En contra de la ley, Aduanas “puentea” al M. de Hacienda
La dependencia de facto de la Presidencia que se implementó en la Dirección de Aduanas no es más que un invento para politizar la institución. El Código Aduanero claramente dispone de que si bien el ente recaudador tiene autonomía, depende del Ministerio
El artículo 384 de la Ley Nº 2422 del Código Aduanero expresamente señala que “la Dirección Nacional de Aduanas es un órgano del Estado de carácter autónomo, dependiente de la máxima autoridad del Ministerio de Hacienda, encargado de aplicar las disposiciones legales correspondientes”. Es decir, es absolutamente irregular o ilegal que Aduanas ignore a la cartera de la cual tiene directa dependencia.
Es irregular o ilegal, por ejemplo, que los jefes aduaneros se reporten, rindan cuentas y se subordinen a iniciativas del jefe de Gabinete Juan Carlos López Moreira, como el famoso “plan de recaudación”, impulsado por varios “magos de las finanzas” y el secretario del presidente Horacio Cartes, cuando es el Ministerio de Hacienda el que debe determinar los mecanismos y las prioridades de recaudación.
En el organigrama del Estado (publicado en el portal institucional) figura que Aduanas es una Dirección que tiene como cabeza al Ministerio de Hacienda.
El presidenciable Santiago Peña, exministro de Hacienda, había señalado en su momento que se debe unificar Aduanas a la citada cartera. La posición del candidato oficialista había surgido en medio de una crítica al director Nelson Valiente por las bajas recaudaciones, ingresos que coincidentemente comenzaron a subir cuando saltaron a la luz cómo los funcionarios aduaneros amasaron fortuna con magro salario.
La Ley 2422 no expresa que Aduanas depende de la presidencia, como quieren hacer creer los administradores del ente, que empezando por su director, se deben a directivas de López Moreira con quien pasa reuniéndose y “reportándose”.
Gracias a esta subordinación a la Presidencia es que funcionarios denunciados por corrupción como Gustavo Kirmser, Nitder Samudio, Édgar y Miguel Barrios (hermanos del diputado Clemente Barrios, Adolfo Almirón, César Samaniego (primo de Arnaldo y Lilian Samaniego), etc., se pegan el lujo de actuar como operadores políticos del poder de turno, o sea, del candidato de Cartes, garantizando así impunidad y seguir enriqueciéndose.