Crecimiento de la violencia
El Instituto de Economía y Paz (IEP) presenta cada año el Índice de Paz Global, analiza la paz y la seguridad en el mundo y constata que la violencia ha crecido en el 2016, manteniendo esa tendencia desde el 2015. Siria es el país más violento e Islandia el más pacífico y seguro. En Venezuela mueren violentamente 500 personas cada mes.
La Organización Mundial de la Salud presenta su investigación sobre la violencia en el mundo con un análisis detallado de distintas formas de violencia. La conclusión es semejante.
Cualquier ciudadano normalmente informado por celulares, televisión, radiodifusión, diarios de prensa escrita, computadoras, etc…, viene observando esta realidad. Conocemos con espanto que el Presidente de Corea del Norte amenaza y provoca ininterrumpidamente con las pruebas de las armas más terroríficas hasta ahora conocidas, capaces de provocar una guerra nuclear que destruirá gran parte del planeta con la muerte de millones de ciudadanos inocentes y la ruina de varios países.. La reacción de Estados Unidos empieza a dinamizar la espiral trágica de la violencia terminal, armándose los países vecinos para intentar contener la locura del odiado presidente de Corea del Norte.
Estamos ante la evidencia del crecimiento del machismo de la humanidad. Todas las estadísticas sobre quiénes son los victimarios y quiénes son las víctimas confirman la misma conclusión. Son los varones, quienes han perdido valores fundamentales para la supervivencia, para la convivencia, para la calidad de vida, para la superación de dificultades, para el logro del poder y la riqueza, quienes no encuentran en su mochila psicológica, en sus mentes y mundo interior los recursos necesarios para alcanzar sus objetivo personales o de grupo, empresarial, político, ideológico o religioso, sino solamente en el recurso primario y brutal de la violencia en inmensa cantidad de variedades inhumanas.
En nuestra misma sociedad con porcentaje y escalada significativos el machismo y la prepotencia han derivado a la violación de las mujeres, de la violación al feminicidio, de la violación de las mujeres a las de las niñas y niños y hemos contagiado a los niños de tanta violencia que entre ellos se instaló el bullying.
Nos estamos acostumbrando insensibles a que terroristas se paseen por nuestras tierras y secuestren a nuestros conciudadanos. Nos parece que es parte del juego sociopolítico atracar las arcas del Estado desde cualquier puesto funcionario o de poder político, incluso de quienes elegimos para que defiendan el bien común y se reparten nuestros bienes en dietas, sueldos suculentos, secretarias de oro, amparados por una justicia permisiva y corrupta que viola los derechos ciudadanos y el estado de derecho.
Nos estamos acostumbrando a que se violen las leyes y hasta la Constitución Nacional, a que el sistema económico y la administración del Estado sean inequitativos y mantenemos la tercera parte de la población en la violencia de la pobreza; a que los criminales del narcotráfico continúen su delincuencia desde las cárceles; a que subyuguen con dinero a los políticos y a que en las calles y en los hogares te puedan asaltar y hasta matar para arrebatarte un celular.
La humanidad regida por hombres carece de sensibilidad y ternura. Las mujeres vienen demostrando su impresionante capacidad de gestión al crear hogares de vida humana y humanizadora y en cambio los hombres, del hogar de la Patria hacemos un escenario inseguro y violento, violando la naturaleza y expulsando a muchos jóvenes emigrantes, porque para ellos no hay acogida ni futuro.
Paradójicamente los hombres buscamos en la violencia y el autoritarismo la defensa de nuestras debilidades; preferimos rodearnos de hombres para el trabajo en vez de dar espacio a las mujeres. Cuando la fuerza física era necesaria para sobrevivir, ante peligros y necesidades primarias de la naturaleza indómita, tenía sentido que el hombre ocupara un puesto prevalente en las relaciones humanas. Hoy la mecanización, robótica, inteligencia artificial, tecnologías en general han superado aquellos estadios primitivos. El insustituible cerebro de la mujer aporta incomparablemente mucho más en la vida que los músculos. ¿Será verdad que “el hombre tiene miedo a la mujer”, como dice Eduardo Galeano?
La violencia nos seguirá destruyendo, si las mujeres no ocupan lugar y responsabilidades en el gobierno de las empresas, sociedades y naciones.