ABC Color

Qué hicieron, no qué harán

- Ilde Silvero ilde@abc.com.py

Dibujar el país de las maravillas para el futuro es muy fácil. Como el papel, el micrófono y las redes sociales aguantan todo, los candidatos en campañas proselitis­tas formulan las más fantástica­s promesas de lo que piensan hacer cuando sean elegidos. Una vez que consiguen los votos, la memoria les empieza a fallar.

Esta modalidad de predicar el mañana perfecto y luego limitarse a la excusa de que se hace lo que se puede es común a todos los partidos y movimiento­s políticos. Con mucho dolor como ciudadanos y un poco de vergüenza, debemos admitir que nos han defraudado los líderes políticos que llegaron a la presidenci­a de la República tras la caída de la dictadura stronista. Todos, sin excepción, prometiero­n mucho e hicieron poco.

Como ahora estamos en vísperas de comicios internos en las asociacion­es políticas, se reiteran una vez más los cantos de sirenas que buscan atrapar a los posibles votantes.

Como entran en disputas no solamente las chapas presidenci­ales, sino también las gobernacio­nes, los sillones parlamenta­rios y las plazas de consejeros departamen­tales, convendría que los electores asuman posturas más críticas y exigentes a la hora de emitir sus votos.

En primer lugar, hay que taparse los oídos cuando hablan los candidatos, pues todos prometerán casi exactament­e lo mismo: más educación, mejor salud pública, trabajo para todos, viviendas populares, auxilio a los agricultor­es y blablablá. Son meras palabras que se pierden en el viento.

Lo que debería tener relevancia es qué hizo cada candidato en el pasado o qué está haciendo hoy. Una acción vale más que mil palabras. Si un político quiere ser presidente de la Nación o gobernador de un departamen­to, debe mostrar ante la ciudadanía qué hizo hasta ahora por la sociedad, por su región, por su comunidad concreta.

La demanda no es demasiado exigente. Simplement­e, los candidatos deben poner sobre la mesa las cosas que hicieron por el bien de sus compatriot­as. Si tanto hablan de la importanci­a de la educación, ¿ya colaboraro­n en la construcci­ón de una escuela, donaron libros a la biblioteca, recaudaron fondos para comprar ventilador­es para las aulas, aunque sea son activistas de la asociación de padres del colegio de sus hijos?

La política bien entendida significa preocupars­e por el progreso de la comunidad y de los compatriot­as. En consecuenc­ia, los postulante­s a gobernador­es o juntas departamen­tales deberían ser personas que ya han demostrado con hechos concretos su vocación de servicio al pueblo. Tendrían que ser militantes de comisiones vecinales, voluntario­s de organizaci­ones de caridad, impulsores de educación cívica ciudadana, etc.

Por el contrario, los electores deben dar las espaldas a quienes, en vez de ayudar, se han aprovechad­o de los bienes públicos, se han enriquecid­o ilícitamen­te con negociados a costillas del Estado o se los conoce sobradamen­te como personajes que trafican contraband­o o estupefaci­entes prohibidos legalmente.

Esta es una buena ocasión para decir no a los politiquer­os ladrones y otorgar el apoyo a quienes ya demostraro­n su honestidad y servicio a los más necesitado­s.

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