Paraguayos bendecidos y paraguayos réprobos.
Horacio Cartes dice que no es el presidente de todos los paraguayos, sino solo de aquellos que son sus correligionarios. Y no lo es porque él “escucha muy poco cuando el intendente no es colorado”, según declaró en un discurso de apoyo al candidato de la ANR a la Intendencia Municipal de Isla Pucú. Ya en junio de 2015, en Caazapá, el Primer Mandatario sostuvo que “el presidente de la República no habla con intendentes que no sean colorados”. Más allá de estos aberrantes dichos, las palabras de Cartes también entrañan una velada amenaza, al indicar a los pobladores de Isla Pucú que si su favorecido no gana las próximas elecciones, “el pueblo pagará las consecuencias”. El candidato presidencial de la ANR, presente en la ocasión, consintió con su silencio lo anticipado por Horacio Cartes. Cabe pronosticar que si “Marito” no se despega de estos groseros despropósitos, si eventualmente gana las elecciones continuará la misma política sectaria y discriminatoria que impera en el actual Gobierno. Así, no solo tendremos intendentes y gobernadores de primera y de segunda, sino también unos paraguayos bendecidos y otros réprobos. Los paraguayos y las paraguayas deben castigar con sus votos a políticos cavernarios que piensan y hablan como estos, que quieren mantener a nuestro país en la trastienda de aquellas naciones que buscan un mejor porvenir para sus habitantes.
Horacio Cartes dice que no es el presidente de todos los paraguayos, sino solo de aquellos que son sus correligionarios. Y no lo es porque él “escucha muy poco cuando el intendente no es colorado”, según declaró en un discurso de apoyo al candidato de la ANR a la Intendencia Municipal de Isla Pucú, Juan Amado Ovelar, para las elecciones a realizarse este domingo en dicha localidad.
Estas expresiones reafirman lo que dijo en Caazapá en junio de 2015, en plena campaña electoral en favor de los candidatos de su partido, cuando instó a ganar la mayor cantidad de intendencias porque “el presidente de la República no habla con intendentes que no sean colorados”.
Como se ve, sus palabras no son las de un estadista sino las de un politicastro de cuarta. En efecto, cabe preguntar qué le impide a un presidente de la República relacionarse –tener “buena conexión”, según sus palabras– con otra autoridad electa como él por la voluntad popular. Solo un sectarismo rampante puede interponerse en esa buena relación.
Si así piensa el presidente Cartes, es evidente que sus ministros pensarán lo mismo. Solo de esa manera se entiende que por falta de esa “conexión” el renunciante ministro de Salud, Antonio Barrios –hoy candidato a senador colorado para las próximas elecciones–, no se haya enterado de que en Isla Pucú falta ambulancia.
Más allá de los aberrantes dichos del Primer Mandatario, sus palabras también entrañan una velada amenaza rayana en la extorsión. Afirmó ante su auditorio que si su favorecido fuera electo como intendente, “el próximo presidente va a tener mucha más información de Isla Pucú y de sus necesidades básicas”. De lo contrario, añadió, “el pueblo pagará las consecuencias”. Y, como parte de su campaña proselitista, aprovechó la ocasión para anunciar que el Ministerio de Salud Pública entregará la ambulancia requerida en esa localidad.
No se le puede reprochar al presidente Cartes que esté convencido de que el senador Mario Abdo Benítez será su reemplazante en el Palacio de López, pero sí se debe denunciar que amenace a los electores de Isla Pucú con que, si no votan por su candidato a intendente, a partir del próximo 15 de agosto continuarán siendo olvidados como hasta ahora. El candidato presidencial de la ANR, presente en la ocasión, consintió con su silencio lo anticipado por Horacio Cartes para el caso de que la candidata liberal Sonia Fleitas gane las elecciones comunales y luego él las presidenciales. “Marito” no solo no reprobó las palabras del Presidente, sino que trató de justificarlas afirmando que “fueron sacadas de contexto”, olvidando la barbaridad que ya pronunció en Caazapá en el mismo sentido y que reproducimos más arriba.
Cabe pronosticar, entonces, que si el candidato colorado no se despega de estos groseros despropósitos, si eventualmente gana las elecciones continuará la misma política sectaria y discriminatoria que impera en el Gobierno de Horacio Cartes. Es decir, solo “habrá conexión” entre él y las autoridades municipales para distribuir los recursos estatales –que deberían servir para atender las necesidades de todos los paraguayos, sin distinción– si veneran su color partidario.
Se puede afirmar que, con todos sus defectos, los otros Gobiernos que hemos tenido desde la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner de alguna manera han venido descartando la discriminación según el carnet partidario. No se recuerda que la hayan propugnado abiertamente como lo hacen el presidente Cartes y algunos de sus colaboradores. Aquí cabe recordar, por ejemplo, lo que sostuvo Marcelo Soto el 21 de setiembre de 2015, en presencia del mismo jefe de Estado: “El peor de los colorados siempre va a ser mejor que el mejor de los liberales”. Vale aclarar que Soto era en ese momento nada menos que ¡ministro de la Juventud! El mismo pensamiento totalitario de su jefe.
Es obvio que el Poder Ejecutivo no debe tener anteojeras partidarias a la hora de atender las necesidades de la población, pero el actual jefe de Estado da la impresión de que sufre el proverbial fanatismo del afiliado reciente, el del “nuevo converso”, para hacer méritos ante sus correligionarios, sobre todo poco antes de unos comicios.
Así las cosas, la falta de “conexión” no respondería solo al hecho de que no se comparta una filiación partidaria, sino a una decisión del presidente Horacio Cartes de que él no es el presidente de todos los paraguayos ni se propone serlo. Si ha tenido la indecencia de anticipar que ignoraría a los intendentes de otros partidos, se entiende que los ministros reproduzcan su indignante sectarismo, despreocupándose de las necesidades existentes en ciertos municipios no gobernados por sus correligionarios.
Se trata de una grave situación de cara a las próximas elecciones, porque si el senador Abdo Benítez no desmintió que los habitantes de Isla Pucú pagarían las consecuencias si eligieran a una intendente liberal y él fuera luego el presidente, la ciudadanía puede tener la certeza de que también él estará solo al servicio de sus correligionarios. Así no solo tendremos intendentes y gobernadores de primera y de segunda, sino también unos paraguayos bendecidos y otros réprobos. Los paraguayos y las paraguayas deben castigar con sus votos a políticos cavernarios que piensan y hablan como estos, que quieren mantener a nuestro país en la trastienda de aquellas naciones que buscan un mejor porvenir para sus habitantes.