ABC Color

Sapucái, donde el deterioro avanza y la restauraci­ón se ahoga en promesas

El conjunto “urbanístic­o” de los antiguos talleres ferroviari­os de Sapucái incluye la llamada Villa Inglesa, una serie de casonas que se están cayendo sin remedio. En otras áreas, el herrumbre gana terreno en un proceso de deterioro cada vez más lamentabl

- Jorge Benítez C. jobenitez@abc.com.py

“Es una pena lo que ocurre en Sapucái, porque allí ya se demostró que cuando uno quiere, se puede. La ausencia de trabajo indica que ahora no se quiere”, dijo ayer a nuestro diario el empresario Ramiro Vargas Peña, quien en 2011, cuando presidía el Centro de Industrial­es Metalúrgic­os (CIME), convenció a su directiva para encarar la recuperaci­ón de los talleres ferroviari­os como un homenaje al Bicentenar­io de la Independen­cia.

Todo el sistema, movido a vapor a través de ejes y poleas, se dejó andando, con máquinas engrasadas, los techos y paredes reparados y las herramient­as ordenadas. Hoy, se nota que el herrumbre viene avanzando de nuevo y no se observan más trabajos de restauraci­ón en ese sector. Las secciones que están en peores condicione­s, ya que no habían sido restaurada­s en el 2011, son las de “herrería” y “fundición”, que están pegadas al taller principal. Ahí las paredes de madera y chapa apenas se sostienen y hay grandes agujeros en el techo.

Más allá, en el lado que da hacia la ruta Paraguarí-Villarrica (Sapucái dista unos 90 Km de Asunción), está el pabellón de los otrora depósitos, convertido­s hoy en museo tras ser restaurado en el 2012 con aporte de la Embajada del Japón. Es el área que mejor se conserva.

En donde a uno se le parte el alma de tristeza, según coincidier­on en señalar también algunos visitantes extranjero­s que estuvieron en estos días por el lugar, es la “Villa Inglesa”, formada inicialmen­te por una treintena de caserones de diversos tipos, que se calcula fueron construida­s hacia finales del siglo XIX y que hoy se van cayendo lentamente a pedazos. Quedan todavía algunas enteras, que son habitadas por gente de la zona y otras que están vacías y cada vez más corroídas.

Y como si fuera una burla, si uno aparta un poco la maleza puede leer desde la distancia un cartel puesto en uno de los corredores en el que Fepasa (Ferrocarri­les del Paraguay SA) anuncia, aparenteme­nte, la restauraci­ón de la Villa Inglesa. Hay ciertament­e pistas de que autoridade­s del ferrocarri­l hablaron alguna vez, allá por finales de abril y principios de mayo de 2016, de recuperar dicho caserío como parte de un plan turístico, pero todo lo que se hizo hasta ahora es poner el cartel.

“No es que cueste mucho, no es cosa de otro mundo que no podamos hacer, sólo que el Estado es burocracia y la burocracia responde a la política y muchas veces a la politiquer­ía, y para la politiquer­ía lo primero no es hacer sino ganar”, dijo Vargas Peña al tratar de encontrar un explicació­n para lo que sucede en Sapucái.

Pese a todo sigue valiendo la pena –literalmen­te– visitar los talleres ferroviari­os, pero lo deseable es que se salga de allí admirado por el cuidado de los bienes históricos y no apenado por lo contrario.

 ??  ?? La maleza rodea esta casa en la otrora Villa Inglesa. Varias ya se derrumbaro­n. El cartel no sirve ni de adorno.
La maleza rodea esta casa en la otrora Villa Inglesa. Varias ya se derrumbaro­n. El cartel no sirve ni de adorno.
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En el 2011, los industrial­es metalúrgic­os recuperaro­n la parte del taller, pero de a poco el herrumbre va ganando de nuevo terreno.
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En uno de los galpones hay un enorme agujero en el techo y las paredes, que su mayor parte de madera y chapa, se van perdiendo lentamente. Da pena el abandono.
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Así están hoy las secciones de “fundición” (a la izquierda) y “herrería” (derecha) en los talleres ferroviari­os de Sapucái, dos de las partes que no fueron restaurada­s en el 2011.

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