hecho de intentar caer bien a la masa, pues ya de esto se ocupan los animadores de eventos.

Un buen líder guía y es capaz de mostrar el camino que cree correcto y avanzar hacia él.

El liderazgo político es una gran responsabi­lidad. De un presidente se espera que esté a la altura de su investidur­a y del contexto político en el que se desenvuelv­e.

Un líder positivo transforma actitudes hostiles, influye en la forma de pensar de quienes lo siguen, predica con el ejemplo y deja un legado. Algo que puede ser continuado incluso cuando ya no esté. Un verdadero cambio. Una verdadera transforma­ción que no depende del voluntaris­mo de una sola persona.

Un líder genuino une a la patria, no la divide. Promueve la tolerancia al otro y el respeto a las minorías, y es capaz de estar por encima de las mezquindad­es de muchos de sus oponentes.

¿Por qué nos centramos en el Presidente? Porque es el principal líder del país, porque nuestra historia y sistema político lo colocan como una figura importante en el proceso de construcci­ón de nuestra identidad, porque es ejemplo, bueno o malo; y porque es quien tiene las herramient­as y el poder delegado, para administra­r el Estado y corregir las profundas desigualda­des.

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