Las “listas sábana” meten indeseables en el Congreso.
El diputado colorado Bernardo Villalba, quien tendría vínculos con el narcotráfico, según una investigación realizada por el Senado, tuvo algunas intervenciones puntuales en su Cámara, no para endurecer la ley para luchar contra los delitos, sino para flexibilizarla en favor de quienes delinquen. En una de ellas impulsó un proyecto de otro legislador que, de haberse aprobado, hubiera impedido la extradición de grandes narcotraficantes –entre ellos uno a quien él pidió ayuda electoral– que obtuvieran la ciudadanía paraguaya. En el más reciente asunto, modificó otro proyecto de ley ajeno con el evidente propósito de dificultar que legisladores delincuentes sean despojados de su investidura por sus respectivas Cámaras. Como en todo país democrático, se pretende que un gran número de ciudadanos pueda postularse a un cargo parlamentario, confiando en que el electorado sabrá escoger a los mejores. Pero las “listas sábana” les secuestran la libertad de elegir a quienes creen mejores, al tiempo de permitir que los órganos constitucionales electivos se llenen de indeseables. Y bien, el envilecimiento del proceso de selección de candidatos por influjo del dinero y del clientelismo puro y duro, hace temer que varios de los senadores y diputados que han prostituido el Congreso sean reelectos el 22 de abril y que otros tantos de los nuevos sean de la misma calaña que Bernardo Villalba.
El diputado colorado Bernardo Villalba, quien tendría vínculos con el narcotráfico según una investigación realizada en el propio Senado, tuvo dos intervenciones puntuales en su Cámara, no para endurecer la ley con el objetivo de luchar contra los delitos, sino para flexibilizarla en favor de quienes delinquen. En un primer caso, impulsó un proyecto de ley presentado en el periodo anterior por otro legislador con el propósito de impedir que grandes narcotraficantes que hayan adquirido la nacionalidad paraguaya puedan ser extraditados. Felizmente, esta iniciativa fue rechazada en el Congreso, porque de haberse aprobado hubiera impedido la extradición al Brasil del famoso Jarvis Chimenes Pavão y de Carlos Antonio “Capilo” Caballero, que obtuvieron la nacionalidad paraguaya. Precisamente, según un audio que cobró estado público, en 2011, el diputado Villalba pidió apoyo monetario al citado “Capilo” para su campaña electoral, en estos términos: “Apoyame a mí para diputado y vas a ver actuar a un diputado valé”. Le pidió también 5.000 dólares “para los correligionarios de Concepción”, a lo que el narcotraficante accedió. “Te doy el lunes, amigo” , le respondió.
En el más reciente asunto, modificó otro proyecto de ley ajeno con el evidente propósito de dificultar –mediante un complicado proceso– que legisladores delincuentes sean despojados de sus investiduras por sus respectivas Cámaras. La Constitución no exige que los candidatos al Congreso sean capaces y honorables. Salvo que estén inhabilitados por los arts. 197 y 198 o tengan suspendido el ejercicio de la ciudadanía por incapacidad declarada en juicio, que impida obrar libremente y con discernimiento. Para candidatarse basta con que tengan la nacionalidad paraguaya natural y hayan cumplido 25 años si aspiran a ser diputados o 35 si quieren ser senadores. Pueden ser analfabetos o sinvergüenzas, pero si cumplen con los requisitos mínimos y la voluntad popular así lo dispone, ocuparán una banca para legislar, controlar los poderes Ejecutivo y Judicial, intervenir en el nombramiento de las máximas autoridades de varios órganos y aprobar o rechazar la declaración del Estado de Excepción, entre otras importantes funciones. Como en todo país democrático, se pretende que un gran número de ciudadanos pueda postularse a un cargo parlamentario, confiando en que el electorado sabrá escoger a los mejores. Pero las “listas sábana” les secuestran la libertad de elegir a quienes crean los mejores, al tiempo de permitir que los órganos constitucionales electivos se llenen de indeseables. Y bien, el envilecimiento del proceso de selección de candidatos por influjo del dinero y del clientelismo puro y duro, hace temer que varios de los senadores y diputados que han prostituido el Congreso sean reelectos el 22 de abril y que otros tantos de los nuevos sean de la misma calaña que Bernardo Villalba. El currículum –comparable a un prontuario– de este legislador no termina en los dos episodios mencionados. Vale la pena mentar otras actuaciones que lo salpican, pues se trata de un buen exponente de la voraz casta política que nos agobia. En marzo de 2003 se vio forzado a renunciar a su condición de juez de Pedro Juan Caballero luego de que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados lo suspendiera en el cargo por haber entregado a la Corte Suprema de Justicia un “narcoavión”, cuya depositaria judicial era la Senad. En 2017 propuso elevar el tope de los donativos a candidatos electorales de 5.000 jornales mínimos a 50.000, y llevó la voz cantante en la sesión en la que se impidió el desbloqueo de las “listas sábana” para las elecciones internas. En el más reciente episodio, como señalamos, modificó el proyecto de ley original de la diputada Olga Ferreira de López para asegurar el “autoblindaje” (o “autobandidaje”) de los legisladores, que fue sancionado y parcialmente vetado por el presidente Horacio Cartes. No se debe olvidar, por supuesto, que en noviembre de 2014 una comisión senatorial vinculó a Bernardo Villalba con el narcotráfico, sin que ningún fiscal haya iniciado una investigación. Pese a estos pésimos antecedentes, se trata de un parlamentario influyente, tanto que preside la Comisión de Legislación y Codificación de la Cámara Baja y forma parte nada menos que de la Comisión Nacional para la Reforma de la Justicia. Parece un chiste macabro. Que el Partido Colorado vuelva a postular a este impresentable, aunque sea en el quinto lugar de la lista de suplentes, habla a las claras de que esa nucleación política, que oprime a nuestro país desde hace más de medio siglo, no tiene intención de redimirse ni adecentar su dirigencia. Mucho menos podemos esperar que el “nuevo rumbo” prometido por el presidente Horacio Cartes se haga realidad si gana su actual caballo, Mario Abdo Benítez ,a quien acompaña en su campaña proselitista. Bernardo Villalba personifica del modo más elocuente la bajeza de gran parte de quienes se valen del pañuelo, la polca y el dinero para pervertir la voluntad del electorado en beneficio de la gavilla que integran. Por eso, los ciudadanos y las ciudadanas deben manifestarse de manera firme y perseverante para liberarse de sus verdugos que fungen de congresistas, para lo cual su tarea principal debe consistir en una lucha frontal contra la madre de todos los indeseables que sentaron sus reales en las Cámaras del Congreso: las “listas sábana”.