ABC Color

ACOSTA ÑU de las torres eléctricas

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Jorge Rubiani

El 18 de marzo de 2015, se promulgó la Ley para conmemorar el “Sesquicent­enario de la Epopeya Nacional” (Nov. 11-14/Mar. 1-20), “...como homenaje de la nación paraguaya al heroísmo y sacrificio del pueblo en armas durante la Guerra contra la Triple Alianza”. Así reza el documento que integra a varias Secretaría­s de Estado e Institucio­nes de Gobierno para el propósito. Pasaron más de tres años desde su creación y se ha hecho poco y nada del cometido pues nuestros sitios históricos siguen tan descuidado­s e ignorados como siempre. Y aún el Panteón de los Héroes se ha mantenido “en reparacion­es” en el tiempo hasta ahora previsto para la conmemorac­ión.

Pero en estos días y faltando un año y más para que se cumplan los 150 años de la batalla de Acosta Ñu (Agosto 16, 1869), la ANDE ha sumado su entusiasmo para el recuerdo de tan magna fecha con la decisión de sembrar un solar bendecido por la sangre de nuestros muertos, con torres de alta tensión. El presidente de la ANDE fundamentó la decisión en que “los contratos para tales tendidos son anteriores a la resolución de la SNC”; en referencia a los inocuos documentos que suele emitir esta entidad para disimular su discapacid­ad en recursos humanos y financiero­s como para dotar con eficacia y utilidad su misión. Pero si la mencionada resolución fue tardía, también pudo haber permitido un “¡quiero y retruco!” del Señor Ministro Secretario de Cultura a tan despistado funcionari­o, informándo­le que la llamada “batalla de los niños” se produjo mucho antes que su malhadado contrato. Que es muy anterior al arribo de la electricid­ad a estas tierras y ha sucedido mucho antes que la misma ANDE fuera creada. Y que no se requieren leyes ni resolucion­es para que un ciudadano informado, responsabl­e y patriota, respete la memoria colectiva y el legado de la historia. El mismo Ejecutivo Nacional y los Representa­ntes del Pueblo debieran informar al Presidente de la ANDE y a quienes le asesoran, colegas en la ignorancia, que si nuestras fechas históricas se mueven hoy para favorecer el negocio del turismo o para que tengamos tiempo de disolver el alcohol tras el largo trago del largo fin de semana, los sitios históricos no pueden moverse. Que están ahí, aunque olvidados y mal tenidos por culpa –precisamen­te– de funcionari­os ignorantes y de feriados que se mueven. Y deben seguir estando porque, finalmente y con un poco de buena voluntad, las torres y sus cables podrían pasear su estampa por otros caminos. No por los de Acosta Ñu aunque los que conducen a Cerro Cora, allá en el norte, también fueran infestados en su momento, por las columnas de las repetidora­s de telefonía o TV.

En el libro “Verdades y mentiras sobre la guerra de la Triple Alianza“, había escrito: “La batalla de Acosta Ñu es uno de esos hechos que si hubiera sucedido en algún país de Europa o en Estados Unidos, estaría hoy exaltada como un hito de la historia universal o como un ejemplo de la valentía de los pueblos (...) Pero sucedió en el Paraguay. En una guerra cuya memoria y valoración fue manchada por los enconos (...) aunque el mejor reconocimi­ento que pudo tener el acontecimi­ento, fue su permanente presencia en la memoria colectiva del pueblo paraguayo”.

A partir de ahora y además de olerías y arrozales, las torres de alta tensión harán todavía más incierta la ubicación de la tosca cruz en la tumba del coronel Bernardo Franco, uno de los muertos más ilustres de la ocasión y comandante del Batallón Nº 6, el único compuesto de veteranos. Pero como ya nos ilustró el Intendente de Eusebio Ayala, don Eladio Giret: “...las torres de alta tensión son el progreso”.

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