EDITORIAL
Acepar, otra cloaca pestilente. Bajo el cínico lema de “Paz y Progreso”, el corrupto régimen dictatorial de Alfredo Stroessner dejó como gravosa herencia sobre las espaldas de los sufridos contribuyentes paraguayos varios elefantes blancos cuyo sostenimiento hasta ahora sigue desangrando las arcas fiscales, aunque sus cleptómanos beneficiarios, convertidos en multimillonarios, se van turnando con cada Gobierno que asume: Petropar, INC, Acepar. Al igual que los demás engendros de la paquidérmica metáfora de corrupción citados, Acepar continúa siendo el mismo antro de rapiña de la hora prima: una empresa pública fraudulenta creada por una corrupta claque de militares y civiles allegada al dictador para enriquecerse impunemente a costilla del Estado, y que hasta hoy continúa sirviendo al mismo perverso fin de enriquecimiento ilícito a los depredadores de caudales públicos que se turnan con cada Gobierno que asume, incluidos facinerosos compañeros de ruta de otras latitudes. Si el nuevo Gobierno que asumirá en agosto próximo no depura la cloaca pestilente en que se han convertido estas empresas públicas, es probable que se hunda en las mismas al impulso de la saludable brisa moralizadora que está comenzando a aflorar con fuerza en varios países de la región y que también está comenzando a soplar en el nuestro.