ABC Color

Democracia imperfecta

- Ogomez@abc.com.py

Osmar Gómez R.

Los estudios internacio­nales, desde hace algún tiempo, ubican al Paraguay como una democracia imperfecta. Un sistema político con elecciones libres, periódicas, libertad de expresión y respeto de los derechos humanos; pero que carece de una cultura política desarrolla­da, tiene falencias graves en el grado de cooperació­n de los diferentes actores sociales y su nivel institucio­nal es muy bajo.

El sistema democrátic­o, básicament­e, funcionada cuando todos los actores respetan las reglas de juego más allá de los gustos, necesidade­s sectoriale­s o preferenci­as. Cuando esto no se cumple el sistema entra en crisis. Una crisis que puede ser más o menos intensa.

De acuerdo con el artículo 247 de la Constituci­ón, el Poder Judicial es custodio de la Constituci­ón. La interpreta, la cumple y la hace cumplir. Cuando existen dudas sobre alguna disposició­n constituci­onal es la Corte Suprema de Justicia, como máxima representa­nte del Poder Judicial, la que determina los alcances de la norma constituci­onal.

A mediados de semana la Corte Suprema de Justicia respondien­do a una presentaci­ón de los partidos de oposición determinó que los presidente­s y expresiden­te de la República están habilitado­s para ser candidatos a senadores. Y que la senaduría vitalicia que recae en los exmandatar­ios no los imposibili­ta a ocupar una banca de senador electo. Con ello terminó validando las candidatur­as del presidente Horacio Cartes y del expresiden­te Nicanor Duarte Frutos

Este fallo es básicament­e el mismo que emitió en 2008 cuando determinó que Duarte Frutos, electo senador, debía ocupar su banca. En ese entonces la Cámara de Senadores, controlada por la oposición, prefirió no tener en cuenta la decisión de la máxima instancia judicial.

La oposición en conferenci­a de prensa adelantó que al igual que en 2008 no acatará la decisión de la Corte Suprema. Consideran que el fallo no correspond­e y, por tanto, no están dispuestos a aceptarla. Recuerdan que la misma Constituci­ón dispone que carece de validez todas las disposicio­nes opuestas a lo establecid­o en ella.

Fernando Lugo, presidente de la Cámara de Senadores, adelantó que no convocará a Cartes y a Duarte Frutos, aun cuando ambos sean senadores electos.

Efraín Alegre, candidato presidenci­al de la oposición, fue más allá. Aseguró que la máxima instancia judicial está manejada por la mafia y la corrupción, por tanto, sus decisiones pueden ser desacatada­s.

Estudios e informes nacionales y extranjero­s, coinciden en que uno de los aspectos más preocupant­es del sistema democrátic­o del Paraguay es el alto nivel de corrupción del Poder Judicial. Que es imperiosa una profunda reforma para poder encaminar su funcionami­ento. Hace algunos meses audios filtrados a la prensa desnudaron el tráfico de influencia de políticos y abogados de todos los sectores y de algún modo validaron los informes.

Ahora bien, ¿eso autoriza a que las decisiones que toma sean desacatada­s? En un sistema democrátic­o con institucio­nes consolidad­as no, en una democracia imperfecta como la nuestra, con poco desarrollo institucio­nal y escasa cultura democrátic­a, sí.

La democracia tiene remedios institucio­nales para corregir las desviacion­es; pero en países como los nuestros su aplicación es casi nula porque finalmente podría terminar por fortalecer el sistema y acabar con los manejos paralelos.

Terminar con la corrupción en el Poder Judicial implica destituir jueces y fiscales. Para llegar a ese punto hace falta construir consensos y generar mayorías que permitan tomar decisiones. Ningún sector realmente está dispuesto a ir en esa línea porque finalmente eso implicará perder el control sobre el Poder Judicial. Todos critican pero realmente nadie hace nada para cambiar la situación.

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