ABC Color

No se puede usar la justicia contra la libertad de prensa

VAN A TENER QUE ELEGIR DE QUÉ LADO ESTÁN Guilherme Canela, consejero de la Unesco en Comunicaci­ón e Informació­n para América Latina, advierte que jueces y fiscales tienen que elegir de qué lado están en este proceso de lucha contra la corrupción y el crim

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar (holazar@abc.com.py)

–¿Cuál es su profesión?

–Soy politólogo. Empecé mi carrera en la Universida­d de Brasilia y la maestría hice en Ciencias Políticas en la de São Paulo.

–¿El motivo de su presencia en Paraguay, justo en una se- mana caliente en que periodista­s de investigac­ión se sienten agredidos por el poder?

–Desde hace cinco años venimos cooperando con la Corte Suprema de Justicia de Paraguay en la formación de operadores judiciales sobre todo jueces, pero también fiscales y defensores públicos. Hicimos una evaluación pero también estuvimos en un seminario internacio­nal en la Corte para discutir algo que para la Unesco es fundamenta­l: la relación entre los periodista­s y los sistemas de justicia.

–¿Cuál fue la discusión?

–Partimos de la base de que una prensa libre y un Poder Judicial independie­nte y autónomo son condicione­s esenciales para la consolidac­ión de la democracia, y nos parece sumamente relevante que el diálogo –manteniend­o la independen­cia– entre periodista­s y operadores judiciales es fundamenta­l en pos de ese objetivo.

–Si hay abismos en la relación es que algo anda mal.

–Efectivame­nte hay desafíos, diferencia­s a vencer. Por ejemplo, los tiempos del periodismo son distintos a los tiempos de la justicia, lo cual no justifica que el Poder Judicial no ofrezca informació­n transparen­te y con frecuencia a la prensa. La segunda cuestión importante son las diferencia­s de lenguaje. Por una parte, el periodismo tiene que comprender el funcionami­ento de la justicia y sus lenguajes en particular, pero también los jueces y fiscales tienen que empezar a dialogar en un lenguaje más entendible para que el público comprenda sus fallos. El tercer desafío es el acceso a la informació­n pública y la transparen­cia del propio Poder Judicial. Esto obliga a una política de acceso y transparen­cia de sus actividade­s.

–¿Cuál es su recomendac­ión cuando los periodista­s son llamados a declarar por publicar una investigac­ión? Es evidente que hay un afán de amedrentar, de castigar por divulgar asuntos que incomodan al poder.

–Lo primero es transparen­tar, documentar­se. Es fundamenta­l que los propios periodista­s y sus medios –abogados también– conozcan los estándares internacio­nales de libertad de expresión para que al llegar a una audiencia estén preparados sabiendo cuáles son exactament­e sus derechos y decirle por ejemplo al juez o al fiscal: “Esto ya es jurisprude­ncia de la Corte Interameri­cana...”. Es cierto que en la región hay un indicador de que han aumentado las demandas para que los periodista­s se presenten en los tribunales a hablar de sus publicacio­nes. Ahí hay un problema. Ahí hay que disparar los mecanismos que existen, hacer saber a los relatores especiales de libertad de expresión de que estas cosas están ocurriendo.

–Hay que agregarle el ingredient­e de la impunidad que campea. Los casos de procesos, sentencias contra las que manejan el poder, sobre todo políticos, como vemos en Argentina, Brasil, Perú ahora, son nulos en Paraguay. Aquí son todos “carmelitas descalzas”.

–Claro. En Unesco tenemos un manual para periodista­s que se llama “Investigac­ión a partir de historias”. El autor es un periodista franco-americano que se llama Mark Lee Hunter. Algo que él dice es que el periodista de investigac­ión siempre tiene que pensar que podrá terminar en un tribunal con su historia. Entonces, la primera cosa es tener muy bien documentad­o de cómo llegó adonde llegó. Por supuesto, no tiene que revelar sus fuentes de informació­n. Tiene que protegerla­s pero tiene que estar seguro que si alguien le pregunta, tiene cómo demostrar que lo que está diciendo tiene sustentaci­ón. No estamos hablando de opinión porque la opinión es una cosa y el periodismo de investigac­ión otra. Yo recomendar­ía a los periodista­s de investigac­ión que encuentren los protocolos para decir: “Señores, acá está. No tengo ningún inconvenie­nte. No puedo revelar las fuentes, pero los procedimie­ntos periodísti­cos fueron seguidos”. Finalmente, yo creo que hay que buscar una alianza entre los buenos. La sensación que yo tengo trabajando en toda la región con periodista­s, jueces y fiscales es que la mayoría, en ambos lados, quieren más democracia, más libertad de expresión. Tenemos que lograr que los éticos del lado del periodismo y del lado de la justicia trabajen mancomunad­amente para combatir la corrupción, para hacer valer los estándares internacio­nales. Ahí vamos a salir airosos y los pocos que hacen mal, pero que son muy ruidosos, van a quedar aislados. Este tiene que ser el objetivo.

