ABC Color

El caballo de los candidatos

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Ambos son jóvenes y no tienen cuestionam­ientos descalific­adores en su contra. Tienen 38 y 45 años y aspiran a convertirs­e en presidente­s. Y en esto el Partido Colorado parece haberle sacado, una vez más, una ventaja a la oposición, al proyectar el discurso y la percepción de que está candidatan­do a personas jóvenes para administra­r el país.

Santiago Peña y Mario Abdo Benítez aparecen como dos serios candidatos a alcanzar la presidenci­a por 5 años, por lo que la interna que se realiza en tres meses y medio es clave para definir el futuro.

Es tiempo también de definición de listas para el Congreso y las gobernacio­nes. De estas definicion­es seguirán saliendo reacomodos y contradicc­iones como los de la diputada Tarragó, que de anunciar hace dos meses que no permitiría que un liberal se embandere en su partido, descubrió repentinam­ente que ese liberal, según sus expresione­s, es el mejor candidato.

Pero volviendo a Peña y Abdo, pese a su juventud no han marcado una diferencia del liderazgo que intentan construir y su relación con los sospechoso­s de siempre.

Pude entrevista­r en ABC TV a ambos sobre este punto, y en lo que coinciden es en la visión que tienen de que todos los apoyos valen, así sea el mismísimo pirata Morgan quien intente colgarse del saco de ambos.

Peña intentó justificar el tener que hacer campaña con varios impresenta­bles, argumentan­do que esos legislador­es están ahí por el voto popular. Al hablar de Óscar González Daher se defendió diciendo que “la gente lo eligió” y que el no puede ponerse a juzgar la decisión que toma el pueblo sobre sus representa­ntes.

¿No hay entonces que desmarcars­e como líder? fue la pregunta.

“Pero si esa persona me está acompañand­o con votos en el senado... yo llevo mi agenda, si esa persona tiene cuentas con la justicia es problema de ella” fue la respuesta.

Abdo Benítez empezó a hablar durante la entrevista, de la impunidad como uno de los mayores cánceres de la sociedad, le planteé entonces si es convenient­e hacer campaña con políticos como José María Ibáñez.

“Está enfrentand­o a la justicia, el no va a encontrar en mí un aliado en el caso en el que sea encontrado culpable. Quien lidera este proceso soy yo... cada uno es responsabl­e de sus actos” dijo a modo de respuesta.

En síntesis, en ambos casos más de lo mismo.

El problema de fondo es que estas campañas y cercanías políticas, legitiman a los impresenta­bles y transmiten la sensación de poder y omnipotenc­ia.

Sabemos como se maniobra en el Poder Judicial, en el que los contactos y vínculos, tuercen voluntades y se traducen luego en impunidad.

Por eso es fundamenta­l el análisis de los equipos políticos que integran los candidatos. Quiénes están detrás, mimetizado­s, y quiénes influirán en su toma de decisiones.

Sin dudas, los sospechoso­s de siempre influirán más en candidatos de liderazgo débil, con poca autonomía. Un caballo de Troya con tiburones dentro, que se mimetizan para alcanzar bancas en el Congreso o espacios en el Ejecutivo.

En ambos equipos colorados aparecen, y en la oposición también se perfilan varios. Y el oportunism­o de los candidatos y su falta de autonomía, no nos permiten ser optimistas sobre el estilo de liderazgo que construyen.

Ante esta oferta el desbloqueo hubiese sido al menos una opción para dar más poder de veto al elector, en un sistema electoral demasiado rígido, que sigue otorgando excesivo poder a los caciques y dueños de los partidos.

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