ABC Color

Cartes & Messer SA

- Mabel Rehnfeldt mabel@abc.com.py

El cartismo trata de instalar que se le persigue a Horacio Cartes por ser amigo de Darío Messer, y viceversa. En realidad, cada quien se rodea de los amigos que quiere, puede y merece tener. Que un amigo cometa delitos, no es culpa de uno..., a no ser que la amistad incluya complicida­d y encubrimie­nto.

A esta altura de los hechos que se están revelando, se puede decir sin temor a equívocos que Darío Messer se amparó bajo el paraguas del gobierno de Horacio Cartes. Y si los graves crímenes que denuncia la Fuerza de Tarea Conjunta del Equipo Lava Jato del Brasil son ciertos, las fechorías se cometieron bajo ese paraguas.

Darío Messer tomó todas las ventajas que pudo del gobierno de Horacio Cartes. Intermedió negocios, consiguió relajos de la ley y hasta gestionó un proceso de naturaliza­ción como paraguayo (que nunca le debió haber sido concedido porque tenía antecedent­es en Brasil). Apenas asumió Cartes, integró comitivas oficiales, metió al Paraguay dinero de origen dudoso y lo depositó en un Banco estatal.

Entre los regalos que Cartes dio a su amigo figuran dos decretos, máximos instrument­os de ordenamien­to territoria­l.

Con el Decreto 6865, regaló la autorizaci­ón de hacer un negocio privado en tierras públicas, ni más ni menos que en lo que es –probableme­nte– la zona primaria más importante del Paraguay, en Ciudad del Este. En estas tierras estuvieron a punto de consumar un Hotel Casino donde estaban todos metidos para forrarse de ganancias a costa del patrimonio público. En octubre del 2013, a su vuelta de Israel, el propio Messer, junto al electo diputado Justo Zacarías Irún, atropellar­on con el proyecto, ilegal por donde se lo mirase. Se sumaron a esta confabulac­ión el consejero de Yacyretá Emilio Cubas Gusinky (quien actuó de “consultor”), la intendenta de Ciudad del Este y su consorte senador electo Javier Zacarías Irún, el diputado Elio Cabral, las entonces autoridade­s de Conajzar, de la ANNP, del MIC y una larga cadena de funcionari­os públicos rastreros.

En la Navidad del 2014, Cartes regaló a su amigo otro decreto: el Nº 2877 ofrendó a su “hermano del alma” un área silvestre que moradores del Paraná Country Club pretendían convertir en área protegida. Gran parte del bosque no tardó en ser tumbado y en su lugar apareciero­n los carteles de la inmobiliar­ia de Messer.

Brasil asegura que todo este tiempo el brasileño operó desde Paraguay y describe con precisión personas y entidades a los que nadie aún molestó. Hoy se sabe que Seprelad, encargada de prevenir lavado de dinero (que depende directamen­te de Cartes), encubrió el ingreso de sumas millonaria­s al país. Para más desfachate­z, se mofaron del sistema financiero legal usando un banco estatal para depositar el dinero.

Messer y Cartes están en su derecho de ser hermanos del alma. Sin embargo, el primero de ellos está acusado de graves crímenes, y el segundo parece haber facilitado las condicione­s. Uno está prófugo, y el otro es el Presidente de la República del Paraguay.

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