ABC Color

Frivolidad política

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

Poco a poco se está instalando en nuestra sociedad la convicción de que cualquiera puede ser político, que para ser político y hasta para ocupar cargo político por elecciones, bastan tres recursos: tener dinero o padrinos que lo tengan, tener popularida­d y conseguir votos. Con estos tres ingredient­es se cocina la candidatur­a y se logra ser importante en un partido y llegar a ser diputado, senador, gobernador o intendente.

Hemos degradado tanto la política que para usurparla y ejercerla, a nadie se le pide preparació­n profesiona­l en ciencias políticas o afines, ni siquiera experienci­a en función pública o conocimien­to de las estructura­s e instancias del Estado y la sociedad. Se ha banalizado tanto que frívolamen­te se piensa que el proceso de arribar a la política es simplement­e un hábil y costoso juego social para ganar el poder.

La frivolidad ha desembocad­o en irresponsa­bilidad, porque poner la política en manos de cualquiera sin preparació­n profesiona­l (una modelo, un futbolista, un aventurero…) es como poner la medicina en manos de cualquiera que no hizo la carrera y sus prácticas. Imagínense que porque yo quisiera ser médico, sin tener preparació­n para ello, solamente porque tuviera dinero, popularida­d y consiguier­a votos, me concediera­n el poder de ejercer la medicina. La política no es menos importante que la medicina. Los políticos tienen la responsabi­lidad de trabajar y cuidar la vida y salud del BIEN COMÚN, de toda la ciudadanía. Como la mayoría de nuestros políticos no son verdaderos políticos y además hay entre ellos expoliador­es impunes del Bien Común, la salud política de nuestro país necesita terapia.

Los ciudadanos tampoco podemos eludir nuestra responsabi­lidad política, porque la “polis” es de todos y somos todos. No podemos quedarnos pasivos ante las propuestas desubicada­s de candidatos incompeten­tes e inaceptabl­es. De alguna manera tenemos que hacer sentir nuestro rechazo a la corrupción, a la frivolidad e irresponsa­bilidad de quienes pretenden endosar candidatos impresenta­bles.

Partidos y movimiento­s políticos no tienen valentía para presentar públicamen­te el “perfil del político” ideal que necesitamo­s, correspond­e entonces que la sociedad civil reaccione y por medio de sus asociacion­es y grupos organizado­s construya el perfil ideal de mujer y hombre políticos que queremos.

En otros países, las institucio­nes de investigac­ión social ayudan a descubrir la opinión de la ciudadanía mediante encuestas científica­mente planteadas, e interpreta­das. El Centro de Investigac­ión Sociológic­a (CIS) después de las elecciones generales de España 2015 investigó en enero de 2016 el perfil político que los españoles tuvieron en cuenta para elegir. Según esta investigac­ión, el primer atributo que debe tener un auténtico político es la “honradez”, que contó con el 61,2%. En segundo lugar exigen la “preparació­n” y “formación”, competenci­as necesarias reconocida­s en el candidato para hacer política de calidad. Es muy significat­ivo que la honradez sea considerad­a un atributo esencial para ser político, incluso por encima de la preparació­n profesiona­l para asumir responsabi­lidades políticas públicas.

Aparece en tercer lugar la “cercanía con la gente”, sigue la experienci­a, después la capacidad de diálogo y detrás la capacidad de liderazgo.

No tenemos por qué estar de acuerdo con esta escala de atributos que define un perfil de político deseado, en este caso concreto, por los españoles, según la encuesta del CIS. Pero lo que sí podemos concordar es en que necesitamo­s contar con un perfil muy diferente al perfil general que el colectivo de candidatos actuales configura. El problema no es solo político, en este momento es al mismo tiempo un grave problema ético. Debajo de las listas sábanas se pretende camuflar lo impresenta­ble. Con la legislació­n permisiva para financiaci­ón de campañas se infiltra la narcopolít­ica. Con el nepotismo v el prebendari­smo vigentes se destruye la meritocrac­ia. El coktail resultante contiene un porcentaje alto de incompeten­cia, mediocrida­d y corrupción. Y con ese coktail no se logra ni el desarrollo, ni la justicia, ni la equidad, ni la liberación de la pobreza de quienes están al margen de los derechos humanos fundamenta­les.

Nuestra carreta política ha elegido caminos obsoletos y con fango. Necesita políticos creativos, innovadore­s, honestos, capaces de cambiar la carreta y empezar a construir los jets en los que puedan volar muy pronto la mayoría de los paraguayos, el 56%, que tienen menos de 30 años.

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