Experta de OCDE sugiere formalizar empleos para mejorar recaudación
Gabriela Ramos, directora de Gabinete de la OCDE, instó a las autoridades locales a derribar muros en la formalización de empleos a través de políticas más flexibles. En entrevista con nuestro diario, la especialista, de nacionalidad mexicana, sostuvo que
En un país como el nuestro, donde predominan los empleos precarios a pesar de la expansión económica, se necesita replantear algunas políticas que permitan que ese crecimiento sea más inclusivo y llegue a todos, según ideas expuestas por la alta ejecutiva de la Organización para el Crecimiento y Desarrollo Económico (OCDE). La formalización le conviene a todos, al trabajador en primer lugar y al Gobierno, porque potencia sus recursos fiscales, que luego es invertido en más y mejores servicios públicos.
Paraguay se encuentra en la franja de países con más alta tasa de informalidad la- boral en la región, cerca del 70%, por encima de la media que está en 53%, según datos del Foro Económico Mundial y la OCDE.
La fuerza laboral en nuestro país está abocada mayormente a las microempresas, son cuentapropistas, y clase obrera, que por lo general no cuentan con ningún tipo de seguridad social que cubra sus necesidades básicas de salud o jubilación, lo que acrecienta el riesgo de caer en la franja de pobreza o pobreza extrema ante fenómenos también extremos, como enfermedades terminales en la familia, pérdida del empleo, entre otros.
En el índice regional de la informalidad laboral somos superados solo por Perú, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Incentivos y flexibilidad
Al respecto, Gabriel Ramos señala que es preciso encaminar acciones para incluir a los sectores no formalizados. Para ello, según la experta se puede incrementar los incentivos a la formalidad a través de programas fiscales, educación. También recomienda flexibilizar los procesos de contratos por parte de las empresas, reducir las contribuciones onerosas de los trabajadores de bajas capacidades.
Invertir en capacidades
La emisaria de la OCDE alegó además que el proceso de la formalización laboral requiere además una inversión en las capacidades de las personas. “Invertir en las personas, invertir en la tecnología digital para conectar a la población que puede estar siendo objeto de una mejoría en el nivel de su educación y de mejores trabajos”. La experta agregó que a medida que se vayan desarrollando las capacidades de los individuos, van a aspirar a mejores trabajos, y no se van a conformar con empleos mal remunerados y de condiciones precarias.
“Entonces generas el circulo virtuoso de conectarlos con los empleos de calidad y en contrapartida ves cómo esos empleos formalizados contribuyen en mejorar la recaudación fiscal y el Estado tiene mayores recursos para seguir invirtiendo en servicios públicos de calidad”, afirmó.
Desafíos a nivel del empleo juvenil
Otro gran drama para nuestro país es la ocupación en los jóvenes. De acuerdo con cifras oficiales de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), el desempleo es mayor en la franja juvenil, pues llegó al 11,02% a fines de 2016. Son unos 207.274 jóvenes de entre 15 y 29 años que buscan activamente trabajo en todo el país (desempleo abierto).
Esta situación afecta con mayor intensidad a las mujeres, con 13,92%, mientras que a los hombres en (9,11%). En cuanto a nivel salarial, el 47,5% de los jóvenes de entre 15 y 29 años declara que sus ingresos son menores al salario mínimo legal (G. 2.040.123 al mes), y el 78% no cuenta con ningún tipo de seguridad social. Otro dato alarmante es la cantidad de jóvenes que no trabajan ni estudian, que en la franja comprendida entre 20 a 24 años llega al 16,16% y entre jóvenes de 25 a 29 años llega al 16,89%.
Según la OCDE, Paraguay es uno de los países en América Latina con la mayor incidencia de jóvenes que se desempeñan en empleos informales. Un informe revela que el 72% de los jóvenes que trabajan lo hacen de manera informal, lo que supera en 20 puntos porcentuales al promedio de 52% en América Latina. Este porcentaje (de informalidad) asciende hasta el 99% y 94% entre los jóvenes que viven en extrema pobreza y pobreza moderada, respectivamente, según muestra justamente un documento del organismo dedicado enteramente al análisis de la juventud en América Latina y sus competencias.
Conectar el estudio y el trabajo
Ante este desalentador escenario en la ocupación juvenil, la experta de la OCDE recomienda trabajar en una conexión más efectiva de la escuela al trabajo. “En nuestros países tenemos una desconexión de lo que se enseña, frente a lo que se necesita en el mercado laboral”, advirtió.
“Tenemos generaciones con un nivel educativo mucho más alto que las generaciones anteriores. Sin embargo, tenemos a los empresarios que nos están diciendo que no encuentran las capacidades que buscan en un 50%”, apuntó.
Ramos insistió en que es preciso trabajar en esa conexión para generar los me- canismos que puedan dar entrada a esos chicos al mercado laboral sin necesidad de hacerlo tan complicado.
La experta citó algunos ejemplos de éxito como lo aplicados en países como Alemania, que adoptaron el sistema de aprendices para estudiantes en empresas, como una herramienta muy útil para que acercarles a la necesidad real del mercado.
“Los programas de aprendizaje para los estudiantes que se pasan uno o dos años en las empresas y adquieren ese conocimiento para poder buscar otras posibilidades es sumamente importante para definir la capacidad del joven en el campo profesional, porque saltar de la escuela al trabajo es muy difícil en estos tiempos que son más exigentes y se requiere mayor eficiencia”, dijo.
Otra conexión relevante, según la experta, es la empresa con la educación y los sistemas de investigación. “La conexión de estos componentes hará una economía más dinámicas en el futuro”, afirmó.
Ramos, quien participó en la conferencia de la OCDE sobre sistemas de protección social en A. Latina la semana última, apostó en su intervención por centrar la atención en la lucha contra la informalidad laboral para garantizar la seguridad y la inclusión social de estas clases sociales y, en concreto, de los trabajadores jóvenes, las mujeres y las personas menos cualificadas. “No debemos considerar solo los ingresos, sino las oportunidades”, comentó Ramos, y añadió que los trabajos de calidad tienen que alcanzar a todos y no solo a un grupo pequeño de nuestras sociedades. Asimismo, esta formalización del trabajo también se traduciría, en su opinión, en una disminución de la corrupción y serviría para reducir la brecha de género.