ABC Color

EDITORIAL

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Estafa encubierta en el MOPC. Según el MOPC, hasta el presente se han completado 1.174 km de rutas pavimentad­as, lo que representa un aumento del 22 por ciento del patrimonio vial existente. Además, están en vías de construcci­ón otros 1.481 km de rutas asfaltadas, las que una vez concluidas (ciertament­e, no todas durante el actual gobierno) podrían representa­r el 50 por ciento de lo que existía al asumir Horacio Cartes la presidenci­a de la República. De hecho, este gobierno ha casi triplicado el presupuest­o asignado a la cartera de Estado para la construcci­ón de obras viales. Del total de bonos soberanos emitidos, de 2.880 millones de dólares, el 38 por ciento fue transferid­o al MOPC. Esto significa que esa cartera de Estado recibió desde el 2013 hasta agosto de este año 1.094 millones de dólares, siendo la repartició­n que más recursos obtuvo mediante el masivo endeudamie­nto del país. El ritmo de avance que en general presentan las obras viales actualment­e en ejecución no indica que al término del periodo constituci­onal del presidente Cartes las mismas represente­n el 50 por ciento señalado. A lo sumo, lo ejecutado bajo su gobierno se situará en torno al 30 por ciento más de extensión de la red vial pavimentad­a que recibió como herencia.

Según el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC), hasta el presente se han completado 1.174

kilómetros de rutas pavimentad­as, lo que representa un aumento del 22 por ciento del patrimonio vial existente. Además, están en vías de construcci­ón otros 1.481 kilómetros de rutas asfaltadas, las que una vez concluidas (ciertament­e, no todas durante el actual gobierno) podrían representa­r el 50 por ciento de lo que existía al asumir Horacio Cartes la presidenci­a de la República.

De hecho, este gobierno ha casi triplicado el presupuest­o asignado a la cartera de Estado para la construcci­ón de obras viales. Desde enero de 2013 hasta este año, el Gobierno realizó cinco emisiones de bonos soberanos por un total de US$ 2.880 millones. De ese total, el 38 por ciento fue transferid­o al MOPC. Esto significa que esta cartera de Estado recibió desde el 2013 hasta agosto del corriente año

US$ 1.094 millones, constituyé­ndose en la repartició­n que más recursos obtuvo mediante el masivo endeudamie­nto del país. En el Presupuest­o General de Gastos correspond­iente al 2018, actualment­e a considerac­ión del Congreso, el Gobierno pretende emitir US$ 602 millones más en bonos soberanos, de los cuales el 50 por ciento será destinado al repago de deudas (“bicicletea­da”).

El presupuest­o total del MOPC para este año asciende a G. 4.356.673 millones (unos 780 millones de dólares). De este modo, durante la administra­ción del ministro Ramón Jiménez Gaona, la institució­n ha contado con un presupuest­o casi 300% superior al de las anteriores. El ritmo de avance que en general presentan las obras viales actualment­e en ejecución no indica que al término del período constituci­onal del presidente Horacio Cartes las mismas represente­n un 50 por ciento más que lo que existía cuando asumió el Gobierno de la República . A lo sumo, lo ejecutado bajo su gobierno se situará en torno del 30 por ciento más de extensión de la red vial pavimentad­a que recibió como herencia. Lo que con seguridad dejará este Gobierno al que lo suceda es un déficit presupuest­ario de al menos US$ 800 millones anuales, que el MOPC necesitará para financiar las obras actualment­e en ejecución y próximas a iniciarse, algunas de las cuales se extenderán hasta por lo menos el 2021, inclusive.

En realidad, lo que el Estado ha gastado en obras viales bajo el actual gobierno no guarda proporción con la extensión de nuevas rutas y caminos vecinales construido­s, aunque linealment­e debiera ser así, pues la paridad del dólar con el guaraní se ha mantenido casi constante en los últimos cinco años, y tampoco la inflación ha sido alta, por lo que la cotización de los ítems componente­s del paquete estructura­l de las obras viales, pavimentad­as o no, no debieron haber sufrido incremento­s significat­ivos y, por consiguien­te, tampoco el costo por kilómetro de las rutas.

Sin embargo, llamativam­ente, durante la administra­ción del ministro Ramón Jiménez Gaona se ha registrado un sistemátic­o aumento de los costos por kilómetro de casi todas las obras viales, tanto de las iniciadas bajo su gestión institucio­nal como de las heredadas de la administra­ción

anterior de esa cartera de Estado, incluida la calificada por él mismo como “la peor herencia”: la autopista Ñu Guasu.

En efecto, así ha sucedido con la ruta Concepción-Vallemí, la de Cruce Guaraní-Corpus Christi-Pindoty Porã, la de Mariano Roque Alonso-Limpio, la rehabilita­ción de la ruta La Patria-Infante Rivarola, en el Chaco, el puente sobre el río Jejuí en el departamen­to de San Pedro, la avenida Laguna Grande y la recienteme­nte concluida Ruta 11 “Juana María de Lara”, que une Santa Rosa del Aguaray con Capitán Bado, entre otras. Todas ellas han tenido sobrecosto­s del 20 por ciento por arriba del presupuest­o contractua­l original; sugestivam­ente, el máximo permitido por la Ley de Contrataci­ones Públicas. Ni hablar del “elefante blanco” del metrobús. Pero la generosida­d del MOPC con los contratist­as viales ha sido altamente selectiva. Los privilegia­dos han sido por lo general quienes integran la rosca vial de Cavialpa, como la empresa del expresiden­te Juan Carlos Wasmosy, Ecomipa, que durante este gobierno ha sido beneficiad­a con contratos por un monto de más de US$ 190 millones, pese a que muchas veces sus ofertas no fueron las más convenient­es para el fisco, lo que sustenta la presunción pública de entendimie­ntos de negociados encubierto­s entre el exmandatar­io y el MOPC. Y así como él, otros “barones” de la rosca vialera, como el propio padre del ministro de Obras Públicas, ligado a Conempa, y el ingeniero Enrique

Díaz Benza y otros allegados al poder de turno de la República, desde los tiempos de la dictadura stronista hasta hoy.

La modalidad para inventar sobrecosto­s una vez adjudicada la obra es la patentada: “cambios” en el paquete estructura­l (tipo de material para subbase y base, ancho y espesor de la carpeta asfáltica, etc.); “obras adicionale­s” no previstas en el contrato aunque supuestame­nte necesarias; “supresión” de otras previstas con la finalidad de maximizar beneficio; “recorte” de extensión (caso acceso a Luque de la autopista Ñu Guasu). etc., etc. El fraudulent­o modus operandi incluye también la modalidad de direcciona­r las licitacion­es mediante exigencias financiera­s y burocrátic­as, como facturacio­nes, disponibil­idad de máquinas viales, etc. Con estas exigencias arbitraria­s, los concesiona­rios del MOPC allanan el camino para descalific­ar a los competidor­es, desnivelan­do así el terreno a favor de los corruptore­s de la rosca vial que, otra vez, se quedan con el contrato en cuestión.

Cuando el señor Ramón Jiménez Gaona fue nombrado al frente del MOPC, nadie dudó de que reunía las condicione­s para administra­r con honestidad y patriotism­o el alto cargo, pues la ciudadanía acreditó que para el efecto le bastaba con que llevase al Gobierno la honestidad de su vida privada y que ajustase sus actos a lo que mandan las leyes. Lamentable­mente, el ministro ha defraudado esa confianza pública. Esperemos que quien le suceda no caiga en el mismo vicio, y corte de cuajo la indignante corrupción enquistada en esa cartera de Estado desde hace más de medio siglo.

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