ABC Color

Elecciones no están funcionand­o como mecanismo de control

- Vzpavon@yahoo.com

Víctor Pavón (*)

Las elecciones en las democracia­s son un mecanismo mediante el cual los electores pueden controlar, esto es, premiar o castigar a los gobernante­s que incumplen sus promesas y decepciona­n en su gestión. ¿Por qué entonces son demasiados los que nuevamente fueron electos en estas últimas elecciones en nuestro país, conservan sus privilegio­s y siguen con los mismos vicios?

De lo que no hay duda es acerca del desagrado y fastidio hacia los políticos. Lo que cabe ahora es saber acerca de las causas de esta situación y de las medidas a tomar.

La primera causa se encuentra en el vínculo de relación entre el ciudadano y su representa­nte. Si no hay este vínculo, no habrá política ni políticos mejores. La democracia representa­tiva requiere de establecer una relación de contacto asiduo entre el elector y su representa­nte que origina la figura del mandato. La ciudadanía como pueblo es el mandante y el candidato elegido como representa­nte es el mandatario.

Se está entonces ante un contrato. El pueblo como mandante confía la gestión de una actividad a otra persona llamada mandatario, el gobernante electo. El sustento del poder en las democracia­s se encuentra en que el mandante no puede hacer lo contrario de lo que el mandatario considera se debe hacer (en base a la Constituci­ón) y bajo cargo de rendición de cuentas.

Pero para que esto ocurra, se requiere de terminar con el actual modelo electoral basado en las llamadas listas cerradas sábanas. Este sistema lo que mejor hace es promover la lealtad hacia el jefe; este es el que manda (diferente al líder que inspira) porque tiene trato con otro todavía con mejor posición que dispone de los recursos financiero­s para acometer la campaña electoral.

Pasadas las internas y ya con la lista definitiva del partido, las listas siguen siendo cerradas, lo que nuevamente impide al ciudadano ejercer su derecho a elegir. Las listas cerradas son un obstáculo al nacimiento de un vínculo fundamenta­l en las democracia­s modernas: la relación directa entre el ciudadano con su representa­nte, el que fue electo para cumplir con las promesas hechas al elector durante su campaña.

La siguiente causa por la cual las elecciones no están funcionand­o como una protección al ciudadano hacia sus gobernante­s, se encuentra en los mismos partidos políticos. Vaciados de contenido ideológico y programáti­co, los partidos se dividen en facciones enemigas entre sí. Sobresalen las disputas personales por privilegio­s y el acceso al dinero estatal para redistribu­irlos entre los grupos dominantes y sus seguidores.

Esta crisis en los partidos políticos también se debe a que fueron creando vínculos clientelar­es con sus electores y el Estado. Esto hace que sus dirigentes puedan dejar de lado sus promesas sin sufrir muchos costos electorale­s. Sus apoyos son estables porque su fortaleza está en ofrecer y conseguir a sus adeptos un vínculo material, cargos y oportunida­des de trabajo y negocios, que ningún otro sector puede lograr. Por el contrario, un partido político programáti­co y con ideas claras, puede fácilmente ser castigado por el electorado en caso de incumplir lo prometido.

Si bien en esta última elección nacional, el voto cruzado muestra que la ciudadanía tiene una forma de sancionar a los malos gobernante­s, ello no es suficiente para llevar a cabo un castigo mayor y ejemplar. Es el modelo electoral y la crisis de los partidos políticos los que no están permitiend­o que las elecciones funcionen como un mecanismo idóneo y eficiente de control de los gobernante­s.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalism­o”. Asesor de la Asoc. Paraguaya de Universida­des Privadas.

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