Á
(Ernesto) Samper, peor... En esos tiempos mataron muchos periodistas colombianos, algunos muy conocidos míos. A los gringos no nos molestaban tanto. Nos amenazaba pero nunca nos mataron. Seguramente pensaron que el costo iba a ser demasiado alto para ellos, no sé...
–¿Cuál era la diferencia entre las guerrillas de las FARC con las guerrillas centroamericanas?
–Yo tuve mucho contacto con la guerrilla de Centroamérica, tanto con los del Frente Farabundo Martí (de El Salvador), los Contras (de Nicaragua), los Sandinistas (hoy en el Gobierno de Nicaragua). Con las FARC era diferente. Ellos te secuestraban tres años como mínimo y una nota reportaje no valía tanto riesgo. Estuve sí con la gente del ELN (Ejército de Liberación Nacional), pero con las FARC nunca. –No había garantía. –Ninguna. Si buscabas una entrevista tenías que caminar cinco días para llegar, otra semana para volver. Si decidían secuestrarte ibas frito.
–¿Cuándo comenzaron a desmoronarse las FARC?
–En esa operación de (el 1º de) marzo de 2008 (en la frontera ecuatoriana) que acabó con Raúl Reyes. Entre esa fecha y junio matan a otro miembro del Secretariado (de las FARC) y encima muere (su líder) Marulanda (“Tiro Fijo”) por causas naturales. Los de las FARC quedaron decapitados. A partir de ahí el Ejército los golpeó en forma sistemática. A las negociaciones de paz en La Habana llegaron prácticamente derrotados.
–Usted critica el acuerdo. ¿Por qué?
–La verdad es que la negociación que hizo Santos fue pésima. Él cedió muchísimas cosas a las FARC que le permite continuar con las hostilidades, además de tener ahora su agrupación política. Tienen como 3.000 millones de dólares afuera, producto de sus actividades ilícitas. No hay ninguna garantía de que habrá destrucción de la coca y sus laboratorios. Cuando entró a gobernar, Santos había prometido terminar la guerra que comenzó (Álvaro) Uribe pero terminó negociando. Mire. Las FARC ya habían bajado de 18.000 a 7.000 hombres en armas. Estaban muy dispersos. Ya no eran una opción militar. Estaban acabados. Pero Santos los trató como si fueran un Ejército fuerte. Negoció “de tú a tú” con ellos. El Gobierno cedió espacio político. En cuestiones de derechos humanos, nadie irá a juicio y no hay un desarme verificable.
–Pero hasta el Papa apoyó. El presidente (Juan Manuel) Santos recibió el Premio Nóbel.
– El resultado es criticable pero uno no puede decir que Santos no tuvo el derecho de negociar. Ahí también hubo un engaño muy grande. Hicieron una campaña muy fuerte para instalar que el que no estaba con el acuerdo estaba en contra de la paz. Yo conozco gente del Frente Farabundo Martí (de El Salvador) que no tienen nada de demócratas. Conozco gente del Frente Sandinista que estaban en el proceso con Daniel Ortega. De demócratas no tienen nada pero son los que se quedaron con el poder. Ellos son los que aconsejaron a las FARC cómo negociar. Los sandinistas y los salvadoreños estuvieron con ellos en forma permanente. –¿Qué pretenden, entonces? –Estoy seguro de que un grupo pequeño pero importante de las FARC se va a mantener en armas y en el narcotráfico y en todos los ilícitos que tenían montado hasta ahora. Hay cinco comandantes que salieron en diciembre del año pasado, cinco cabecillas que con 500, 600 hombres pueden volverse muy fuertes. Yo creo que ellos no se han separado totalmente del secretariado de las FARC que firmó la paz. Ellos van a entrar en el juego político, pero con un estilo, una visión chavista de la toma del poder y desde ahí terminar con las elecciones democráticas para imponer el modelo bolivariano al estilo Ortega, Chávez, al estilo (Salvador) Sánchez Cerén (de El Salvador), Evo (Morales), (Rafael) Correa... Están con tanto dinero que pueden conseguir su objetivo rápidamente con alianzas compradas en la izquierda, tipo Frente Amplio, para después cortarse solos. Ese es el escenario.
–¿El Gobierno acaso no tiene más manos libres para combatir el narcotráfico?
–Se está produciendo más coca ahora que en los años noventa cuando se instaló el Plan Colombia. Eso indica que nadie va a erradicar nada. La desconfianza que yo tengo es con el Secretariado y los grupos que están alrededor de las FARC, no con los combatientes. Siguen siendo grupos criminalizados. Es la cúpula y sus allegados los que se han mostrado muy poco transparentes, escandalosamente mentirosos entre lo que tienen y lo que