ABC Color

Divisiones internas con efectos externos

- Osmar Gómez R. ogomez@abc.com.py

Los conflictos en la oposición están lejos de tener una solución a corto plazo. Las diferencia­s antes que resolverse se profundiza­n comprometi­endo las posibilida­des reales de llegar al poder en 2018.

El 130 aniversari­o del PLRA a inicios de semana, con festejos separados, marcó el profundo antagonism­o que reina dentro del mundo liberal. Ni siquiera una fiesta común pudo generar un punto de encuentro para los grupos internos. El espacio liderado por Blas Llano planteó su propio festejo en las calles, frente a una sede partidaria cerrada para su sector, mientras el oficialism­o encabezado por Efraín Alegre armó su propia fiesta un día después en un hotel céntrico.

En esta disputa que ya lleva meses parece no haber un punto medio. El enfrentami­ento supera ampliament­e el marco de las normales disputas internas. Se extiende más allá convirtién­dose en casi una cuestión de superviven­cia política. El oficialism­o plantea un control absoluto de la estructura partidaria como una condición casi existencia­l, pero no tiene la fuerza necesaria para imponer posiciones. Lo intentó hacer con los organismos partidario­s, pero en la semana la justicia electoral deshizo todas las resolucion­es aprobadas para imponer el control. La composició­n de los organismos institucio­nales deberá ser proporcion­al. Con esa resolución en mano, la disidencia retoma posiciones dentro del partido.

Esta implacable disputa dentro del PLRA tiene profundos efectos en el futuro político de la oposición de cara a las elecciones presidenci­ales del próximo año. Cuando faltan apenas cinco meses para los comicios partidario­s no hay siquiera indicios de que pueda llegarse a un acuerdo para hacer un frente común al Partido Colorado.

Las tres o cuatro reuniones que intentaron llevar adelante los partidos de oposición para buscar consenso chocaron abruptamen­te con la posición liberal de encabezar la candidatur­a presidenci­al y solo después plantear la integració­n. Los diferentes grupos de la oposición no están convencido­s de que una candidatur­a presidenci­al del PLRA asegure una victoria en el 2018. Creen que el perfil de Alegre no alcanza para superar a los colorados y prefieren que sea el intendente de Asunción, Mario Ferreiro, el que marca más alto en las encuestas, el que represente al sector.

A inicios de semana fue el propio Ferreiro quien redujo a niveles mínimos su eventual candidatur­a presidenci­al. Si bien dejó abierta la posibilida­d, también fue claro al sostener que su postulació­n estaba atada a la unidad de todos los sectores de oposición. Sin ese acuerdo como punto de partida no habrá candidatur­a.

A partir de ahora se abre de nuevo la mesa de diálogo entre los presidente­s de partidos de oposición para tratar de encontrar una solución al rompecabez­as opositor. Sin renunciami­entos será imposible llegar a consensos y sin consensos toda posibilida­d de pelear por el poder se complica.

El PLRA, liderado por Alegre, parece abstraído de esta realidad política. Encerrado en su propia interna partidaria, con un discurso político de polarizaci­ón permanente, ahora está empezando una nueva campaña.

Esta vez el objetivo es desacredit­ar a la justicia electoral y cuestionar la imparciali­dad en las elecciones presidenci­ales. La movida es bastante arriesgada porque apunta a poner en duda todo el proceso institucio­nal que lleva a las elecciones nacionales. Lo que está por verse es hasta dónde los partidos de oposición están dispuestos a acompañar esta aventura que podría terminar devorando todo el futuro político.

El tiempo electoral avanza sin pausa. Los próximos meses serán decisivos para definir cómo llega la oposición. Si peleará la Presidenci­a de la República o terminará casi con una participac­ión testimonia­l disputando cargos en el Parlamento.

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