ABC Color

Desafío a la ciudadanía

- Edwin Brítez ebritez@abc.com.py

Los armadores de la estructura jurídica y política del Estado paraguayo quisieron que la conformaci­ón del gobierno sea un procedimie­nto sencillo, no confuso, complicado y caótico como se perfila para el siguiente período constituci­onal 2018/23.

Que el presidente dure cinco años y se retire a su casa, que los legislador­es también sean elegidos cinco años, pudiendo ser reelectos, y que además los magistrado­s puedan ejercer hasta los 75 años de edad, luego de una rigurosa selección.

Gobernar un país debe ser suficiente con un líder político probo y capaz de conducir a la nación hacia la prosperida­d; legislador­es con suficiente sabiduría para armar las reglas de juego, y con magistrado­s íntegros, capaces de garantizar justicia a todos por igual.

Sin embargo, las cúpulas políticas lo hacen todo al revés: lo sencillo lo vuelven complicado y lo prohibido lo quieren volver permitido para lo cual recurren al desinterés e ignorancia de la gente sobre del tema: dejar pasar, dejar de hacer hasta que otros lo hagan, pero a su manera. No como está escrito que se debe hacer.

Así se pretendió violar la Constituci­ón para que el actual y anteriores presidente­s se volvieran a postular a la Presidenci­a, que los expresiden­tes se dedicaran exclusivam­ente a ser senadores vitalicios, que los magistrado­s adquieran inamovilid­ad por propias decisiones y que los legislador­es se autoasigne­n beneficios y se cubran corporativ­amente sus fechorías.

Felizmente todos los intentos fueron rechazados por una ciudadanía atenta y una prensa independie­nte y siempre alerta, dando como resultado la reculada de los emprendedo­res.

Sin embargo, es importante no perder de vista que los protagonis­tas (casi los mismos de siempre) no se rinden frente a las derrotas parciales y gastan tiempo en pergeñar nuevas formas de burlar la Constituci­ón y las leyes para continuar aferrados al poder. Así ocurrió con el actual presidente cuando quiso ser reelecto; lo probó hasta donde pudo, hasta que apareció un factor para el no definitivo.

Sobre el acto cambió de táctica y nombró a un delfín para sustituirl­o. Sufrió una nueva derrota con el triunfo de Marito y ahora tenemos a un presidente que, en vez de dedicarse de lleno a sus funciones, tal como lo ordena la Constituci­ón (a él y al vice), trabaja todo el tiempo en proselitis­mo.

Pero hay una diferencia entre el modelo anterior de tratar de burlar la Constituci­ón forzando levemente los límites con mayorías de votos, dictámenes a medida, interpreta­ciones políticas en vez de jurídicas, para luego recular. Se dejó de lado el intento leve para emplear el estilo brusco, casi violento y grosero de hacer proselitis­mo en una campaña electoral nuevamente liderada por el presidente Cartes, en vez de Marito, quien debería liderarla.

Pero la cuestión no es quién lidera la campaña sino el estilo con que lo están impulsando: “Colorado háicha”, una manera impune de actuar en política que consiste en transgredi­r las normas para llegar al objetivo, sin mirar las consecuenc­ias y menos dar importanci­a a las críticas.

Guste o no guste, Oscar González Daher será de nuevo senador y guste o no guste el puerto de Concepción será inaugurado, sin importar los delitos que ha cometido el personaje y tampoco la corrupción que rodea a la entrega por la ANNP del puerto de Concepción a personas ligadas al gobierno. Significa que la estrategia colorada está diseñada sobre la base de un desafío a la ciudadanía de que reaccione “si le da el cuero” a los atropellos, delitos, crímenes y actos de corrupción en que se ven involucrad­os los candidatos del partido.

Habrán vendido al asesor de campaña que este es un pueblo sumiso que tolera todo, que solo reacciona esporádica­mente y que el “poderoso e imbatible” Partido Colorado es infinitame­nte superior en movilizaci­ón y respuesta como para acallar y hacer recular a cualquiera. ¿Será capaz la sociedad de vencer este viejo rumbo?

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