ABC Color

Demoliendo el pasado

- Pedro Gómez Silgueira pgomez@abc.com.py

La Municipali­dad de Asunción ya se está pasando de la raya con las demolicion­es y los atentados contra el patrimonio histórico y arquitectó­nico de la ciudad. A diario, en varias partes de la Capital, viviendas de valor histórico, patrimonia­l o ambiental desaparece­n de la noche a la mañana. Y lo peor es que cuentan con el “permiso” otorgado por la Comuna. Estas resolucion­es de discutida legalidad ignoran a la autoridad de aplicación que es la Secretaría Nacional de Cultura, que tampoco unifica sus criterios de intervenci­ón en los casos.

Los concejales –salvo excepcione­s contadas por los dedos– tienen una gran cuota de responsabi­lidad, pues cuando se trata del Centro Histórico impusieron la moda de simplement­e “excluir del catálogo” construcci­ones que son objeto de protección de las ordenanzas y la ley, según la cara del cliente.

Varios ediles se han convertido en los principale­s gestores de quienes quieren demoler una casa de valor histórico. Ellos son los mejores lobbistas y principale­s actores de presión sobre las dependenci­as del Ejecutivo para otorgar los polémicos permisos. Presionan y chantajean.

Se podría enumerar una ristra de casas patrimonia­les derribadas con la venia de la anterior administra­ción de Arnaldo Samaniego y la actual de Mario Ferreiro. Huelgan los ejemplos, solo por citar algunas: la casa de estilo plateresco español ubicada en España y Perú, de donde se retiró la placa recordator­ia de la fundación del Club Cerro Porteño en 1912; las primeras viviendas del tipo duplex de principios del siglo XX sobre la calle Humaitá; la demolición en diagonal al Palacio de López para la construcci­ón de una torre de varios pisos; el derribo de casi toda la antigua sede de la Municipali­dad de Asunción sobre Palma donde solo queda la fachada. Y la lista continúa...

El caso más grosero que motivó la ira ciudadana evidenciad­a en las redes sociales fue la demolición de la última quinta colonial ubicada sobre Aviadores del Chaco, más conocida como la excasa de Ñata Legal. Esta vivienda de adobe construida hacia 1890, que habría pertenecid­o a un general que combatió en la Guerra contra la Triple Alianza y luego a un exdirectiv­o de la Liebig’s, formaba parte de la propiedad de donde corrió el dictador Alfredo Stroessner durante el golpe del 89.

Su valor también era paisajísti­co pues se hallaba en la parte alta de una colina anteriorme­nte rodeada de manantiale­s, pero hoy franqueada por elevadas torres. Se la podría haber mantenido como un ícono para las generacion­es futuras de lo que alguna vez fue la ciudad colonial de las quintas ubicadas en las afueras. El contraste con el nuevo Eje Corporativ­o de la avenida Aviadores del Chaco, de por sí ameritaba conservarl­a. Era una muestra palpable del paso del tiempo y el avance de las construcci­ones. Representa­ba la evolución misma de la ciudad y un eslabón entre el pasado y el futuro.

Por lo visto, para las autoridade­s municipale­s estas cuestiones no son motivo de reflexión ni mucho menos de acción. Demoler el pasado es lo que menos les preocupa y lo que más los ocupa.

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