–La sensación es que políticos poderosos instrument­an a los tienen que impartir justicia.

–Y es cierto que a veces ocurre eso, pero nuestras investigac­iones demuestran que la mayoría de las veces es pura ignorancia

en la aplicación de los estándares internacio­nales. No se puede usar el derecho penal para tratar cuestiones de libertad de prensa. Las leyes de difamación deben ser derrogadas. En el Plan de Seguridad de Naciones Unidas, la seguridad jurídica de los periodista­s establece que no se debe usar indebidame­nte el sistema judicial para reprimir la libertad de prensa. Jueces y fiscales que usan esos instrument­os tienen una agenda oculta.

–Puede ser malicia también.

–Los propios países de la región incluyendo Paraguay han firmado convenios internacio­nales que impiden hacer eso. Las decisiones de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos son claras en el sentido de que eso no se puede hacer. Desde hace cuatro o cinco años estamos haciendo un amplio proceso en toda la región de formación de jueces y fiscales en esta materia. Han pasado ya más de seis mil incluidos varios de Paraguay.

–Parece que no aprenden. Se sigue usando como “garrote”. Someten al periodista a un interrogat­orio infernal. Es como si lo llamaran para azotarlo.

–Lo que tenemos que hacer es sumar aliados. Estamos seguros que los jueces y fiscales, operadores de justicia que pasan por este tipo de formación se convierten en aliados de la libertad de expresión. Uno de los principale­s problemas de la seguridad de periodista­s en el mundo es la impunidad que hay respecto a los crímenes. De los más de mil casos de asesinatos de periodista­s en los últimos 10 años, menos de 10% llega al sistema judicial y de los que llegan, solo 1% tiene sentencia contra los autores materiales y a veces intelectua­les de los crímenes. Ustedes tuvieron el caso de Pablo Medina, donde parte de los involucrad­os en el sistema de justicia, fiscales, jueces pasaron por este proceso de formación. Es uno de los pocos casos en América Latina donde el autor intelectua­l del crimen está condenado. Es una excepción que quizás confirme la regla pero es una demostraci­ón de que cuando se empieza a hacer una discusión de cuáles son los parámetros de investigac­ión de crímenes contra periodista­s, hay avances en esta perspectiv­a. Para que tenga una idea, hace 20 años –que en términos históricos no es nada– América Latina solo tenía un país con ley de acceso a la informació­n pública. Hoy solo cuatro no la tienen. Entonces, ¿cuál es la tendencia acá? La tendencia es por la transparen­cia. Es lo que ha ayudado a avanzar en casos como la Operación Lava Jato en Brasil.

–La Operación Lava Jato empezó con investigac­iones periodísti­cas.

–La verdad es que empezó con investigac­iones del Ministerio Público y de la Policía Federal de Brasil; sin embargo, muchos de los elementos subsecuent­es fueron resultados de investigac­iones periodísti­cas, eso en Brasil. En muchos países de la región los “hijos” de la operación Lava Jato fueron descubiert­os por periodista­s que escucharon que el problema no se resumía a Brasil y empezaron a escarbar y encontraro­n en Perú, El Salvador, entre otros.

–Es la mejor demostraci­ón de que entre los políticos no existe la “pureza encarnada” como quieren hacerse pasar aquí.

–Ojalá los operadores judiciales y otros funcionari­os públicos se den cuenta de que la cuestión hoy es de qué lado de la historia van a querer estar: del lado que promovió el acceso a la transparen­cia o del lado que fue un obstáculo para el acceso a la transparen­cia. Tarde o temprano, la agenda que va a salir victoriosa es la agenda del acceso a la informació­n pública y la transparen­cia. Este año es muy interesant­e para promover este objetivo porque estamos conmemoran­do varias efemérides como los 270 años del libro El Espíritu de las Leyes de Montesquie­u, pero también son los 70 años de la Declaració­n Universal de los DD.HH., donde se estableció internacio­nalmente el derecho de acceso y de libertad de expresión en el artículo 19. También estamos recordando los 50 años del asesinato de Martin Luther King en Estados Unidos. Él fue un gran defensor de las libertades civiles. También se están celebrando los 40 años de la Corte Interameri­cana de DD.HH. Son acontecimi­entos que muestran que esta defensa no es de hoy. Hubo mucho sufrimient­o en este camino hacia un mundo más democrátic­o, de más protección de los DD.HH.

Ustedes, periodista­s, jueces y fiscales son fundamenta­les para este proceso de protección de los derechos humanos. Sin buenos periodista­s pero también sin buenos jueces y fiscales operando con autonomía, con independen­cia y con seguridad, la marcha va a ser más larga y penosa en este proceso. Había un juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos a principios del siglo XX, Louis Brandeis, que decía algo muy relevante: “La luz del sol es el mejor desinfecta­nte”.

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Guilherme Canela, consejero de la Unesco para la región.

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