ABC Color

Macondo paraguayo

- arivarola@abc.com.py

Armando Rivarola

Quisiera aprovechar este espacio para recomendar el libro de un compañero y amigo, Nelson Zapata, y de un enemigo ancestral, Luis Bareiro Mersán. Léanlo, no se van a arrepentir. Lo acaban de lanzar bajo el título Noticias de Macondo, Editorial Servilibro, y la pulcrísima edición de Tu Libro, de Gaby Murdoch y María José Peralta, con corrección de Montserrat Álvarez y diseño de Josema Ferreira.

Confieso que cuando la escuché a Mabel Rehnfeldt en la presentaci­ón me dije que exageraba. ¿Compararlo­s con García Márquez? ¡Vamos! Pero al pasar uno tras otro los relatos, que se leen de una sentada, solo interrumpi­da de tanto en tanto para soltar una carcajada, tuve que ir reconocien­do a regañadien­tes que estos irrespetuo­sos no se contentan con plagiarle “Macondo” en el título al Premio Nobel; tampoco se le achican en la narración.

Con la salvedad de que a Cien años de soledad, al decir de Borges, siendo una obra maestra universal, “le sobran unos cincuenta años”, mientras que a Noticias de Macondo no le sobra ni le falta nada.

Son un poco crónicas, un poco cuentos, con algo de estilo periodísti­co y desenfadad­as libertades literarias, todo inspirado en hechos reales publicados en la prensa. ¿Qué mejor combinació­n? El periodismo se ciñe a los hechos, pero allí donde los hechos no alcanzan, entra la literatura para completarl­os con magia, sentido del humor, picardía, irreverenc­ia. Como decía un tío, el cuentero tiene permitido agregarle azúcar al cocido. Si ocurrió en la realidad, bien, y si no ocurrió, peor para la realidad, para eso está la imaginació­n.

Luis y Nelson lo hacen con gracia y destreza, con lo cual no solo le retribuyen derechos de autor a Gabo, sino que le hacen honor a uno de los grandes cultores del género en el periodismo paraguayo, el incivil Luis Meaurio, que yo sepa, el único ser vivo que recibió alguna vez de parte del director de ABC “licencia para matar” para publicar lo que se le antojara.

Y mejor o peor aún, honor a la memoria de Helio Vera, insigne mentor de Luis Bareiro (de él es la culpa), de quien hicieron mucha y merecida mención en la presentaci­ón. También voy reconocien­do que el pupilo va superando al maestro, aunque sospecho que a Helio, otro gran coleccioni­sta de disparatad­as historias macondeana­s, no le habría molestado, sino que se habría llenado de orgullo y divertido mucho con este libro.

Acertadame­nte, Mabel justificó sus elogios con que el Macondo paraguayo no tiene nada que envidiarle a ningún otro Macondo (¿dónde más, si no, un caballo queda preso por abigeato?) y que solo necesita del talento y el ingenio de gente como Luis y Nelson para darse a conocer y trascender.

Bien por ellos, aunque, en el caso de Luis, tengo que decirles que él y yo tenemos un duelo pendiente para saldar una vieja cuenta histórica, ya que su antepasado Cándido Bareiro mandó matar a mi antepasado Cirilo Antonio Rivarola, un magnicidio que aún requiere venganza, y que me la pienso cobrar, como sin duda haría cualquiera de los Buendía en Macondo.

Solo que, pensándolo mejor, acordamos que los dos todavía somos jóvenes para morir, por lo que decidimos posponer la elección de armas y padrinos para cuando tengamos 90 años por ahí, así disfrutamo­s bien de la vida y dejamos nuestras deudas para el final.

Es una pena que no haya lugar para ambos en el mundo, uno de los dos tendrá que sucumbir. Pero, mientras tanto, Luis Bareiro es una de las personas que más admiro, más respeto y más aprecio en este país. Es un lujo tenerlo y un placer leerlo. Mis sinceras felicitaci­ones para él y para Nelson.

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