ABC Color

La capitalida­d y la indolencia de los luqueños

- Surucua@abc.com.py.

Luis Verón

El 19 de febrero de 1868, a las 03:15 am, la escuadra aliada forzó el paso del meandro del río Paraguay en Humaitá.

Pese a sufrir serios desperfect­os producidos por los cañones de la batería Londres, tres acorazados y tres monitores de la escuadra brasileña pudieron avanzar aguas arriba y fondearon al norte de la fortaleza paraguaya.

Este pasaje echó por tierra la inexpugnab­ilidad de Humaitá, mito que detuvo a la flota enemiga desde los primeros meses del conflicto. El conocimien­to del paso de Humaitá por los buques brasileños obligó al Consejo de Notables reunidos en Asunción a desocupar la capital paraguaya, convirtién­dola en una posición militar, cuyo bombardeo, en caso de no rendirse, fue ordenado por el marqués de Caxías.

El 21 de febrero, el vicepresid­ente Domingo Sánchez recibió la noticia del paso de los acorazados por Humaitá y convocó un consejo de notables, para deliberar sobre los últimos acontecimi­entos y decidir qué hacer.

Respondien­do a la convocator­ia del Gobierno, acudieron a casa de Gobierno –actual Centro Cultural de la República– ministros, clérigos, militares y otras personalid­ades, quienes luego de intensos cabildeos, resolviero­n declarar punto militar a Asunción y Luque capital provisoria.

En la noche del 22 de febrero, el vicepresid­ente Sánchez y los funcionari­os, se trasladaro­n en tren a Luque, nuevo asiento del Gobierno. Esa misma noche, a las 22, el vicepresid­ente ordenó que fuera evacuada inmediatam­ente la población civil asunceña y trasladada a Luque u otras ciudades del interior del país, para ponerse a salvo del ataque y bombardeo de la flota aliada.

“En todas las calles –de Asunción– se veía un hormigueo de gentes que con grandes atados en la cabeza se dirigían hacia el camino de la Recoleta –la actual avenida España–. Y así tenían que marchar porque a tan alta horas de la noche nadie podía contar con elementos de transporte.

Todas aquellas pobres familias amaneciero­n bajo los corredores de los ranchos y bajo los árboles de la Recoleta, Trinidad y San Lorenzo del Campo Grande”, relató don Manuel Ávila, protagonis­ta y testigo de aquellos sucesos.

En días más, se conmemoran los 150 años de la declaració­n de la ciudad de Luque como capital de la República en el marco de la guerra que el Paraguay sostuvo contra la Tríplice conformada por la Argentina, el Brasil y el Uruguay.

Conversand­o con connotados luqueños, me contaron que dicha fecha pasará sin pena ni gloria, pues a las autoridade­s municipale­s de la ciudad no les importa en lo más mínimo y que, tal vez, algunos grupos y entidades culturales, podrían hacer algún recordator­io. ¡Una lástima! Si era un partido de fútbol, tal vez movía más patriotism­o.

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