EDITORIAL
Los colorados siguen manteniendo a los maestros en la esclavitud
sectaria. Si la causa principal de la pobreza del país radica en la pésima calidad de su sistema educativo –como lo es–, la responsabilidad recae ineludiblemente sobre el Partido Colorado, que desde 1947 viene haciendo uso y abuso del Ministerio de Educación para consolidar y ampliar su dominación política. Ese partido, que hasta ahora se cree dueño del Estado, se vale del dinero público destinado a la educación para mantener a los paraguayos en el atraso y discriminar entre ellos según su carnet partidario. Precisamente, uno de los jóvenes representantes de ese partido, mencionado en su momento como posible precandidato presidencial, el actual ministro Enrique Riera, ha dado muestras de ese sectarismo recalcitrante en un mitin “cartista” realizado en el local de la Asociación de Funcionarios del MEC. Recordó a los presentes que “en este mismo local, hace ocho años que el MEC no hace un acto para homenajear a sus docentes, supervisores colorados. Hace ocho años que estamos callados”. Olvidó que la mencionada asociación pertenece a todos los maestros, independientemente de su filiación política.
Si la causa principal de la pobreza del país radica en la pésima calidad de su sistema educativo –como lo es–, la responsabilidad recae ineludiblemente sobre el Partido Colorado, que desde 1947 viene haciendo uso y abuso del Ministerio de Educación para consolidar y ampliar su
dominación política. Los maestros –bajo la amenaza de despido– han sido siempre la carne de cañón utilizada por los dirigentes, especialmente por los presidentes de seccionales y sus “pyrague” de cada uno de los rincones del país, en el proceso de dominación de sus comunidades.
Desde la época de la dictadura, en la ANR se fomentan la ignorancia y la pobreza para que sus capitostes sigan envileciendo el país mediante el prebendarismo y la corrupción lisa y llana. A los dirigentes no les interesa que los paraguayos adquieran conocimientos y habilidades que les sirvan para independizarse y superar la pobreza, ni que tomen conciencia de que solo eligiendo a los mejores candidatos, más allá del color y de la polca, podrán tener buenas leyes que en verdad sean respetadas, así como escuelas y hospitales bien equipados y rutas transitables durante todo el año. Esa organización política, que hasta ahora se cree dueña del Estado, se vale del dinero público destinado a la educación para mantener a los paraguayos en el atraso y discriminar entre ellos según su carnet partidario.
Paradójicamente, uno de los jóvenes representantes de ese partido, mencionado en su momento como posible precandidato presidencial, el actual ministro Enrique
Riera, ha dado muestras de ese sectarismo recalcitrante en un mitin “cartista” realizado el sábado último en el local de la Asociación de Funcionarios del Ministerio de Educación y Ciencias (Afemec). Recordó a los presentes que “en este mismo local, hace ocho años que el MEC no hace un acto para homenajear a sus docentes, supervisores colorados. Hace ocho años que estamos callados”.
En realidad, no se trató de un acto de homenaje a los docentes en general, sino de uno proselitista en favor del precandidato presidencial impuesto por el titular del Poder Ejecutivo y al que solo asistieron docentes colorados, varios de ellos transportados por un bus de Itaipú Binacional y otro de la Municipalidad de Hernandarias. O sea que la Afemec, que pertenece a docentes de todos o ningún partido político, servilmente puso su sede a disposición de un sector del oficialismo para que allí se realizara una actividad del todo ajena a sus fines sociales, y para que el ministro Riera exhibiera su fanatismo, ya no solo de colorado, sino también de “cartista”. En la ocasión, el titular del MEC mintió, primero, al sostener que los maestros colorados fueron encerrados y reprimidos bajo otros Gobiernos colorados, y luego exhibió su rencor al recordar que la senadora Blanca Ovelar le “reclamó duramente” cuando él realizó en 2008
el último acto colorado en la Afemec, para apoyarla a ella como candidata presidencial de la ANR. Si esto es cierto, cabe aplaudir a la senadora por haber tenido la decencia, tan rara en su partido, de haber reprochado el empleo de las instalaciones de una asociación de funcionarios ministeriales para apoyar una postulación partidaria. También hizo bien la senadora en criticar ahora al ministro porque no correspondía invitar a los docentes a un acto político.
Lo perpetrado por el ministro Riera se ajusta a una larga tradición, que evidentemente el “nuevo rumbo” está dispuesto a reverdecer y mantener a toda costa, porque está arraigada en “el coloradismo eterno”, y su abandono podría tener consecuencias desagradables a corto plazo y no precisamente para el país. Según esa tradición, los funcionarios no están al servicio del Estado, sino del partido y, en vísperas de unos comicios internos, de la facción que maneje el Gobierno.
Se preguntará el lector ¿por qué los maestros permiten ser “arreados” si estamos en una era democrática y la dictadura ya cayó hace años? Es muy simple: los docentes y otros funcionarios de instituciones públicas son sumisos porque, en su gran mayoría, ellos saben que no ingresaron ni ascendieron luego de demostrar su idoneidad, sino
porque tuvieron el padrinazgo político adecuado. Como no se deben a sí mismos, sino a la ANR y, dentro de ella, a quienes tienen la sartén por el mango, no pueden evitar que sean “arreados” para seguir recibiendo su salario del Presupuesto nacional.
Este es el sistema prebendario y clientelista en la educación que el Partido Colorado mantiene desde hace más de medio siglo, la causa principal del atraso en que se encuentra el Paraguay y la miseria por ignorantes en que se siguen desenvolviendo miles de compatriotas, especialmente en el campo.
El ministro Riera olvidó que, según la ley, los funcionarios del Estado tienen derecho a la “igualdad, sin discriminación alguna, de oportunidades y de trato en el cargo”. Está visto que esta igualdad no podrían esperar quienes no sean colorados o que, siéndolo, tengan el coraje de negarse a apoyar al precandidato presidencial de la gavilla política de turno.
Es preciso devolverles la dignidad por tanto tiempo ultrajada a los maestros y maestras, y rescatarlos de las garras de los políticos inescrupulosos, para lo cual los ciudadanos y las ciudadanas deben rechazar en las próximas elecciones presidenciales a aquellos que todavía confunden el Estado con el partido y quieren seguir manteniendo a los docentes en la esclavitud. Y los actuales genuflexos dirigentes gremiales, reemplazarlos por docentes apolíticos, honestos y preparados para liderar el gran cambio en la educación que el Paraguay necesita para salir de la miseria que nos agrede por todos lados.