Efecto tango feroz
Si uno gasta más de lo que gana, a mediano plazo tendrá un serio problema: incapacidad de pagar sus deudas. Con los países sucede lo mismo cuando el gobierno entra en déficit fiscal pues el ministerio económico ya no puede solventar los compromisos internos y la deuda externa. Nuestro vecino Macri está ahora en esa difícil situación y tuvo que acudir al último recurso: el FMI.
Echemos un vistazo a lo que sucede en la Argentina a fin de que no caigamos en los mismos errores y tengamos que bailar el tango del “default” financiero. Aunque el tema pertenece al ámbito económico, existe un gran componente político porque las decisiones son tomadas por los líderes de las naciones que anteponen su deseo de popularidad antes que la racionalidad en la economía.
La administración Macri heredó de los Kirchner un sistema económico deficitario e insostenible en el tiempo. ¿Cómo funcionaba el modelo K? Cepo al dólar (un cambio oficial bajo y un precio en la calle muy alto), endeudamiento interno con el Banco Central y, para ganarse el apoyo de la gente, fuertes subsidios a los servicios públicos: luz, agua, gas, transporte público, salud, combustibles y planes sociales para la gente pobre.
Los subsidios a las tarifas significan que la ciudadanía solo pagaba la mitad o un tercio del precio real de los servicios y la diferencia la absorbía el Estado. El problema es que esta comodidad artificial en algún momento debía explotar.
Macri gana las elecciones y se encuentra con un gran desafío: el gobierno no tenía un peso y debía pagar sueldos a miles de empleados y, además, abonar los subsidios de los servicios públicos. El remedio: una palabra temida por los políticos, el “ajuste” de las tarifas. Subieron de inmediato los precios del gas, la luz, el agua, el transporte público, los combustibles y se eliminó el cepo al dólar.
La respuesta de la gente no se hizo esperar. Protestas, manifestaciones callejeras, cortes de rutas, huelgas parciales y generales de los sindicatos, etc. La popularidad de Macri empezó a descender aceleradamente.
Pero los ajustes realizados no fueron suficientes. Las tarifas de los servicios públicos estaban demasiado atrasadas, los planes sociales benefician a millones de personas, el sistema jubilatorio concede excesivos beneficios y la salud pública ofrece tantos servicios gratuitos que miles de paraguayos y bolivianos vienen circunstancialmente al país para tratarse enfermedades graves y complejas.
El gobierno argentino gasta un poco menos ahora, pero sus ingresos aún no pueden cubrir los egresos. Ya no hay de dónde sacar más plata. Macri se juega la última carta: préstamos a largo plazo del Fondo Monetario Internacional, el recurso de los países que están dando manotazos de ahogado. Este organismo financiero pondrá la plata pero impondrá en forma paralela severas medidas de austeridad al gobierno: menos gastos en la administración estatal, bajar los subsidios, menos planes sociales, tarifas más altas para sanear los servicios públicos, etc. ¿Podrá Macri aguantar este exigente tango sin que lo rajen de la Casa Rosada?