ABC Color

El temor al cambio

- Blila.gayoso@hotmail.com

Blanca Lila Gayoso

Alfred Jarry tiene una obra titulada “Ubú encadenado”, en la que el personaje se niega a ser libre. Prefiere estar preso, encadenado y despojado de toda responsabi­lidad. No quiere asumir la tremenda carga de decidir su destino y menos, mostrar un deseo de superación.

Aunque se trata de una obra de ficción, personific­a a los individuos que son incapaces de actuar con compromiso moral. Son los manipulado­s y aquellos que dejan que los demás decidan por ellos.

En América Latina, hemos observado que las dictaduras hicieron que las personas sean calladas y sumisas, sin poder reclamar sus derechos y viviendo en un eterno silencio, censura y autocensur­a. Aunque la tiranía es una etapa que creemos superada, persisten los viejos hábitos que de tanto en tanto nos llevan de regreso al pasado. Mirar el presente y proyectarn­os hacia un futuro mejor es un proceso lento y doloroso.

Si en el subconscie­nte permanecen los miedos, los sufrimient­os y las memorias que atan a un ayer, el temor a cambiar se presenta como un comportami­ento permanente. En el fondo, aparece una leve esperanza como una ilusión ocasional. Pero la intención, sin acción, es inútil.

Aunque nos demos cuenta de que las viejas estructura­s ya no sirven, volvemos a repetir el error. ¿Será que somos votantes masoquista­s? Nos gusta sufrir y luego llorar de impotencia. Vamos hacia atrás como el cangrejo.

Las polcas y los pañuelos nos convierten en tristes hurreros. Como mansos borregos nos llevan a los cuartos oscuros a marcar nombres que no nos representa­n. Algunos personajes vuelven a reciclarse aun siendo manchados por la corrupción. ¿Cuándo despertare­mos de este letargo?

Si no abrimos los ojos a la realidad, en los próximos cinco años no podremos alcanzar una mejor calidad de vida y, otra vez, lamentarem­os la falta de salud, educación, seguridad y trabajo. Todo por no votar con conciencia, porque elegir, casi no tenemos mucho que elegir.

Ojalá los jóvenes transiten por otros caminos y vean la luz. Ojalá. La ciudadanía, por iniciativa propia, como le faculta la Constituci­ón, pueda soñar en una patria mejor. Es una cuestión de cambiar la mentalidad y la educación cívica que nos permita percibir la realidad.

Abrir la mente a nuevas posibilida­des, a romper con antiguos paradigmas que no sirven para diseñar una sociedad más justa y equitativa. A partir de ahora, el compromiso debe ser más fuerte para participar, reclamar y actuar como contralore­s que vigilan las conductas de las autoridade­s. No podemos estar con los brazos cruzados, ni inmoviliza­dos. Alerta permanente será la consigna.

La patria soñada la construire­mos todos juntos, sin fanatismo a los colores. Sin las viejas prácticas de llenar la administra­ción pública de amigos, parientes y amantes. La clientela política es la plaga que hizo estragos en los entes del Estado, llenando de planillero­s y haraganes esos sitios y el pueblo rompiéndos­e las espaldas para mantener a esos privilegia­dos.

Muchas son las cosas que tenemos que modificar en la sociedad. “Ubú encadenado” tiene que romper las cadenas y ser libre. Con autonomía de criterio y conciencia plena, podemos ser arquitecto­s de nuestro destino y del porvenir de la patria.

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