Qué hicieron, no qué harán
Dibujar el país de las maravillas para el futuro es muy fácil. Como el papel, el micrófono y las redes sociales aguantan todo, los candidatos en campañas proselitistas formulan las más fantásticas promesas de lo que piensan hacer cuando sean elegidos. Una vez que consiguen los votos, la memoria les empieza a fallar.
Esta modalidad de predicar el mañana perfecto y luego limitarse a la excusa de que se hace lo que se puede es común a todos los partidos y movimientos políticos. Con mucho dolor como ciudadanos y un poco de vergüenza, debemos admitir que nos han defraudado los líderes políticos que llegaron a la presidencia de la República tras la caída de la dictadura stronista. Todos, sin excepción, prometieron mucho e hicieron poco.
Como ahora estamos en vísperas de comicios internos en las asociaciones políticas, se reiteran una vez más los cantos de sirenas que buscan atrapar a los posibles votantes.
Como entran en disputas no solamente las chapas presidenciales, sino también las gobernaciones, los sillones parlamentarios y las plazas de consejeros departamentales, convendría que los electores asuman posturas más críticas y exigentes a la hora de emitir sus votos.
En primer lugar, hay que taparse los oídos cuando hablan los candidatos, pues todos prometerán casi exactamente lo mismo: más educación, mejor salud pública, trabajo para todos, viviendas populares, auxilio a los agricultores y blablablá. Son meras palabras que se pierden en el viento.
Lo que debería tener relevancia es qué hizo cada candidato en el pasado o qué está haciendo hoy. Una acción vale más que mil palabras. Si un político quiere ser presidente de la Nación o gobernador de un departamento, debe mostrar ante la ciudadanía qué hizo hasta ahora por la sociedad, por su región, por su comunidad concreta.
La demanda no es demasiado exigente. Simplemente, los candidatos deben poner sobre la mesa las cosas que hicieron por el bien de sus compatriotas. Si tanto hablan de la importancia de la educación, ¿ya colaboraron en la construcción de una escuela, donaron libros a la biblioteca, recaudaron fondos para comprar ventiladores para las aulas, aunque sea son activistas de la asociación de padres del colegio de sus hijos?
La política bien entendida significa preocuparse por el progreso de la comunidad y de los compatriotas. En consecuencia, los postulantes a gobernadores o juntas departamentales deberían ser personas que ya han demostrado con hechos concretos su vocación de servicio al pueblo. Tendrían que ser militantes de comisiones vecinales, voluntarios de organizaciones de caridad, impulsores de educación cívica ciudadana, etc.
Por el contrario, los electores deben dar las espaldas a quienes, en vez de ayudar, se han aprovechado de los bienes públicos, se han enriquecido ilícitamente con negociados a costillas del Estado o se los conoce sobradamente como personajes que trafican contrabando o estupefacientes prohibidos legalmente.
Esta es una buena ocasión para decir no a los politiqueros ladrones y otorgar el apoyo a quienes ya demostraron su honestidad y servicio a los más necesitados.