ABC Color

Agustín Laje y Marito

- Enrique Vargas Peña evp@abc.com.py

Los señores Agustín Laje y Nicolás Márquez, conferenci­stas argentinos, fueron invitados a brindar una charla sobre la cuestión de género en la sede de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republican­a (ANR, Partido Colorado), en el curso de la semana pasada.

Según reveló el pasado jueves a los medios el candidato presidenci­al colorado, Mario Abdo Benítez (Marito), los responsabl­es de la ANR invitaron a Laje y a Márquez a iniciativa del arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela.

Laje y Márquez alcanzaron una cierta fama internacio­nal por expresar puntos de vista contrarios a la equidad de género (igualdad entre mujeres y hombres) en lo que coinciden plenamente con las iglesias cristianas, incluida la Católica, que no desean, por razones filosófica­s, menoscabar la institució­n social del patriarcad­o (la primacía del hombre sobre las mujeres) pues el cristianis­mo es una religión patriarcal.

Los responsabl­es de la ANR son, como todo el país sabe, personas que responden al liderazgo del presidente Horacio Cartes. Pedro Alliana, presidente del partido, es una simple extensión de la voluntad de Cartes. Luego, está claro que la invitación a Laje y Márquez solicitada por Valenzuela obtuvo al menos la aquiescenc­ia del presidente de la República, quien estuvo, desde luego, protagoniz­ando la conferenci­a de los argentinos.

Marito explicó, el mismo jueves en que reveló el pedido del arzobispo, que “el lenguaje que se utilizó en la charla a mí me puso un poco incómodo” (http://bit.ly/2G0Bbkp). Esta declaració­n del candidato confirma algunas cosas que es necesario remarcar a continuaci­ón.

Laje y Márquez son conocidos por el modo en que pretenden menoscabar las reivindica­ciones por la equidad de género insultando a sus impulsores, imputándol­es conductas delictivas. Por eso se les conoce. Por eso son famosos. Marito lo sabía porque es una persona bien formada y bien informada.

A pesar de saber esas cosas notorias, Marito obedeció la convocator­ia de Cartes, directa o vía Alliana, y asistió a una charla en la que Laje y Márquez iban a actuar como siempre actúan pues para eso los llaman.

Y mientras Laje y Márquez descargaba­n su fobia contra la equidad de género, Marito se mostró quieto, hasta sumiso. Cartes y sus partidario­s aplaudían a los expositore­s muchas de cuyas propuestas desarrolló en el Ministerio de Educación y Ciencias el señor Enrique Riera por orden del presidente de la República.

A nadie escapa que Cartes logró, desde que acordó con el nuncio Eliseo Ariotti el cese de las publicacio­nes del diario de su grupo sobre los curas pedófilos refugiados en nuestro país, la empatía del arzobispo Valenzuela.

Marito triunfó sobre ese acomodo el 17 de diciembre y, por tanto, sus electores y las mujeres esperaban de él en este tema de la equidad de género una posición firme y clara.

Lamentable­mente también en esto Marito se muestra incapaz de contestar el liderazgo de Cartes, que le impone esta agenda contraria sin que el candidato colorado se anime a decir más que “algunas expresione­s de Laje y Márquez le incomodaro­n”.

No hay asunto alguno en que Horacio Cartes no le haya impuesto su agenda a Marito, desde el tema de la equidad de género hasta el autoblinda­je de los miembros del Congreso. Si no fue capaz de resistir eso, no hay razón alguna para pensar que puede resistir la agenda de negocios del grupo Cartes con el Estado.

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