Admite contactos con Messer, pero los minimiza
El contador Alcides Cáceres, del estudio Cáceres & Schneider ubicado en Hohenau y que fue allanado el viernes último, reconoció ayer a ABC Color que compró nuevamente una compañía que había vendido a Darío Messer (a quien no ve hace cuatro años, según exp
“La última vez que tuvimos contacto con él (Darío Messer) fue cuando firmó las actas de cesión de la sociedad. Eso habrá sido en el 2013 o 2014”, expresó.
Los fiscales Liliana Alcaraz y Hernán Galeano allanaron su oficina y la de Ricardo Schneider. A ambos contadores se les atribuye la creación de la mayoría de las empresas del ahora prófugo Darío Messer.
Posterior a aquel operativo Cáceres declaró ante los fiscales y entregó documentos. El profesional admitió ayer a nuestro diario que tuvo contactos con Messer. “En el 2011 o 2012 llegó un ciudadano (Darío Messer) que quería comprar una sociedad preconstituida, que nosotros ofrecemos como producto. Entonces le hemos vendido y desde ahí en más terminó toda relación que podamos tener con estos clientes”, expresó acerca de la venta de las empresas Chai SA, Matrix, Pegasus y Gramonte. Añadió que pasado un tiempo se vincularon en el trabajo de auditoría.
“Cuando su empresa llegó a la facturación de G. 600 millones, nos pidió que le hagamos la auditoría impositiva como lo manda la Subsecretaría de Tributación (SET). Entonces, lo hicimos y se cumplió con todas las disposiciones legales que esto exige, pero nosotros como empresa auditora no tenemos la función del contralor, verificando el origen del dinero, eso más bien corresponde a Seprelad”, dijo.
Consultado sobre los informes que manejan los fiscales de que vendían empresas y luego volvían a comprarlas, para posteriormente repetir este esquema (que tiene como objetivo justificar el lavado de dinero), Cáceres respondió que solo hubo un caso de las empresas que ellos crearon como consultoría, la cual volvieron a adquirir posteriormente, pero insistió en que no hubo movimiento impositivo ni aumento del precio en la transacción.
“Puntualmente –sucedió– con Gramonte, le hemos vendido a estos señores porque ellos tenían un proyecto, o nos dijeron que tenían un proyecto de hacer una industria desarrollando con la zona franca. Pasó tiempo, pongámosle seis meses u ocho meses, un día nos dicen ellos: ‘Yo no usé la sociedad porque el negocio que íbamos a hacer con la gente de Paraguay no salió’”, explicó.