ABC Color

Hagan lo que yo digo pero...

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com

SALAMANCA. A raíz de mi artículo sobre el caballito de juguete que era de madera, un amigo me envió un vídeo sobre el discurso de una niña canadiense en una conferenci­a de Naciones Unidas que tuvo lugar en Río de Janeiro. Fue hace ya algunos años, pero creo que es importante recordarlo. Hoy no voy a escribir. Transcribi­ré las palabras de esta niña con algún que otro recorte porque el espacio del cual dispongo no es suficiente. Esto es lo que ha dicho:

“Hola, soy Severn Suzuki y hablo en nombre de E.C.O. la organizaci­ón infantil del medio ambiente. Somos un grupo de 12 y 13 años tratando de hacer la diferencia, Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos los fondos para venir por nuestra cuenta y viajamos 8.000 kilómetros para decirles a los adultos que deben cambiar. (...) Hablo en nombre de todas las generacion­es que vendrán. Hablo en nombre de los niños hambriento­s del mundo cuyo llanto nadie escucha. Hablo en nombre de los animales agonizante­s del mundo porque ya no tienen a dónde ir. Tengo miedo de salir al sol a causa del agujero en la capa de ozono. Temo respirar el aire porque no sé qué químicos tiene. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre hasta que encontramo­s un pez lleno de tumores hace unos años. Y ahora oímos de animales y plantas que se extinguen, todos los días desaparece­n para siempre. Sueño con ver enormes manadas de animales salvajes, selvas y bosques lluviosos llenos de aves y mariposas. Pero ahora no sé si existirán para que los vean mis hijos. (...) Apenas soy una niña y no tengo la solución. Pero quiero que comprendan que ustedes tampoco la tienen. No saben reparar el agujero de la capa de ozono. (...) No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden devolver el bosque a donde ahora hay un desierto. Si no saben repararlo, por favor, dejen de romperlo. Aquí son los delegados de sus gobiernos, empresario­s, organizado­res, reporteros y políticos; pero también son madres y padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos de alguien. Solo soy una niña pero sé que somos parte de una familia, una familia de cinco mil millones. De hecho, una familia de 30 millones de especies. (...) Solo soy una niña pero sé que estamos todos juntos en esto y deberíamos actuar como un solo mundo con una sola meta. Mi ira no me vuelve ciega y mi miedo no me detiene de decirle al mundo lo que siento. En mi país generamos tanto desperdici­o, compramos y tiramos y aún así no compartimo­s con quien lo necesita. Aunque tenemos más que suficiente nos da miedo compartir. (...) En Canadá vivo una vida privilegia­da, con mucha comida, agua y refugio, tenemos relojes, bicicletas, computador­as y televisore­s. Podría seguir dos días enumerando. Hace dos días en Brasil nos sorprendim­os al pasar un tiempo con niños que viven en la calle. Uno de los niños nos dijo: ‘Ojalá fuese rico. Si fuese rico le daría comida a todos los niños de la calle. Les daría ropa, un techo, medicina, amor y afecto’. Si un niño de la calle que no tiene nada puede compartir, ¿por qué somos codiciosos nosotros que lo tenemos todo? No puedo evitar pensar en estos niños que tienen mi edad y que el sitio donde nacemos hace una diferencia enorme, que yo podría ser uno de esos niños en las favelas de Río, podría estar muriendo de hambre en Somalía, o víctima de guerra en el Medio Oriente o una limosnera en la India. Solo soy una niña pero sé que si todo el dinero de las guerras se usase para encontrar respuestas medioambie­ntales para terminar con la pobreza y firmar tratados, esta tierra sería un lugar maravillos­o. En la escuela, hasta en el jardín de infantes nos enseñan cómo comportarn­os, nos enseñan a no pelear con otros, a hablar las cosas, a respetar a los otros, a limpiar nuestros desórdenes, no lastimar a otras criaturas y no ser codicioso y compartir. ¿Por qué ustedes hacen todo lo que nos dicen que no hagamos? (...) ¿Por quién hacen esto? Somos sus propios hijos. Ustedes deciden en qué clase de mundo vamos a crecer. (...) ¿Estamos en su lista de prioridade­s? Mi papá siempre dice: ‘Eres lo que haces, no lo que dices’. Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por la noche. Dicen que nos aman, y yo los desafío, por favor, que sus acciones reflejen sus palabras. Gracias.

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