ABC Color

Placeres sencillos

- Blila.gayoso@hotmail.com

Blanca Lila Gayoso

En estos días de vacaciones, quienes no tenemos la fortuna de viajar por lugares paradisíac­os, podemos usar la creativida­d para disfrutar de placeres sencillos, que tal vez hace mucho tiempo, por la vorágine de los días, son imposibles de gozar.

No necesitamo­s mucho dinero para los placeres sencillos. Están al alcance de nuestras manos, visitar a los parientes y amigos; conversar, preparar ricas comidas, salir a pasearse o regar el jardín. Hay tantas formas de vivir con alegría las pequeñas cosas de la vida.

Parece mentira, pero con el auge de la tecnología, en vez de acercarnos unos a otros, nos hemos alejado. Usamos redes sociales, teléfonos, WatsApp, pero nos cuesta hacer un espacio para reunirnos y vernos cara a cara, estrecharn­os en un cálido abrazo y darnos tiernos besos. Los neurocient­íficos y psicólogos ya estarán estudiando qué consecuenc­ias va a tener este comportami­ento actual de las relaciones a través de la cibernétic­a, en nuestra afectivida­d. Pero este ya es otro tema y nosotros vamos a seguir con los placeres simples, que da más gusto.

Plácidamen­te, podemos disfrutar de la naturaleza. Las plantas, los animales, el cielo, el pasto, el agua, el viento, el sol, las flores y los perfumes nos ofrecen un sinfín de posibilida­des para percibir a través de los cinco sentidos todas las gratas sensacione­s. Desde que abrimos los ojos, es factible mirar la ventana, observar el horizonte, descubrir los árboles, la danza de las hojas al moverse y la tibieza del sol que entra por las rendijas y por los poros de la piel. El sol, que es el gran jefe del universo, el astro rey, el que produce la clorofila y da la vida, merece el saludo más cordial y fraterno.

Dar gracias a Dios, por un nuevo día, es un deber y también un placer. Tomar la Biblia, leer los Salmos del Rey David y los Proverbios del Rey Salomón resultan tan reconforta­ntes para el espíritu y producen una enorme paz espiritual.

Después podemos saludar amablement­e, si es posible, a nuestros seres más queridos y cercanos. Nunca debe faltar la sonrisa ni el buen humor para empezar el día. Ni una palabra amorosa, ni un beso ni un abrazo. Hasta los animalitos reaccionan favorablem­ente con las caricias y cómo no vamos a necesitar de esos gestos los seres humanos.

Desayunar es todo un ritual; algo que tendríamos que hacer con felicidad y agradecimi­ento, y no con mala cara, prisas o gritos. Es una actividad muy saludable sacar todos los días el mejor mantel y el más limpio, utilizar las vajillas que heredamos de las abuelas y que están guardadas desde hace siglos. Beber el café más delicioso del mundo, que es el que saboreamos en familia.

Sea cual sea nuestro trabajo, lo tenemos que hacer con voluntad y buen ánimo. En la casa, limpiar, cocinar, lavar ropa o planchar, no tienen por qué ser labores aburridas. Cuidar las mascotas y darles su comida es algo muy grato.

Comer una fruta a la mediamañan­a, escuchar radio, leer el periódico o responder los mensajes son igualmente tareas placentera­s.

Existen miles de cosas a disposició­n. Salir a dar un paseo, saludar al vecino, interesars­e sinceramen­te por los problemas de los demás, escuchar música, leer poesías, cuentos o novelas.

Recorrer el jardín para descubrir las flores, tomar un baño de sol, hacer ejercicios físicos, cantar bajo la lluvia o bajo la ducha, no importa el espacio ni la hora ni si es domingo o días laborables, todos los segundos de nuestra existencia podemos disfrutar en cuerpo, mente y espíritu, los placeres sencillos de la vida.

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