Luchar contra los violadores de la Constitución.
Los senadores electos en los últimos comicios asumirán sus cargos el 1 de julio, con el juramento de “observar y sostener la Constitución de la República y hacer que ella sea respetada”. Si dos de ellos –Nicanor Duarte Frutos y Horacio Cartes– llegaran a prestarlo, la burla al pueblo paraguayo sería evidente, pues su misma incorporación implicará un atropello grosero a la Ley Fundamental que juran acatar. Nadie puede fundar un derecho en un delito como el de prevaricato, cometido primero en la Justicia Electoral y luego en la Corte Suprema de Justicia para convalidar unas candidaturas contrarias al art. 189 de la Constitución, según el cual los expresidentes de la República “SERÁN senadores vitalicios de la Nación”. A las pretensiones de Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos de intentar violar de nuevo la Constitución –ya intentaron conseguir la reelección vía enmienda constitucional– tienen que oponerse tanto los compatriotas decentes como aquellos senadores electos el domingo que se consideran dignos de tal investidura. Es preciso que unos y otros les pongan en claro que no están dispuestos a tolerar impávidos tamaña afrenta a la Constitución y a la Cámara Alta. La lucha por un Paraguay mejor debe comenzar ya.
Los senadores electos en los últimos comicios asumirán sus cargos el 1 de julio, con el juramento de “observar y sostener la Constitución de la República y hacer que ella sea respetada”. Si dos de ellos –Nicanor Duarte Frutos y Horacio Cartes– llegaran a prestarlo, la burla al pueblo paraguayo sería evidente, pues su misma incorporación implicará un atropello grosero a la ley fundamental que juran acatar.
Nadie puede fundar un derecho en un delito como el de prevaricato, cometido primero en la Justicia Electoral y luego en la Corte Suprema de Justicia para convalidar unas candidaturas contrarias al art. 189 de la Constitución, según el cual los expresidentes de la República “SERÁN senadores vitalicios de la Nación”. Es obvio que en el idioma español el empleo del verbo ser en tiempo futuro tiene un sentido imperativo, como también se advierte en el art. 187, que dispone que “Los senadores y diputados titulares y suplentes SERÁN elegidos en comicios simultáneos con los presidenciales”. No hay forma de que los comicios sean desdoblados mediante interpretaciones torcidas.
Como esta es la interpretación correcta del art. 189 y no la delincuencial en la que incurrieron unos magistrados y ministros serviles, fue del todo innecesario que los expresidentes de la República figuraran entre los inhabilitados por el art. 197 para ser candidatos a senadores o a diputados, tal como se apuntó en el mismo seno de la Comisión Redactora de la Convención Nacional Constituyente. Justamente por ese motivo es que el jefe del Poder Ejecutivo no figura entre quienes deben renunciar a su cargo por lo menos noventa días antes de las elecciones,
como sí están obligados a hacerlo sus ministros, los gobernadores o los intendentes, conforme al art. 198. Entonces, según la torcida exégesis esgrimida para que Horacio Cartes pueda convertirse en senador electo, él ni siquiera habría tenido que renunciar a su condición de Presidente de la República, como sí tuvo que hacerlo, por ejemplo, Antonio Barrios, su exministro de Salud Pública y Bienestar Social.
No obstante, ningún argumento valió, ya que ni siquiera los mencionados, fundados en una interpretación tanto literal como sistemática de la Constitución, pudieron impedir que se satisfaga la sed de poder de dos individuos a los que la letra y el espíritu de la normativa que una vez juraron cumplir les importan un bledo. Se recordará que ambos pretendieron que nuestra Carta Magna sea enmendada para buscar una reelección presidencial, y que se hubieran salido con la suya de no haber sido por la contundente reacción ciudadana. Lo que Nicanor Duarte Frutos no logró en 2006 ni Horacio Cartes en 2017, es decir, promover la abierta violación de la Ley Fundamental, tampoco deben conseguirlo este año. Para evitarlo, es necesario que la ciudadanía se manifieste firme y sostenidamente en forma pública, oponiéndose con firmeza a una pretensión a todas luces ilegítima, que en modo alguno puede ser avalada por unos fallos escandalosos. La defensa de la legalidad es un deber cívico de todo aquel que crea que tanto gobernantes como gobernados están sometidos a la ley.
Se debe luchar por el Estado de derecho porque, si así no fuere, reinarán la arbitrariedad, la ley del más fuerte, la de aquel que tiene el dinero o el poder político suficientes para vulnerar el ordenamiento jurídico en beneficio propio. Por eso, los paraguayos y las paraguayas deben estar atentos para salir a las calles y hacer uso de su derecho a las libertades de expresión y de prensa para que no vuelva a consumarse un ultraje a la Constitución, tras haberse avalado gansterilmente unas candidaturas truchas.
Y, si en el curso de esas protestas acaecieran hechos de violencia –como los ocurridos en la noche del 31 de marzo al 1 de abril del año pasado–, los responsables directos serán los contumaces violadores de la Constitución, Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos. La ciudadanía tiene sobrados motivos para estar harta de tanto atropello a las reglas del juego democrático, de modo que si alza la voz ante la ceremonia de incorporación en ciernes, estará respaldada por la conciencia jurídica y moral propia de toda persona de bien.
Es imperioso, entonces, que quienes crean en la República muestren desde ya que no se quedarán de brazos cruzados para observar que dos notorios perjuros vuelvan a “jurar” respetar la Constitución para ejercer un cargo electivo al que no tienen ningún derecho. Si el actual primer mandatario y su compañero de ruta en el empeño no quieren ser senadores vitalicios, que se queden en sus casas o a cuidar sus negocios, absteniéndose de usurpar una banca que no pueden ocupar por mandato constitucional . Lo saben muy bien, pese a lo que hayan dicho unos magistrados y ministros chupamedias. Estos dos ambiciosos personajes tampoco ignoraban que no podían ser reelectos en la presidencia de la República mediante una simple enmienda constitucional, pero se empeñaron en lograrla , y la hubieran conseguido si la ciudadanía en las calles no se los hubiera impedido.
A las pretensiones de Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos de intentar violar de nuevo la Constitución tienen que oponerse tanto los compatriotas decentes como aquellos senadores electos el domingo que se consideran dignos de tal investidura. Es preciso que unos y otros les pongan en claro que no están dispuestos a tolerar impávidos tamaña afrenta a la Constitución y a la Cámara Alta.
Está empezando un nuevo periodo constitucional de Gobierno, momento oportuno para que los ciudadanos y las ciudadanas se pongan de pie advirtiendo desde ahora mismo a las nuevas autoridades que ya no tolerarán la violación de la Constitución y las leyes, las injusticias ni la corrupción. La lucha por un Paraguay mejor debe comenzar ya.