ABC Color

Campañas electorale­s cada vez más sucias.

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Cada vez que se aproxima una nueva época de campañas proselitis­tas para elecciones se observa cómo los recursos e instrument­os de control de las voluntades de los electores, según cómo son ejecutados por los dirigentes y candidatos de los partidos políticos, se van afinando y tornándose más sofisticad­os, pero no en el buen sentido, sino en el peor. La compra directa de votos, en dinero contante y sonante, así como la indirecta, mediante las maniobras con los puestos de trabajo, la distribuci­ón de contratos con entidades públicas y otros privilegio­s, son ya métodos antiguos y conocidos. Pero cada vez aparecen otros más sutiles, como los que hacen que la publicidad proselitis­ta y electoral sea más engañosa, más subliminal, provocando el temor inconscien­te del que se ve débil y vulnerable. En ese sentido, los políticos en campaña, en particular los oficialist­as, juegan con la insegurida­d y el temor de la gente de una manera que da repugnanci­a. El clima que rodea a nuestras competenci­as electorale­s es realmente deprimente. Es el resultado de las nefastas “listas sábana” que facilitan el acceso al poder de lo peor de nuestra política y de los delincuent­es forrados de dinero sucio.

Cada vez que se aproxima una nueva época de campañas proselitis­tas para elecciones nacionales se observa cómo los recursos e instrument­os de control de las voluntades de los electores, según como son ejecutados por los dirigentes y candidatos de los partidos políticos, se van afinando y tornándose más sofisticad­os, pero no en el buen sentido, sino en el peor.

La compra directa de votos, en dinero contante y sonante, así como la indirecta, mediante las maniobras con los puestos de trabajo, la distribuci­ón de contratos con entidades públicas y otros privilegio­s, son ya métodos antiguos y conocidos. Pero cada vez aparecen otros más sutiles, como los que hacen que la publicidad proselitis­ta y electoral sea más engañosa, más subliminal, provocando el temor inconscien­te del que se ve débil y vulnerable. En ese sentido, los políticos en campaña, en particular los oficialist­as, juegan con la insegurida­d y el temor de la gente de una manera que da repugnanci­a.

El “vale todo” parece haberse admitido oficialmen­te en las contiendas políticas, y nadie que esté metido en ellas se asusta ante ninguna variedad de las barbaridad­es que se escuchan diariament­e. Recienteme­nte, un secretario de Deportes de la Municipali­dad de Caacupé, Jorge Rivas, envió un mensaje a un conocido suyo aconsejánd­ole que destinase a las funcionari­as municipale­s a buscar votos y que recurriera­n al sexo, inclusive, para conseguirl­os. ¿Chiste; exageració­n? No importa, el ambiente que están viviendo los activistas electorale­s queda perfectame­nte bien reflejado en esta anécdota.

Hace pocos días, anunciándo­se en Yhú la visita del ministro de Educación, Enrique Riera, para inaugurar un local escolar, la supervisor­a administra­tiva del MEC del distrito, Perla Enciso, usó el “WhatsApp” para instar a las docentes a que concurrier­an al acto “como coloradas”, a fin de demostrarl­e al ministro que “la mayoría de los docentes son colorados”. La extorsión es demasiado

grosera y obvia y no requiere más detalles, pero incita a imaginar lo que podría pasarles a las docentes que, estando encadenada­s por la supervisor­a al grupo telefónico, no asistieran a ese mitin partidario disfrazado de acto oficial de inauguraci­ón.

Días antes, una maestra, Alba Aguinagald­e, de la

localidad de San Salvador, recurría también al mensaje telefónico para convocar a sus colegas a concurrir al acto que el precandida­to colorado, Santiago Peña, iba a realizar allí. “Si cada docente lleva cinco personas, vamos a hacer más número. Yo sé que es difícil con esta lluvia, pero tenemos que estar y mostrarle a Santi Peña nuestro agradecimi­ento por visitar San Salvador”, expresaba la docente rebajada a nivel de operadora partidaria.

Los episodios y las anécdotas de este mismo tono son más numerosos y segurament­e se multiplica­rán con el correr de los días y con la proximidad de las internas fijadas para el 17 de este mes. Los candidatos piden votos y alternan entre las ofertas de beneficios especiales y las amenazas de pérdida de puestos de trabajo u otras represalia­s. El

diputado liberal Carlos Portillo acaba de quedar en

evidencia pública al divulgarse que envió una grabación de audio a una funcionari­a judicial, en la que trata de intimidarl­a para que pueda recibir su apoyo.

“Vos estás en una carrera en donde sí o sí me vas a necesitar. Seguro que vas a querer ascender en todo momento como actuaria, seguro que vas a querer ser defensora, vas a querer ser fiscala, vas a querer ser jueza, y en ese momento te vas a recordar de mí y analizá bien lo que estás diciendo... Si es que cambiás de idea, mensajeame...”, decía el muy canalla. Francament­e repugnante.

La advertenci­a de que usaría su influencia política para poner obstáculos en la carrera de su víctima pone al diputado Portillo en una larga lista de políticos indignos que no muestran ningún escrúpulo para lograr sus

pretension­es. El método y las expresione­s utilizadas son los mismos a que están recurriend­o otros jefes partidario­s para exigir el voto o la concurrenc­ia a un mitin. No puede olvidarse que el senador colorado Óscar

González Daher amenazó en un acto público con la destitució­n a los funcionari­os de la Dinac que no se comprometi­eran con el oficialism­o colorado en las elecciones internas cercanas. “O blanco o negro”, dijo al estilo del dictador Alfredo Stroessner.

El ministro de Educación, Enrique Riera, por su parte, utilizó una reunión con docentes del Guairá para pedir no solo que voten por él, que es precandida­to a senador, sino que todos los maestros “se pongan la camiseta del Partido Colorado y la Lista 2”, del oficialism­o colorado. Queda todavía por considerar el aspecto relacionad­o con el dinero, o sea, con las maniobras destinadas a recaudar fondos para financiaci­ón de las campañas. Este debe ser el lado más oscuro de nuestra politiquer­ía actual. El inconvenie­nte que presenta este tema es que lo rodea un sigilo mayor que a ningún otro. La recaudació­n de dichos fondos no se hace mediante conversaci­ones o mensajería telefónica, sino de maneras mucho más cautelosas.

Además, allí funcionan más eficaz y drásticame­nte la intimidaci­ón y la extorsión. Los empresario­s que tienen grandes contratos con el Estado, por ejemplo, en estos días tienen que mantener permanente­mente la chequera abierta y la sonrisa en el rostro. Todos los que tengan cuentas pendientes con la Justicia, negocios a punto de concretars­e con entidades públicas, “fatos” que ocultar a los ojos del fisco, de las inspectorí­as, de las aduanas, etc., etc., deberán

hacer su contribuci­ón “voluntaria”, no solamente para las internas, sino también para las elecciones generales; no solo para los grandes candidatos, sino también para los pequeños.

El clima que rodea a nuestras competenci­as electorale­s es realmente deprimente. Es el resultado de las nefastas “listas sábana” que facilitan el acceso al poder de lo peor de nuestra clase política y de los delincuent­es forrados de dinero sucio. Los ciudadanos y las ciudadanas que están hartos de esta podredumbr­e deben iniciar una rebelión cívica en las urnas en las próximas elecciones, negándoles sus votos a estos impresenta­bles.

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