El Partido Colorado no merece ser votado.
Los anuncios del candidato de la ANR a la presidencia de la República, Mario “Marito” Abdo Benítez, de que combatirá la corrupción aparecen como mero palabrerío circunstancial, “versos” para adornar su discurso, ante la realidad de los hechos. Es demasiado fácil percibir que ni él ni ningún otro dirigente colorado van a combatir la inmoralidad en el manejo de los asuntos del país, sino que van a servirse de ella para gobernar más convenientemente a sus intereses particulares, tal como ya viene sucediendo. En ese sentido, los primeros pasos dados por el candidato y por sus sostenedores partidarios ya son claros y perfectamente útiles para adivinar lo que vendrá después. En el “caso González Daher”, por ejemplo, se hizo evidente que una mayoría de colorados no quiere prescindir de él, a pesar de que está imputado por tres delitos. En el caso del fiscal general Javier Díaz Verón, el sector cartista, que integra la “unidad granítica” del coloradismo, se opuso al juicio político al que querían someterlo. Por lo que se ve, el Partido Colorado no piensa prescindir de los corruptos, no va a introducir gente nueva, no va a variar un milímetro la regla con la que sus integrantes miden los privilegios del poder.
Los anuncios del candidato de la ANR a la presidencia de la república, Mario “Marito” Abdo Benítez, de que combatirá la corrupción en nuestro país aparecen como mero palabrerío circunstancial, “versos” para adornar sus discursos, ante la realidad de los hechos. Es demasiado fácil percibir que ni él ni ningún otro dirigente colorado van a combatir la inmoralidad en el manejo de los asuntos del país, sino que van a servirse de ella para gobernar más convenientemente a sus intereses particulares, tal como ya viene sucediendo. En ese sentido, los primeros pasos dados por el candidato y por sus sostenedores partidarios ya son claros y perfectamente útiles para adivinar lo que vendrá después. En el transcurso del “caso González Daher”, por ejemplo, se hizo evidente que una mayoría de colorados no quiere prescindir de él. Sea porque le deben mucho dinero, sea porque necesitan de su fortuna para financiar sus campañas, sea porque temen sus represalias porque el tipo “sabe mucho”, lo cierto es que el hoy senador destituido Óscar González Daher está atornillado a la “lista sábana” de la ANR para las próximas elecciones y todo indica que volverá a ser legislador en representación de ese partido.
¿No tuvo el Partido Colorado fuerza ética suficiente para impedir que gente como este individuo integrara sus listas? ¿O en realidad a ese partido no le interesa la calidad moral personal de sus candidatos sino su capacidad económica para “contribuir con la causa”? Ambas posibilidades son completamente probables.
“Marito” tiene la magnífica excusa para lavarse las manos esgrimiendo el argumento de que “González Daher fue elegido por el pueblo” y por tanto no se lo puede sacar de las listas. Si bien con frecuencia opina tímidamente que el senador luqueño tiene que dar un paso al costado, para que sea creíble su posición debe impulsar una enérgica campaña a nivel de sus correligionarios para conseguir que el impresentable exlegislador no tenga más remedio que apartarse. “Marito” debería sostener claramente que no desea tener entre los elegibles del Partido Colorado a una persona imputada nada menos que por tres presuntos delitos: tráfico de influencias, cohecho pasivo (coima) y asociación criminal. Debería hacerle notar que su presencia contamina la lista colorada y que se constituirá en un feroz espantavotos en las próximas elecciones.
Pero no. En vez de eso, viene consolidando la “unidad granítica” partidaria con Horacio Cartes, el jefe del clan que promovió la precandidatura de Santiago Peña –que incluyó en la lista de candidatos a senador a González Daher–, lo que constituye otra muestra de que las cosas van a seguir exactamente como están ahora. La tal “unidad granítica”, según el concepto que de ella tienen los dirigentes colorados, no es más que una especie de conjura para ganar el poder o permanecer en él. Fuera de esto, no significa nada, no tiene valor ético, no sugiere una línea de conducta decente para los afiliados, no los eleva ni engrandece; solo les motiva la conservación de los privilegios y de la impunidad. Estas dos palabras, privilegios e impunidad, son las que sintetizan todo lo que está en juego para los candidatos de la ANR. Horacio Cartes, de cuyo coloradismo todavía hay que permitirse dudar, dados sus antecedentes como ciudadano completamente indiferente ante la política, que se afilió solo para postularse por el Partido Colorado, impulsa con Marito
la “unidad granítica” y exhorta a que se vote por quien era hasta hace días su principal adversario. Esto podría verse como algo muy noble si no fuese porque la nobleza, en ese
ambiente, no tiene cabida, ya que la inmensa mayoría de los políticos paraguayos no la consideran una virtud, sino una manifestación de ingenuidad.
Lo que persiguen realmente Cartes y sus seguidores más próximos, dirigentes y adherentes de su movimiento, Honor Colorado, es continuar participando de la festichola, de la repartija de la torta, dentro de la cual cada uno tiene una tajada que proteger, y, además, asegurar su propia impunidad.
Al igual que lo ocurrido con regímenes anteriores al suyo, Horacio Cartes y sus ejecutivos hicieron de las arcas estatales
su botín. Repartieron licitaciones, contratos, obras, designaciones, empleos, etc., a gusto y paladar. Gozar de la posesión de esta clase de poder es lo que realmente le interesa a ese grupo. Un ejemplo concreto en este aspecto es el reciente salvataje del fiscal general, Javier Díaz Verón, que hicieron los diputados colorados cartistas, con la infaltable colaboración de algunos liberales mercenarios. Se trata de otra clara muestra de que la “lucha contra la corrupción” de la que habla Marito es pura fantasía, porque consolidar la posición de Díaz Verón, o coquetear bajo cuerdas con González Daher, no hablan precisamente de buscar el “saneamiento moral de la nación” que propugnaba el recordado arzobispo de Asunción, monseñor Ismael Rolón.
Marito debe comprender que, dentro de esa “unidad granítica” que viene impulsando con Horacio Cartes, cualquier actitud que adopten sus aliados de Honor Colorado va a afectar las chances del Partido Colorado en su conjunto.
La determinación moralizadora que desea exhibir el candidato colorado desperdició aquí una oportunidad de oro, junto con sus aliados cartistas, para intervenir y limpiar el escenario político de la basura que se fue acumulando en él. ¡Qué mejor demostración de fortaleza de carácter y decisión hubiera sido que hiciese uso de su influencia como candidato oficial de la ANR para que al menos un pájaro de cuentas fuese a la llanura, a encarar a la Justicia por las acusaciones que se le formulan, como ocurre con cualquier hijo de vecino carente del privilegio de la impunidad!
Tal como se aprecia, el Partido Colorado está ofreciendo a la ciudadanía más de lo mismo que ha demostrado a través de los setenta últimos años. Por lo que se ve, no piensa prescindir de los corruptos, no va a introducir gente nueva, no va a variar un milímetro la regla con la que sus integrantes miden los privilegios del poder. Si quienes hoy se postulan en representación de ese partido no varían sustancialmente su mentalidad y su proceder, mediante un apreciable giro de timón, a los ciudadanos y a las ciudadanas no les queda más que una alternativa: no votar por ellos.