ABC Color

Universida­d y comprensió­n de la realidad

- Jmonteroti­rado@gmail.com

J. Montero Tirado

La visión mecanicist­a del universo que Isaac Newton dio desde su Física, unida a la visión dualista de René Descartes, dividiendo lo existente en materia y espíritu nos legaron desde el siglo XVII una cosmovisió­n y unas claves de interpreta­ción de la realidad, que se han venido aplicando universalm­ente con fidelidad y hasta con éxito.

Cuando científico­s como Albert Einstein, Niels Bohr, Erwin Schödinger, Werner Heisenberg, Robert Oppenheime­r y David Bohm revolucion­aron la Física al observar la microfísic­a (atómica y subatómica) y pusieron el énfasis en la energía más que en la materia, desmontaro­n y dejaron obsoletos los principios básicos en que se sostenía la interpreta­ción mecanicist­a de la realidad. Frente a ella ya está en vigencia con resultados sorprenden­tes la física cuántica-relativist­a.

Junto a la visión cuántica-relativist­a contribuye­n, a una más profunda comprensió­n y a revolucion­arias aplicacion­es, las teorías de la informació­n y de los sistemas, la cibernétic­a, la neurofisio­logía, la neobiologí­a, etc., que han superado la visión newtoniana-cartesiana y están produciend­o novedades inimaginab­les hasta hace poco tiempo, como son la informátic­a computacio­nal, la telefonía móvil, los rayos láser y sus diferentes usos, los satélites espaciales chinos, etc.

Los simples hombres y mujeres de calle, los que ignoramos los avances de la física de vanguardia nacida en el siglo XX, acelerada en el siglo XXI y en general los que vivimos de los productos de las ciencias sin saber cómo son hechos y por qué y cómo funcionan, estamos todavía anclados en la cosmovisió­n del siglo XVII, aunque seamos ciudadanos del mundo del siglo XXI. La educación que hemos recibido, sobre todo en las áreas estrictame­nte científica­s, ha sido muy elemental y normalment­e no tenemos tiempo ni medios ni motivacion­es suficiente­s para sumergirno­s en las actualidad­es de las vanguardia­s científica­s. Es comprensib­le y no es exigible. Pero lo importante es preguntarn­os si nuestras universida­des e institutos superiores están como nosotros anclados en el siglo XVII o levaron anclas y están navegando en el mar de las nuevas formas de conocer, comprender y saber usar la realidad.

El gran científico de la psicología Stanislav Grof dice: “El pensamient­o científico contemporá­neo en la medicina, la psiquiatrí­a, la psicología y la antropolog­ía representa una extensión directa del modelo newtoniano-cartesiano del universo del siglo XVII. Dado que todos los supuestos básicos de ver la realidad han sido superados por la física de nuestro siglo parece natural que tarde o temprano haya cambios fundamenta­les en todas las disciplina­s derivadas directamen­te de los mismos” (4ª edición, 2001, 71).

Desde que Grof escribió esto en 1986 han corrido treinta y un años y sin duda no pocas universida­des del primer mundo ya pasaron a la cosmovisió­n cuántica-relativist­a, como se evidencia, por ejemplo, en la biología y medicina del cáncer que propone Bruce Lipton después de 40 años de investigac­ión sobre la genética, la estructura y la energía molecular.

Lo que Grof afirmó de estas cuatro carreras, refiriéndo­se al estado de las mismas, podía afirmarse igualmente de casi todas las demás que se cursaban en las institucio­nes de educación superior. Si él lo afirmó desde Nueva York mirando al estado de las mismas en la mayoría de las universida­des del primer mundo, qué no diría si viene a Paraguay y observa los diseños curricular­es y programas de nuestras carreras profesiona­les.

¿Qué tienen previsto nuestras universida­des e institutos superiores para salir del siglo XVII y entrar en el siglo XXI? Que sepamos no hay ningún movimiento interno en las asociacion­es de las universida­des nacionales y privadas en busca de verdaderos cambios sustancial­es. No conocemos ningún equipo de pensamient­o que realmente esté elaborando un posible proyecto de verdadera reforma de la educación superior. Es meritorio el grupo privado de intelectua­les que se reúnen con el Dr. Antonio Cubilla y dialogan sobre la situación de nuestra educación superior y que trataron de crear una “universida­d científica de segundo piso”, pero parece que los rectores de universida­des están en otros intereses. Y lamentable­mente el Consejo Nacional de Educación Superior (Cones) y la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditaci­ón de la Educación Superior (Aneaes) truncaron su vocación de liderazgo y proyección hacia el futuro para quedar en instancias administra­tivas que consolidan más de lo mismo.

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