ABC Color

¿Se está enriquecie­ndo Trump en el poder?

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Cuando leí que la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner está siendo objeto de acusacione­s de corrupción por haber utilizado un hotel suyo para alojar a las tripulacio­nes de la aerolínea estatal argentina, no pude evitar preguntarm­e: ¿Acaso no es parecido a lo que hace el presidente Donald Trump?

Hay muchas semejanzas. Fiscales federales de Argentina dicen que el Hotel Alto Calafate de Fernández de Kirchner firmó nueve contratos con la aerolínea nacional Aerolíneas Argentinas durante el mandato de la ex presidenta entre 2007 y 2015. Las tripulacio­nes de la aerolínea pasaron 26,000 noches en el hotel, por lo que la aerolínea pagó casi US$ 800.000 dólares.

“Fue un negocio redondo. Primero se promocionó un destino, se lo llenó de vuelos y luego sí, se contrataro­n decenas de miles de habitacion­es para alojar la tripulació­n”, señaló La Nación, el diario argentino que reveló el escándalo.

Es difícil dejar de preguntars­e si Trump no está haciendo lo mismo cuando promueve su Trump Internatio­nal Hotel en Washington DC, su hotel y club de golf Mar-a-Lago en Palm Beach, y sus otras propiedade­s.

Los hoteles de Trump se han convertido en un imán para todo tipo de gente que busca influencia­r a su gobierno. Mar-a-Lago, donde Trump y sus asistentes a menudo pasan sus fines de semana, ha duplicado su cuota de ingreso a US$ 200.000 desde que Trump asumió el cargo.

El Trump Internatio­nal Hotel en Washington es tan codiciado por países extranjero­s para sus convencion­es, que algunos han trasladado eventos de otros hoteles a la propiedad de Trump.

Antes de la elección de Trump, Kuwait había hecho una reserva para celebrar su fiesta nacional de 2017 en el Four Seasons Hotel de Washington. Pero después de la victoria electoral de Trump, Kuwait movió rápidament­e el evento al Trump Internatio­nal Hotel. Según informes de prensa, Kuwait pagó hasta US$ 60.000 por el evento.

En otro caso el año pasado, funcionari­os y cabilderos de Arabia Saudita gastaron US$ 270.000 en el Trump Internatio­nal Hotel en Washington, según documentos oficiales revelados por el sitio web de Daily Caller.

Los funcionari­os estatales y locales de EE.UU. también están tratando de ganarse el favor del gobierno de Trump alojándose en el Trump Internatio­nal Hotel de Washington.

El año pasado, el gobernador de Maine, Paul LePage, y sus funcionari­os gastaron al menos US$ 35.000 en fondos estatales en viajes a Washington DC, donde se alojaron en el Trump Internatio­nal Hotel, según una demanda presentada entre otros por Ciudadanos por la Responsabi­lidad y la Ética (CREW).

La acción legal afirma que Trump violó la Constituci­ón al usar su posición como presidente para beneficio personal.

A diferencia de otros presidente­s de Estados Unidos, Trump no ha vendido sus propiedade­s ni creado un fideicomis­o ciego para separarse completame­nte de sus negocios. En cambio, cedió las operacione­s diarias de los hoteles Trump a sus hijos Don Jr. y Eric, pero está en contacto continuo con ellos.

Trump promueve desfachata­damente sus hoteles atrayendo a ellos a multitudes de reporteros, como cuando hospedó al primer ministro japonés Shinzo Abe y al presidente chino Xi Jinping en Mar-a-Lago, en lugar de hacerlo en la residencia presidenci­al del gobierno de Estados Unidos en Camp David.

Trump ha dicho que, según la ley de los EEUU, “el presidente no puede tener un conflicto de intereses”. Y la Organizaci­ón Trump se ha comprometi­do a donar sus ganancias de gobiernos extranjero­s al Departamen­to del Tesoro, aunque eso no incluye ganancias publicitar­ias indirectas.

Pero los críticos señalan que bajo las cláusulas de emolumento­s de la Constituci­ón, el presidente solo puede obtener ingresos de su salario, y que Trump se está enriquecie­ndo en el poder.

Cuando le pregunté al portavoz de CREW Jordan Libowitz si es justo comparar a Trump con Fernández de Kirchner, me dijo que el hecho de que Trump siga siendo propietari­o de sus hoteles, y que los use para funciones oficiales “es suficiente como para que uno levante las cejas”.

Estoy de acuerdo. Los tribunales decidirán si Trump ha violado la cláusula de emolumento­s de la Constituci­ón, pero el tribunal de opinión pública debería condenarlo por violar su deber presidenci­al de ser un modelo de comportami­ento ético para todos los funcionari­os públicos. En eso, Trump se parece mucho a la ex presidente de Argentina.

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